No sé si la llamarán ahora “la dama de las basuras” cuando dice que es urgente una remodelación del Gobierno regional, pero yo me apunto a hozar en esa basura, porque lleva toda la razón o casi toda. Sólo se equivoca en un matiz la Rosique: hay que remodelar el Gobierno regional, pero ya no es urgente. Nada urgente.
Me temo que, menos Teresa Rosique, ahora a todo el mundo le da igual que se remodele o no el Gobierno, porque lo que está ocurriendo es demasiado grave como para que nadie se ocupe de asuntos menores. Por ejemplo, de quién les gobierna. En este sentido, nos estamos italianizando, lo que no sé si hace más democrático o menos, pero en cualquier caso ahí está.
En Italia a todo el mundo le da igual si se remodela o no el Gobierno, porque de todas formas se remodela un día a las cinco y a las seis vuelve a haber crisis de Gobierno. En Italia al respetable le da igual quién gobierne, y si hay o no Gobierno, porque de todas maneras el gobierno siempre es “puerco” y tiene la culpa de todo, por principio.
Si hay algo que debo confesar que me gusta de los italianos es su pesimismo vital, lo cual me parece una muestra de inteligencia y sobre todo de no conformismo. Un italiano es ese señor que siempre se está quejando de todo, que gesticula como si incluso lo que va bien fuera una falsa alarma porque en realidad lo bueno ocurre para que luego fastidie más lo peor. Están permanentemente peleados con la providencia, lo cual me parece acertado, porque a eso se le llama realismo (la frialdad y antirromanticismo que veía Pla en Italia: he aquí).
Los murcianos naturalmente que están preocupados por la crisis, pero me atrevería a decir que no están nada preocupados por si Valcárcel quita o pone a tal o cual consejero para hacer frente a cosas que de todas formas sobrepasan en mucho las competencias de un Gobierno regional.
Lo más práctico que pueden hacer los consejeros en circunstancias como las que vienen (“terroríficas”, califican los más objetivos) es no dejarse ver mucho, como en Italia. Cuando se trate de maldecir al Gobierno, nadie va a reparar en el de Valcárcel sino en el de Rodríguez Zapatero. Y ello no porque aquí se vote al PP y el señor Rodríguez Zapatero sea del PSOE, sino porque tradicionalmente cuando las cosas van mal para el bolsillo la mirada se para en el Gobierno central, ni más arriba ni más abajo.
Es decir, ni Bush ni Valcárcel (es la única propaganda que nunca le puede salir bien a Zapatero, ni echando el balón por arriba ni por abajo). Los consejeros, si tienen algún viaje pendiente, mejor que lo hagan, porque no se les va a echar de menos. Antes de la crisis, había muchas voces que se quejaban de que el miedo de consejeros inexpertos, temulentos o simplemente mucilaginosos estaba ralentizando el papeleo burocrático y por tanto la economía regional.
Ahora el papeleo burocrático no está ralentizando nada porque apenas hay nada en marcha. Se ha acabado la urgencia, señora Rosique. Así podemos tirarnos tan malamente todavía dos o tres añitos, el tiempo que tardemos en echar a Rodríguez Zapatero para que no vuelva, que entre todos lo lograremos.