martes, 20 de marzo de 2018

Ante una obligada reforma tributaria / Juan Velarde *

Toda una serie de planteamientos relacionados con el panorama fiscal español muestran la necesidad de acometer reformas. Pero éstas han de ser racionales, adecuadas, por tanto, a las exigencias de nuestra economía y, simultáneamente, encaminadas a resolver problemas muy serios, que aparecen como de difícil enmienda en el panorama español. Tampoco se ha de evitar el ignorar que en economía todo está relacionado con todo.

Precisamente por eso, en estos momentos hay que conceder prioridad a una frase de Mendizábal, aquel gran ministro de Hacienda de la Reina Gobernadora María Cristina, quien en la Memoria presentada a las Cortes de la Nación española, fechada el 17 de agosto de 1837, señala algo que sigue vigente 180 años después; financiar los déficit a través de un empréstito obliga a los gobernantes a pensar en cuántos y cuán duros serán los sacrificios que recaerán en parte sobre el noble pueblo español a causa de que las derivaciones de la deuda pública frenan el desarrollo de las relaciones financieras. 

Y aunque nuestra economía no es exactamente la norteamericana, sí sirve para España lo que nada menos que la autoridad de Martin Feldstein indicaba en su artículo ¿Por qué los tipos de interés de los EEUU son altos y están en aumento?, publicado en ABC Empresa el 11 de marzo de 2018, porque los déficit del sector público, entre otras cosas, siempre provocan caídas bursátiles. Todo eso lo experimentamos los españoles como consecuencia del déficit fiscal decidido por el Gobierno socialista de Rodríguez Zapatero, que así intentaba equivocadamente escapar de la crisis financiera mundial.

Pero, a más de superar el serio problema de la deuda pública, es urgente además liquidar el caos fiscal organizado por las dispares políticas tributarias desarrolladas por las autonomías regionales, las cuales, adicionalmente, rompen la unidad del mercado español, con el consiguiente hundimiento de la productividad. Han aportado cifras muy significativas sobre esto Susana Alcelay y Jaime Tahri en su artículo Las regiones tienen una maraña de 82 impuestos. Los impuestos más disparatados, aparecido en ABC el 11 de marzo de 2018. Desde luego, ésta no es una situación tolerable.

Pero también es necesario tener en cuenta que, como señalan Jorge Uxó y Nacho Álvarez en el artículo Terminar con la austeridad: una política fiscal alternativa para España, que se publicó en el volumen coordinado por Antonio Sánchez Andrés y Juan Antonio Tomás Carpi, Política económica 2015 (Tirant Lo Blanch, 2016). En él se señala que "de hecho el peso del gasto público en el PIB es sistemáticamente inferior en España que en el resto de la Zona Euro, en términos ajustados al superado en 7 puntos porcentuales, y lo mismo ocurre con los ingresos".

Pero todo eso no puede llevarse por delante sin tener muy en cuenta todo lo muchísimo que se ha escrito sobre la curva de Laffer. Sabido es que esta curva muestra que en la primera etapa de crecimiento de los tipos impositivos -la llamada zona normal- si se aumenta la carga tributaria subiéndolos, surge la denominada zona profunda, porque en ella, la recaudación, a causa de ese aumento, disminuye, como dibujó Laffer en aquel famoso momento tomando una servilleta de papel con su estilográfica en un establecimiento de Washington. 

Y esto no es lo mismo en todos los impuestos. Siempre que he leído esto en relación concreta con los de consumos, el IVA incluido, me he acordado del gran Flores de Lemus y sus ofensivas contra éstos en España, por supuesto que en otro conjunto económico.

Y en este análisis sobre la curva de Laffer, que de manera que hay que calificar como interesantísimo lo que hace José Félix Sanz Sanz en su aportación La curva de Laffer: ¿mito o realidad? Discusión, modelización y evidencias en el IRPF español, publicada en el monográfico La teoría económica de las reformas fiscales: análisis y aplicaciones para España, de Papeles de Economía Española

Concluye Sanz Sanz su análisis así: "En definitiva, el análisis realizado confirma a la curva de Laffer como un instrumento de análisis económico riguroso y útil, que no debiera ser despreciado por ningún agente involucrado en el diseño y reforma de la política impositiva".

Todo lo señalado, en la España actual, ha de ligarse, muy especialmente, con peticiones de mayor gasto público por varios motivos. Unos son obligados, como por ejemplo, la que dada la situación del Mediterráneo, clave además para nuestra economía, obliga a incrementar nuestros gastos de defensa nacional. 

La OTAN lo exige y no cabe esperar que rectifique. Pero, además, por ejemplo, ¿no es urgente aumentar el gasto en educación, en investigaciones científicas y tecnológicas si queremos seguir siendo, como lo somos actualmente, un país fuertemente exportador y capaz de recibir notables de inversiones directas extranjeras? 

A su lado se encuentra un serio problema demográfico, ligado al envejecimiento y la caída de la natalidad, que en planteamientos como el de las pensiones, está ligado a decisiones electorales, y que justifica esta observación que sobre esta realidad española personalmente me dijo el Premio Nobel de Economía, profesor Franco Modigliani: "¡Vaya bomba de relojería que tienen ustedes!" Y es preciso resolver esto dentro de planteamientos políticos democráticos.

Lo señalado obliga a no olvidar ninguno de sus aspectos, y además que en una estructura económica, como nos mostró, por ejemplo Leontief, todo está relacionado con todo. Por eso considero que es preciso recoger la frase de la Introducción editorial: solo cabe ignorar esto por dos motivos, o por ignorancia, o por sectarismo ideológico.

Ahí se encuentra, pues, el límite que debemos exigir a nuestros gobernantes, y también a quienes influyen a un amplio público. Por ejemplo, cierto cardenal catalán, que acaba de opinar sobre la necesidad de cargas impositivas sobre la banca, ¿no debería haber imitado a San Juan Pablo II antes de opinar sobre ello? Porque aquel Papa, antes de opinar en estas materias dijo, ejemplarmente, según se lee en la obra de George Weigel, Biografía de Juan Pablo II. Testigo de esperanza: "Quizá convenga ver lo que dicen unos cuantos economistas".



(*) Catedrático y presidente de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas


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