A menos de diez días de las elecciones autonómicas catalanas, y a
pesar de todos los intentos del Gobierno de dejarlas reducidas a unas
simples elecciones para la formación de un nuevo Parlamento regional, ya
se han convertido, de hecho, en unas elecciones soberanistas con las
que se pretende iniciar, contando parlamentarios y no votos, un proceso
de independencia. Un proceso traumático que tendría graves consecuencias
para Cataluña y España, que originaría la implantación de un posible
corralito es el país escindido por las reglas con las que actúa el Banco
Central Europeo (BCE) del que saldría el país que se separa, y que
crearía en toda la Unión Europea, una crisis de identidad en unos
momentos en los que no han desaparecido los problemas de la eurozona, y
de la moneda única y empieza a crujir uno de los pilares de la Unión: la
libertad de circulación y de movimientos del Tratado de Schengen, por
la grave crisis de los refugiados que ha dividido a los 28 países de la
Unión.
Estos efectos internacionales que se pueden producir en una Europa
gravemente fracturada, y las reacciones que, desde fuera, se están
desencadenando por la aventura de los independentistas catalanes,
agrupados en la candidatura “Todos por el Sí”, y cuya última
manifestación ha sido el llamamiento del presidente norteamericano
Barack Obama a una “España fuerte y unida”, han creado un clima de
especial calado que contradice la postura oficial del Gobierno y de su
presidente Mariano Rajoy, de que estamos simplemente ante unas
“elecciones autonómicas”, cuando desde hace meses, se está construyendo
todo un entramado de declaraciones e, incluso, de actuaciones, que están
configurando un auténtico “fraude de Ley”, del que aún, el Tribunal
Constitucional no ha dicho una sola palabra.
El pronunciamiento de Obama, que sigue a los que en los últimos días
han hecho la canciller alemana Angela Merkel y el primer ministro
británico David Cameron, y que son reflejo de las declaraciones en
contra de la ruptura de la unidad nacional, que a lo largo de los dos
últimos años, han realizado altos dirigentes europeos como Durao
Barroso, Van Rompuy y Jean Claude Juncker, han situado a los defensores
de la independencia, con Mas y Junqueras a la cabeza, en una difícil
posición ya que han tenido que empezar a admitir que, efectivamente, se
puede producir problemas para permanecer en Europa, aunque luego matizan
que es imposible que se expulse de la Unión a más de siete millones de
catalanes. En este sentido la escisión de España no solo provocaría
problemas con la UE sino que, según un estudio de la Fundación
Alternativas, el país independiente saldría no solo de la Unión, sino de
todos los organismos internacionales como la ONU, Fondo Monetario
Internacional, la OTAN, el G-20, el Mecanismo Europeo de Estabilidad
(MEDE), y sobre todo, Banco Central Europeo.
Por si quedaba alguna duda este jueves la Comisión Europea ha vuelto a
reiterar su opinión sobre la permanencia en el seno de la Unión de una
Cataluña independiente: “Si una parte de un Estado miembro deja de ser
parte de ese Estado porque el territorio se convierte en un país
independiente, los Tratados ya no se aplicarían a este territorio y la
nueva región independiente, de facto por su independencia se convertiría
en un tercer país respecto a la UE y podría solicitar convertirse en
miembro de la Unión”, ha explicado en rueda de prensa Margaritis
Schinas, portavoz del presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude
Juncker. De darse esta hipótesis, bastaría el veto de cualquier país
para bloquear la incorporación de Cataluña a la UE.
Preocupados e inquietos por la ofensiva internacional de Madrid, ya
que se esperan más reacciones de gobiernos, instituciones y dirigentes
internacionales antes del 27 de septiembre, los lobbies que han sido
contratados por la Generalitat para “vender” las tesis independentistas,
a los que se han sumado los representantes de las delegaciones de la
Generalitat en el exterior, han sido incapaces de movilizar a los
grandes medios de opinión de verdadera influencia (Financial Times, The Wall Street Journal, Le Monde, The New York Times, The Washington Post…)
y a líderes políticos y económicos, y sólo han conseguido a un elevado
precio, unas declaraciones a favor del derecho a decidir de tres
conocidos congresistas norteamericanos, ligados también a grupos de
intereses, entre ellos el cubano-americano Díaz Balart.
Todos los intentos de Artur Mas de reunirse con importantes líderes
europeos y americanos, han sido cortocircuitados por la diplomacia
española, según ha tenido que reconocer el propio Presidente de la
Generalitat, que ha encontrado ahora un ambiente más hostil a su
discurso que cuando el seudo-referéndum del 9 de noviembre que coincidió
con la explosión nacionalista del referéndum de Escocia, que ganaron
los Unionistas.
Es más, periódicos que durante muchos meses han dado una amplia
cobertura a los nacionalistas compartiendo, incluso, parte de sus
postulados, se están mostrando ahora muy críticos con el llamado
“proceso” por los numerosos casos de corrupción en los que ha salido
implicados el expresidente Jordi Pujol, su familia, y el propio
Presidente actual de la Generalitat. Por eso, y por la forma en que se
está llevando el llamado “proceso”, este miércoles este cronista se
hacía eco de las criticas de un periódico belga, el De Standaard,
tradicionalmente cercano a las posiciones nacionalistas en el que se
acusaba a Artur Mas, tocado por la corrupción de su partido, de todo
tipo de “Juegos malabares” para conseguir la independencia.
Hace sólo unas semanas el periódico alemán Handelsblat” no
tenía reparos en calificar al Presidente de la Generalitat de
“Presidente golpista” que, con un plan endurecido para la secesión de
España “quiere romper con la Constitución sin escuchar al Rey que le ha
advertido que de marcha atrás”.
(*) Periodista