En toda negociación, la parte que tiene la sartén por el mango
empieza poniendo sobre la mesa el programa máximo. Ya habrá tiempo de
conceder rebajas, pues para eso se trata de una negociación. Pero lo
lógico es poner el listón en lo más alto. Si, de entrada y antes del
primer contacto, se aceptan gratuitamente condiciones del otro lado, lo
más lógico es que todavía haya que asumir otras para no parecer que se
actúa desde la inflexibilidad.
Sería muy extraño que Ciudadanos
aceptara sin pugna con el PP que PAS puede seguir manteniendo su escaño
en la Asamblea Regional. Esto significaría que interiorizan un
sentimiento de culpa por haber forzado su dimisión de la presidencia de
la Comunidad. Es decir, se darían por satisfechos por este ´sacrificio´ y
no le exigirían que rematara, en la práctica, el compromiso que firmó
en el primer punto del pacto de investidura: dimisión de todo político
imputado en casos de presunta corrupción, tanto si se trata de
responsabilidades institucionales como orgánicas.
Ante esta
perspectiva, Ciudadanos parece aflojar. No quiere ir más lejos. Sus
dirigentes apuntan a que la nueva línea roja consensuada en la Ley
Anticorrupción propuesta por ellos ante el Congreso de los Diputados se
traza en la apertura de juicio oral, y este criterio se trasladaría al
pacto en Murcia para hacer presidente a Fernando López Miras, FER.
Muy
coherente. Pero se han cargado al presidente de la Comunidad autónoma
aduciendo que, a pesar de esas nuevas reglas, PAS había firmado un
contrato previo con ellos que señalaba el momento de la dimisión cuando
se dictara la imputación, según los usos para ese término que regían en
el momento de la firma, antes de que el PP modificara la Ley de
Enjuiciamiento para, con el pretexto de luchar contra la corrupción,
ofrecer mayores garantías judiciales a los sospechosos de haber
incurrido en ella.
A PAS no le reprochaban que no se adaptara a los
criterios que propugna ahora C's para los políticos incursos en casos de
corrupción, sino que hubiera incumplido su palabra. En tal caso, la
incumplía mientras resistió en la presidencia del Gobierno y la sigue
incumpliendo al día de hoy al permanecer en su escaño parlamentario.
A
veces, es más difícil administrar una victoria que una derrota. No hay
duda de que en el pulso PP-C's por el caso PAS, los de Rivera se han
hecho con la medalla. Pero ahora el foco ilumina a C's: ¿qué van a
hacer? ¿Rematarán la jugada o se darán por satisfechos? «El pacto de
investidura está roto», dicen, con lo que sugieren que ya no están
legitimados para pedir a PAS que abandone su escaño, y más cuando la
nueva línea roja es el paso al banquillo de los acusados tras el proceso
de instrucción.
Pero aquel pacto estaba roto desde el momento en que
PAS no dimitió de la presidencia de la Comunidad al ser imputado, y esto
no impidió que C's siguiera pidiendo su dimisión de ese cargo. La
lógica elemental indica que si C's, a pesar de establecer nuevas reglas
para la dimisión de los políticos implicados en supuestos de corrupción,
acosó a PAS para que dimitiera de acuerdo a lo que había firmado con
ellos, el presidente saliente aún no ha terminado de cumplir la
totalidad de lo pactado, pues sigue siendo diputado regional.
La
anterior es una razón formal incontestable: no se explicaría que C's
exigiera el cumplimiento del pacto de investidura solo en lo relativo a
uno de los cargos institucionales de PAS. Pero la razón práctica es
todavía más llamativa, y reclama la respuesta a una pregunta: ¿cómo es
posible que teniendo a su merced al líder del PP, con un potencial de
recuperación política extraordinario, no opten por forzar su
aniquilación definitiva cuando lo tienen comprometido con una firma
públicamente documentada?
Se da la paradoja de que si C's no exigiera el
cese del diputado PAS, el partido de Rivera estaría incumpliendo ante
sus votantes y ante la sociedad en general sus propias condiciones en el
pacto de investidura, y esto sin salirse de su propia lógica. Tal vez
entonces correspondería la dimisión del portavoz de C´s, Miguel Sánchez,
por no mantener lo firmado.
Es obvio que si C's exige que PAS
abandone su escaño como condición previa para facilitar la investidura
de FER no conseguirá su objetivo. Esta vez no. PAS ha dimitido de la
presidencia de la Comunidad porque, de resistir hasta el final, podría
haber caído con el PP al completo.
Pero ahora ya no lleva el Gobierno de
su partido a la espalda. Lo que se juega, si cediera, es algo más
personal: quedar expuesto, ya levantada la protección del aforamiento, a
los jueces instructores ordinarios de los casos Auditorio y Púnica, que
no lo esperarían con una sonrisa amable, por lo que se deduce de sus
respectivas resoluciones ante el TSJ.
De diputado podemos estar seguros
que PAS no va a dimitir. Si C's insistiera en pedir su dimisión como
condición previa para hacer presidente a FER, el proceso concluiría en
la convocatoria de elecciones anticipadas. Y bien ¿no era esto lo que
hasta hace exactamente cuatro días pedía C's o era solo de boquilla?
(*) Columnista