Esta semana Pedro J Ramírez compareció en el Congreso ante la
Comisión por la corrupción (la comisión Bárcenas, para entendernos)
durante tres horas. Una comparecencia sustanciosa, de persona muy
documentada y capacitada para aclarar, explicar e informar.
El
periodista cumplió las expectativas con creces y tanto en el parlamento
inicial como en las respuestas a las preguntas aportó datos y argumentos
que no pueden pasarse por alto. Un pliego de cargos contra el PP y sus
estructuras de mando, de la cabeza (Rajoy) como para que las causas
judiciales abiertas se ensanchen y aceleren.
Es obvio que Pedro J sabe muchas cosas; además sabe ordenarlas y
relacionarlas. Tan obvio como asombroso resulta que dos días después la
inmensa mayoría de los medios haya decidido que no pasó nada, que la
comparecencia no existió o no fue relevante.
Tan asombroso como que el
PP mandara a un peso pluma, torpe y romo, para contrarrestar lo que
cabía esperar. Quizá rebajaron el nivel del interpelante, precisamente
para restar importancia a las afirmaciones del testigo.
Pero prefiero resaltar el silencio de la parroquia periodística, de
los medios en general, aplicado a la intervención de Pedro J. Me parece
una deprimente demostración de tribalismo, de infantilismo y deficiente
profesionalidad que forma parte del cuadro clínico que socaba el
prestigio del periodismo.
La exposición de Pedro J gana valor y mérito tras las declaraciones
en sala judicial de los acusados en la pieza Gürtel en Valencia. Las
palabras de Correa, de Alvaro Pérez (el Bigotes) y Costa multiplican el
valor de la intervención de Pedro J en el Congreso.
Pero pasan las horas
y no nada ocurre. Rajoy multiplica sus apariciones públicas sin
explicar nada, sosteniendo que de lo que pasaba en su partido no se
enteró de nada, que le pilla lejos, que ya ahora no sabe, ni siquiera si
Paco Camps sigue siendo militante.
Son muchos los están persuadidos de que Rajoy acabará la legislatura,
incluso estirándola varias semanas agotando todos los plazos, y que
luego se presentará y hasta obtendrá muchos votos.
Y son pocos los que
sostienen que la legislatura está agotada, anémica, sin capacidad para
hacer política y que son urgentes unas elecciones generales sin Rajoy,
con otro Partido Popular decidido a representar la derecha clásica y a
preocuparse por España y los españoles.
Un ciudadano responsable que hubiera estado fuera de la realidad
española de las dos últimas décadas si analizara el cuadro de situación
actual quedaría asombrado: ¿se pueden mantener en primer plano político
personas que han sido corresponsables por acción u omisión de desafueros
como los que conocemos hoy?
Que la comparecencia de Pedro J hay merecido el silencio ensordecedor
de los medios forma parte de la patología, de amodorramiento de una
sociedad que aguanta carros y carretas y que no quiere cambiar nada,
mantener lo que hay aunque apeste. Pedro J hizo una exposición
brillante, contundente y convincente.
(*) Periodista y politólogo
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