lunes, 12 de febrero de 2018

Autonomías: muchas, mal avenidas e incomunicadas

MADRID.- El presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, aprovechó el altavoz de Madrid –en un reciente acto de Europa Press que protagonizó y al que asistió la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, entre otros ministros y buena parte de la cúpula del PP–, para disparar un misil Tomahawk de largo alcance. Su destinatario fue el presidente de la Generalitat valenciana, Ximo Puig, abanderado de la reclamación de un nuevo sistema de financiación autonómica.

“El Gobierno de Valencia se queja mucho de su financiación”, advirtió Feijóo. Tras recordar que el sistema vigente lo diseñó el gobierno de Zapatero, del mismo color político que Puig, le instó a no echarle la culpa al Gobierno de Mariano Rajoy y le demandó que, en cambio, le esté agradecido. 
“Porque, desde luego, ayudó a Valencia y mucho. Nada más y nada menos que se le condonaron 11.000 millones de euros de intereses. A Galicia y a otras comunidades autónomas no se les condonó nada. En consecuencia, el gobierno de la Generalitat debería agradecérselo al Gobierno de Rajoy”, expuso el presidente de la Xunta. 
“El Gobierno –insistió– entró al rescate de algunas comunidades autónomas y les ayudó de una forma evidente, condonándoles los intereses de la deuda. Si Rajoy no hubiese entrado al rescate, en este momento la mayor parte de los proveedores de la Generalitat valenciana estarían sin cobrar desde hace, no meses, sino años”.
Ximo Puig montó en cólera en cuanto escuchó esta andanada de su homólogo gallego. Aunque públicamente rechazó “el rifirrafe que propone Feijóo”. 
“Alguien pretende que otra vez el debate sobre la financiación se convierta en un debate entre comunidades autónomas. Yo no estoy en esa tesitura. Es muy irresponsable lo que se está haciendo por parte de quienes intentan azuzar el debate entre territorios”, lamentó.
No obstante, contraatacó: “Si la Comunitat Valenciana tuviera la financiación que tiene Galicia por habitante, este año hubiéramos tenido 2.500 millones más de euros, con lo cual evidentemente no tendríamos ningún problema de deuda y la asumiríamos toda”. 
“Pero así y todo –zanjó– el conjunto del sistema tiene un déficit de 16.000 millones, con lo cual no quiero entrar en la guerra que propone Feijóo, que no sé por qué la propone porque entre otras cosas no favorece en absoluto a la unidad del país”.
En los días sucesivos, Puig siguió negando que a su comunidad se le hayan condonado esos 11.000 millones, y criticando que Feijóo “le está haciendo el trabajo sucio al Gobierno de España”. 
“Es absolutamente irresponsable en estos momentos dividir a las comunidades”, insistió.
Este episodio, en todo caso, es uno de los muchos ejemplos de las fricciones y choques que se producen entre los distintos presidentes autonómicos, no siempre de diferente color político, ante la ausencia de un foro de diálogo y encuentro permanente y estable, que no dependa de la buena o mala disposición del Gobierno central de turno, según La Vanguardia.
El presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, hace muchos años que denuncia esta incomunicación. “No es normal que los presidentes sólo nos veamos el 12 de octubre en las escalinatas del desfile”, lamenta, en alusión a la celebración de la Fiesta Nacional de España, cuando los presidentes suelen coincidir en Madrid.
Y esta incomunicación también está saliendo a relucir en las intervenciones de los comparecientes en la comisión territorial del Congreso, que evalúa la salud del modelo autonómico español. Una incomunicación que, eso sí, viene de lejos. Jordi Sevilla, exministro de Administraciones Públicas entre el 2004 y el 2007, recuerda que cuando llegó al cargo se encontró con una notable “sed de diálogo”. 
Lo primero que hizo fue una ronda con todos los presidentes autonómicos. “Algunos hacía muchos años que no habían sido recibidos por el presidente del Gobierno”. 
Las relaciones institucionales eran muy poco fluidas, pero también entre ellos. “Yo sólo me veo con otros presidentes autonómicos en el Comité de las Regiones en Bruselas, no tengo otro sitio”, le confesó uno de ellos.
Zapatero puso en marcha la conferencia de presidentes, en el 2004, para superar esta incomunicación. Pero en sus siete años de mandato sólo la convocó en cuatro ocasiones. Al final, lamentó que este foro se convirtiera en un nuevo escenario para la pugna partidista entre PP y PSOE. Tampoco supo cómo reglamentarlo para impedirlo.
Rajoy, por su parte, sólo la convocó en dos ocasiones. Y con “escaso grado de cumplimiento”, según denuncia el PSOE, ya que en su última cita –el 17 de enero del 2017– Rajoy se comprometió, entre otros acuerdos, a aprobar un nuevo sistema de financiación antes de que acabara aquel año. Catalunya se cruzó en el camino, y sigue sin haber nuevo modelo, pese a que el vigente lleva cuatro años caducado.
Existen otros foros, como la comisión general de las comunidades autónomas del Senado. Pero, según reconoce Benigno Pendás, director general del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, “pese a que es un mecanismo muy potente, está infrautilizada”. “Faltan herramientas de cooperación, y algunas de las que existen no funcionan adecuadamente”, comparte Sevilla.
Así que, ahora, ante la negociación de la financiación, los presidentes autonómicos no tienen más remedio que debatir la cuestión en las citas que se organizan ellos mismos, habitualmente con sus homólogos vecinos, para tejer alianzas. Ya se citaron por su parte el gallego Feijóo, el asturiano Javier Fernández y el castellanoleonés Juan Vicente Herrera. O, por la suya, el valenciano Ximo Puig y el castellano-manchego Emiliano García Page. Pero siempre cada uno por su lado.

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