lunes, 12 de febrero de 2018

Malagueñas de madrugá y cambio horario / Adrián Ángel Viudes *

Ginés Martínez , el “Osuna”, importó a nuestra querida Murcia, el año del Señor de 1868, el cante de la Malagueña de la Madrugá: 

“Aún no temblequean por oriente las primeras vibraciones de la luz del amanecer; aún las horas de la madrugada, las más negras, más adormecedoras, las horas en las que la noche es más noche. 

En la oscuridad, en el silencio de todos y de todo suena una voz, que no acompaña instrumento musical alguno, es la Malagueña de la Madrugá”.

Un gitano del barrio de San Juan: Perico Jiménez, y un tal Víctor Fernández, vecino del barrio de San Benito, han sido, después del Osuna, los mejores cantaores de “madrugás”.

No se cantan ya esas malagueñas, pero su acepción me ha dado pie y licencia para referirme al descontrol con el que los españoles nos enfrentamos a las “madrugás”.

“A la una canta el gallo
A las dos la “tutuvía”
A las tres “tuiquios” los pájaros
Y a las cuatro ya es de día
Si es un tiempo de verano”.

Recojo, con placer esta hermosa letra de una de las malagueñas de madrugá porque en su sencillez nos recuerda la forma de guiarse los huertanos por el canto de las aves. Y digo yo, aun reconociendo el poder del gobierno para regir nuestro horario ¿pueden los mandamases, asimismo, cambiar la hora de canto del gallo y la “tutuvía”?

Reconozco que no puedo soportar el cambio, y, declaro que mi molestia es doble: de una parte la que corresponde al mal cuerpo que tengo que sobrellevar durante bastante tiempo, cada vez que, por decisión gubernamental, tengo que adelantar o atrasar el reloj.

Pero lo peor es que, por más que lo intento, y a pesar del empeño de algún vocero tratando de convencerme, no encuentro el más mínimo motivo que lo justifique.

Lo que se pierde o se gana de luz en la mañana o en la tarde se gana o se pierde a la viceversa, y así lo comido por lo servido, pero los cuerpos “esfarataos”, hechos yesca.

Por si acaso este refunfuño fuera cuestión de edad, me apresuro en consultar con parientes, deudos y amigos, y aseguro querido lector, que no he encontrado a nadie que agradezca el “desvelo” de nuestros gobernantes, tocante a ahorrar unos euros en luz ¿Se debe cambiar la hora en invierno y en verano? Los sesudos parlamentarios europeos han dado en comenzar el debate sobre la conveniencia o no de dicho cambio. 

Mayoritariamente parece que coinciden en que el ahorro, tan cacareado, se reduce a unos
céntimos de euro, y en cambio los trastornos, las depresiones, los malhumores etc. que el cambio origina, adquieren condición de certeza. Si, Dios lo quiera, Europa decidiera suprimir los cambios, al gobierno español aun le quedaría por realizar un nuevo ajuste: volver al huso horario que corresponde a nuestro meridiano. Y esto es así. desde que en 1884 la Conferencia Internacional del Meridiano estableció el de Greenwich en Inglaterra como 0 y a partir de ahí 24 franjas o husos con diferencia de una hora entre cada uno.

A España le corresponde el huso 0, porque Greenwich y Alicante están en el mismo meridiano, y no el de Berlín. Fue Franco, quizás por aquello de la germanofilia, el que decidió, tal vez como un gesto amable con los nazis, el que España cambiara de huso.

Por mucho poder que tenga el gobierno no han sido capaces de cambiar la hora del canto del gallo, la “tutuvía” o cualquier ave canora; pero mucho me temo que de no suprimir el inútil adelanto y atraso, si algún cantaor, de los buenos que tenemos, se decidiera a cantar por malagueñas de la madrugá, y utilizara la bella letra que ilustra este artículo, tendría que explicar al respetable que el gallo, la “tutuvía” y demás aves canoras no son: independentistas, ni rebeldes, ni sediciosas; que entienden y respetan las decisiones gubernamentales, pero que al ser criaturas de Dios, les guía la naturaleza y sus leyes, que así lo hicieron desde miles de años sus antepasados y que lo que disponga el gobierno les importa una higa. ¡Qué sana envidia!


(*) Ex presidente de la Autoridad Porturia de Cartagena y de la CHS


(Publicado hoy en La Verdad)

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