miércoles, 27 de marzo de 2019

Bipartidismo porcentual / Ángel Montiel *


Los partidos políticos se atomizan, se fraccionan en nuevas marcas, pero la cuenta no la hacemos sobre cuál de ellos, los nuevos o los viejos, dispone de posibilidades de gobernar por sí mismo, sino qué fuerzas de entre las existentes pueden sumar la mayoría necesaria. 

Y como estamos en España y no en Alemania, se supone que esa concentración se ha de hacer entre los grupos afines, de modo que el extenso panel de papeletas, en la práctica, reproduce de nuevo el esquema izquierda-derecha. 

De un lado, PP, C's, Vox, y de otro, PSOE, Podemos e IU. No hay vasos comunicantes entre los bloques, salvo la posibilidad de que C's, en el ámbito autonómico y municipal, levante el veto a un pacto con el PSOE que excluiría al aliado natural de éste en la izquierda, Podemos.

Por esto, lo relevante de las encuestas, si en realidad queremos saber lo que está en juego, no es tanto el reparto de escaños que atribuyen a cada partido (derivado de una fórmula matemática imprecisa y variable), sino los porcentajes que obtienen las distintas formaciones en intención de voto. Si atendemos a la mayoría de los sondeos publicados en el último tramo, lo que más puede sorprendernos es la persistencia, puntos arriba, puntos abajo, de un 60%/40% de voto destinado respectivamente a la derecha y a la izquierda. 

Hace ocho años, antes del multipartidismo, el PP obtuvo 33 escaños con el modelo electoral de las cinco circunscripciones (que impedía de facto en dos de ellas, y hasta en tres muchas veces, la consecución de diputados por partidos que no fueran PP o PSOE); ahora todo será distinto con circunscripción única y más del doble de partidos con opción a plaza, pero la cosecha de votos en el esquema izquierda-derecha permanece intacta en cuanto a porcentajes. 

Y así, la gobernación sólo podría variar porque uno de los partidos adscritos a una de las dos franjas (C's, por ejemplo; es decir, el único ejemplo) cambiara de la acerca por la que ahora transita, o por alguno de los caprichos de la Ley D'Hont que facilite, como ocurre en Cataluña, que gobierne la coalición de los partidos que perdieron las elecciones en número de votos. 

En la Región de Murcia, sobre el papel, nada se ha movido en la base sociológica, cosa que es muy interesante resaltar para evitar el mareo que produce el ascensor (arriba y abajo) que señala la emergencia o la decadencia de unas u otras fuerzas políticas. Una década después del 'efecto 33' del PP, y con todo lo que ha venido, el electorado murciano parece permanecer aferrado a una similar distribución porcentual en cuanto a bloques ideológicos, si bien ahora éstos fraccionados en distintas alternativas. 

Esta circunstancia es lo que causa perplejidad en la izquierda, que debiera hacer algún esfuerzo para desentrañar su estancamiento evitando el resorte de la superioridad intelectual y de la estigmatización de esa mayoría de ciudadanos que se les resiste. Un buen ejercicio de investigación de las causas para comprender las consecuencias.


(*) Columnista


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