Mientras el candidato socialista, Fernández Bermejo, tiene que aguantar a todas horas, allí por donde va, una molesta corte de funcionarios de Justicia, que le exige un simple aumento de sueldo, el diputado autonómico Juan Morales pasea inadvertido por las calles de Murcia en su “Mercedes” 4x4, exhibiéndose sin pudor muy bien acompañado, o en solitario por las quebradas de Sierra Espuña, feliz de haberse conocido. “Aquí no pasa nada”, se dirá. “Ya me dijo Ramón Luis que todo iba a ir bien”, pensará.
Hay hasta quien también piensa, como simple conjetura, que este seguro imputado sube demasiado a menudo a la montaña porque allí pudiera tener algo escondido. Tiempo ha tenido, desde luego, hasta de excavar un zulo, después de meses esperando la llamada segura de la “chica de la balanza”. ¿Para qué quería este hombre una caja de seguridad, encontrada vacía por la UCO, en la oficina de “Cajamurcia”? No tiene ningún sentido, al menos que “alguien” la vaciase a tiempo por orden directa de quien puede hacerlo con una simple llamada desde la planta noble.
Algún día la democracia murciana habrá de pedirle explicaciones al “capo” regional de CC OO, José Luis Romero, sobre este dislate inoportuno de una huelga paralizante del proceso a la corrupción político-urbanística del PP, excepto en los juzgados de San Javier por ser causa contra un socialista, y que sólo beneficia a quien, en la estructural corrupción que nos rodea, gane tiempo e intente conservar su impunidad mientras avanza y se consume la campaña electoral, y se priva así al votante de todo lo que debiera saber para decidir con mejor criterio.
Aunque lo cierto es que el ministro de Justicia, con más longevidad que experiencia política, como muy bien acaba de distinguir Obama ante los reproches de Mrs. Clinton, no ha sabido como candidato, prever una situación, que lo ha convertido, finalmente, en su rehén, según palabras de los propios huelguistas. Y así es: se le conoce más en Murcia por resistirse a aumentar los sueldos a funcionarios y acusaciones de no ser lo que dice ser, que por su actividad en campaña. Bermejo debiera aporrear menos el tambor en Moratalla y más tocar la trompeta donde llevan tantos meses esperando.
Venir a Murcia a sacar su escaño, le ha supuesto a Bermejo un verdadero calvario por un exceso de confianza en si mismo y una carencia de equipo electoral (una socióloga que ni es de aquí ni nos conoce es toda su asistencia junto con Ana, su fiel secretaria), que lo mantiene, todavía a estas alturas de la campaña, sin método ni estrategia. Y algo inédito para el gran público en sus planteamientos políticos ante cierto boicot del sistema mediático oficial y la prudencia adoptada frente al despropósito por los medios más independientes, excusados ante la babosa loa de los subproductos financiados desde Princesa.
Errático hasta en el mensaje, Bermejo se irá de aquí sin haber inquietado a los presuntos y defraudando a una izquierda que había puesto en él todas sus complacencias. Terminará abandonando la Región y regresando a Madrid pareciendo lo que no es: pusilánime y deshonesto. Lo malo es que esa sensación creada la pague en las urnas y, encima, le cueste su efímera carrera política por no haber movilizado en su favor a la izquierda volátil. Eso sí, estoy seguro de que terminará siendo uno de los más brillantes oradores de la próxima legislatura.
Se le nota a Bermejo, aunque no lo parezca, cierto pánico escénico después de la brutal ofensiva desatada contra él desde Génova 13 para entretenerlo en defenderse y así evitar poder pensar en el ataque o inhibirse en esas revelaciones que anunció haría sobre los problemas de Pilar Barreiro, quien, por cierto, tampoco le da oportunidad de lucirse en un debate y ha fijado el tópico de que es un señor que no sabe nada de la Región, está de paso sólo para conseguir un escaño y adios muy buenas.
Bastante tiene en campaña electoral con la denuncia sobre las desmedidas obras en su piso oficial, la señalada compañía de una esposa en baja laboral por enfermedad y esos “cobradores del frac”, siempre molestos, que le ha puesto Romero, para mayor satisfacción de la CROEM y de Valcárcel, y que así se encuentre lo más inseguro e incómodo posible mientras patea las calles de nuestros pueblos y ciudades en busca del voto perdido socialista.
¿Por que no obligó Bermejo a Patrimonio del Estado a dar las explicaciones pertinentes sobre la reforma de una vivienda prestada al alto cargo? ¿Por qué no dejó a Susana en un plano tan discreto como el de Sonsoles, aunque le acompañase? ¿Por qué no conjuró con CC OO en Madrid la huelga de funcionarios? El ministro es un cateto político como candidato. Un palomo con fama de gavilán. En definitiva, su honradez no lo tiene ducho en precauciones ante pillos.
Instalado en una imagen de conflictividad, Bermejo ya no se puede deshacer a tiempo del “sanbenito” y su lamento sale en forma de reproche en cada mitin como quien clama en este desierto murciano de moral política pública. ¿Dónde está el “ángel exterminador” que dicen llevaba dentro este fiscal? Ha resultado más humano y menos valiente de lo que parecía.
Llegado para triunfar, bastante es si no pierde ahora el tercer escaño socialista por culpa de no haber salido a tiempo, pero en persona, a explicar lo del piso, pedir perdón por obligar a su esposa, enferma y de baja laboral, a aparecer en campaña sin aparente necesidad, y haber solucionado, como ministro, las reivindicaciones de sus funcionarios antes de ejercer de candidato.
Elemental si no se confunde condición con situación, como, al parecer, le ha sucedido a este Bermejo, todavía con la asignatura pendiente de Cartagena, donde su Gobierno ha dado los primeros pasos hacia la provincia, desdoblando la Administración Periférica del Estado en la Región de Murcia, y el ministro no ha sido todavía capaz de explotarlo ante los cartageneros en exclusivo beneficio de Zapatero frente unas más que ajustadas elecciones generales. Un desastre para el único candidato con cierto nivel y otra oportunidad perdida por el PSRM.
Noqueado políticamente por Martínez Pujalte, el candidato contrario, Bermejo muestra ahora más debilidades que fortalezas mientras una, improvisada y algo a la desesperada, plataforma ciudadana a favor de Zapatero, aparece tarde con tan sólo 300 personas y se percibe como la escasa fuerza del socialismo murciano entre la más activa sociedad civil de la Región. Otro error.
Crecido junto al Presidente del Gobierno en el ya histórico “mitin bisiesto”, queda por ver si esa fuerza de inercia de Bermejo es capaz de llevarle esta semana, no de tapadillo como en Totana, a hablar claro y preciso de las corrupciones concretas del PP, al menos, a Águilas, Mazarrón, San Javier o Cieza, y del PSRM, a Los Alcázares, para ilusionar y motivar, por fin, a los votantes más concienciados y resabiados de entre nosotros. Pasaremos por alto haber aparecido en Jumilla junto a Francisco Abellán y en otros mítines al lado de Manuel Hurtado aunque sean errores para sumar al “debe” porque eso la izquierda seria puede no tolerarlo.
Y es que la imagen percibida de Bermejo por el cuerpo electoral de la circunscripción ha terminado siendo de desastre aunque no falta quien califica la situación como de tongo mientras otros ven al ministro como un torpe político que, posiblemente, ya haya pagado con su “cartera” tanta improvisación y una presencia errática algo descentrada, mientras Saura y Benzal pierden también su oportunidad de saltar a altos cargos, en el todavía hipotético nuevo Gobierno central, presidido por Zapatero.
Si al Presidente le faltan escaños el 10 de marzo y el resultado en Murcia es peor del esperado por no haber hecho bien las cosas durante la campaña, no resultará justo echarle todas las culpas al empollón de Jara de los errores por omisión de un par de opositores, que han perdido la costumbre de competir aunque sean imbatibles en el terreno de los ideales y la decencia. Una verdadera pena…al menos que los murcianos los perdonen, rediman y enmienden tal chapuza.