MADRID.- Los principales accionistas de El Corte Inglés han abierto una
batalla familiar por el control de la compañía y la herencia de su
expresidente, Isidoro Álvarez, informa hoy El Economista.
Gracias a su mayoría accionarial, Marta y Cristina Álvarez,
las hijas de Isidoro, han apartado de la gestión a su primo, el actual
presidente, Dimas Gimeno. En un primer momento, éste evitó plantar cara,
pero ahora parece haber cambiado de opinión. Consciente de que su vida
profesional, con tan solo 42 años, había quedado relegada a una labor
institucional, en la que se limitaba a pedir igualdad fiscal frente a Amazon, ha pasado al contraataque.
Así, y tras contratar a una firma asesora de comunicación para
encarar el conflicto, ha elevado al máximo su presencia pública en un
afán de intentar recuperar protagonismo y ha pasado a reclamar de forma
insistente que los dos consejeros delegados que le han sustituido al frente de la empresa, Víctor del Pozo y Jesús Nuño de la Rosa,
tengan que reportarle.
El problema es que se ha encontrado con una
respuesta tajante por parte de las hermanas Álvarez, que le han
comunicado ya que en ningún caso le darán más poder y que sus funciones
nunca volverán a ser las mismas.
Aunque es cierto que El Corte Inglés no se plantea en este momento el
despido del presidente, también es verdad que le han mostrado con todo
ello la vía de salida y en el entorno del grupo se empiezan a buscar,
de hecho, posibles sustitutos.
Uno de los nombres que suena con fuerza,
en este sentido, es el de Manuel Pizarro, expresidente de Endesa y
actual consejero de la compañía, que en cualquier caso no tendría
tampoco el poder ejecutivo. P
ara las hijas de Isidoro Álvarez, uno de
los puntos de inflexión se ha producido cuando Gimeno ha empezado a
solicitar auditorías internas en áreas de la compañía, como la de
seguridad, denunciando en algunos casos falta de profesionalidad en la
gestión.
Isidoro Álvarez había
elegido al hijo de su hermana María Antonia como su sucesor natural en
la compañía, formándole para ello durante años. Pero las cosas no han
salido como se esperaba.
Nada más llegar al puesto y aún en plena
crisis, Gimeno buscó en el verano de 2015 un inversor externo, el catarí
Hamad al Thani, que inyectó 1.000 millones de euros en la compañía a cambio de hacerse este verano con un 10% de las acciones.
Un porcentaje que se podría elevar hasta el 12,25% si el inversor opta
por cobrar los intereses de dicho préstamo en acciones.
Además, Hamad al
Thani podría llegar al 15% gracias a la cláusula de mejora del
'ebitda'. El grupo se se comprometió a que el beneficio bruto de
explotación creciera a un ritmo medio del 12% anual en tres años y, si
no lo conseguía, el inversor recibiría otro 2,5% del capital. Y el
problema es que precisamente eso lo que está pasando. Gimeno logró un
crecimiento del 'ebitda' del 10,4% el primer año y rebajó la cifra al
7,5% el segundo.
Los herederos de Isidoro Álvarez controlan el 22,18% de El Corte
Inglés a través de la sociedad patrimonial Cartera de Valores Iasa, en
la que Marta y Cristina Álvarez Guil tienen un 69% y Dimas Gimeno, su
madre, María Antonia, y su tío César Álvarez el otro 31%.
Descontentas
así con la marcha del grupo, y decididas además a emprender un proceso
de transformación digital para plantar cara a compañías como Amazon o
Alibaba, las hermanas Álvarez exigieron el pasado verano un cambio en
las funciones ejecutivas y el 25 de octubre el consejo de
administración retiró de este modo el mando al presidente y nombró en
sus lugar a los dos nuevos consejeros delegados, Del Pozo y De la Rosa.
Marta y Cristina lograron el apoyo unánime de todo el órgano ejecutivo y
a Gimeno no le quedó más remedio que votar también a favor, para no
quedar en evidencia, lo que hubiera podido implicar incluso su marcha de
la empresa.
Por detrás, sin embargo, se iniciaba una batalla, que a
todas luces parece estéril. Pocos días antes de que su salida fuera
oficial, su madre y su tío presentaron hasta tres demandas contra Marta y
Cristina Álvarez, por más de 140 millones, por un supuesto vaciamiento
patrimonial de Iasa.
Todo porque
el año anterior la firma había aprobado en junta de accionistas una
reducción del capital de 121,4 millones, hasta 50.000 euros, antes,
según alegan los demandantes, de que se registrara ante notario su
entrada en la sociedad.
A las demandas, admitidas por el Juzgado de lo
Mercantil nº 7 de Madrid, se sumó otra de la madre de Gimeno por
una modificación de última hora en el testamento de Isidoro Álvárez, por
lo que recibió solo 5 millones, la mitad de lo previsto en un
principio.
Fue precisamente de forma paralela a esa batalla judicial, cuando
Gimeno empezó a reclamar en los consejos de administración recuperar el
poder. Pero las hermanas Álvarez, que tienen ahora el total apoyo de
inversor catarí, insisten en que debe cumplir lo que marcan los
estatutos. Es decir, limitarse a presidir el consejo, llevar a cabo la
representación institucional del grupo y encargarse de la convocatoria
de la junta de accionistas.
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