No era precisa particular agudeza para darse cuenta de lo que iba a pasar. Acción/reacción/más acción. Hasta El País lo ha visto: la prisión de Sánchez y Cuixart da oxígeno al independentismo y así ha sido. Una reacción espontánea, inmediata, masiva de la gente. Aunque El País, siempre servicial con el gobierno, la reduce a unos "miles", ha sido muy considerable y muy, muy generalizada.
La
decisión de la jueza, cuestionada jurídicamente a fondo, es un
disparate político mayúsculo, sobre todo por su sublime inutilidad.
Ahora hay dos presos políticos, pero el movimiento que lideran sigue
intacto, ha generado ya su nueva dirección provisional y mantiene su
estructura en red operativa, ahora fogueada con un nuevo objetivo que la
ineptitud del gobierno (pues la decisión, en el fondo, es política,
como todos sabemos) le ha entregado en bandeja.
Ahora
hay cientos de miles de gentes en las calles y la actitud de
desobediencia (las institucioness catalanas paran dos días en protesta
por el encarcelamiento) se extiende por la sociedad. El punto siguiente
de más acción/más reacción pinta oscuro. De un lado tenemos una sociedad
muy movilizada en paralelo con un duelo institucional entre el govern y
el gobierno de consecuencias imprevisibles, y de otro 10.000 efectivos
de antidisturbios acantonados en Cataluña. En cualquier momento puede
saltar una chispa y producirse un desastre de esos que los burócratas de
la UE llaman irreparables.
Preparándose para la eventualidad, el discurso del gobierno, con el firme apoyo del PSOE, culpa de antemano a Puigdemont (la derecha suele personalizar sus ataques) de las consecuencias de la aplicación del 155. El razonamiento, en efecto, es el del maltratador, el de culpar a la víctima. Esta tiene que encontrar el recto camino incluso en contra de sus intereses. En el ínterin de la tensa espera se disparan los rumores. Los "duros" del PP quieren ilegalizar los partidos independentistas. ¿Y por qué no las organizaciones sociales como la ANC y Ómnium? ¿Por qué no a la sociedad catalana? ¿Por qué no a Cataluña? No se rían. La aplicación del 155 y el estado de excepción de hecho que ya existen y quieren ser ampliados e intensificados, ¿que es sino la ilegalización de la Generalitat y, por ende, de Cataluña?
Preparándose para la eventualidad, el discurso del gobierno, con el firme apoyo del PSOE, culpa de antemano a Puigdemont (la derecha suele personalizar sus ataques) de las consecuencias de la aplicación del 155. El razonamiento, en efecto, es el del maltratador, el de culpar a la víctima. Esta tiene que encontrar el recto camino incluso en contra de sus intereses. En el ínterin de la tensa espera se disparan los rumores. Los "duros" del PP quieren ilegalizar los partidos independentistas. ¿Y por qué no las organizaciones sociales como la ANC y Ómnium? ¿Por qué no a la sociedad catalana? ¿Por qué no a Cataluña? No se rían. La aplicación del 155 y el estado de excepción de hecho que ya existen y quieren ser ampliados e intensificados, ¿que es sino la ilegalización de la Generalitat y, por ende, de Cataluña?
Por
lo demás, el papel más desgraciado en este drama, que tiene algo de
tragedia y algo de comedia bufa, corresponde al PSOE. Su apoyo sin
reservas a la política represiva del PP, que se presenta como una
muestra de alto sentido del Estado, pone de relieve que carece de un
proyecto propio que pueda medirse en tirón electoral con el del PP. Se
trata, pues, de un cálculo electoral. Y un cálculo electoral erróneo
porque, puestos a votar la unidad de la Patria, la gente va al de la
Patria de toda la vida.
Esta
lamentable subalternidad de los socialistas (como la de toda la
izquierda española en el banco de pruebas de Cataluña) desciende a
niveles de auténtica sumisión. Sánchez ha pasado de anunciar que pediría
inmisericorde la dimisión de Rajoy a retirar a escondidas, en la noche y
la niebla, la petición de reprobación de la vicepresidenta Sáenz de
Santamaría a raíz del vandalismo policial en Cataluña que él mismo había
ordenado presentar. Después de esto, pensar que el PSOE pueda suponer
algún tipo de contrapeso a los seguros excesos del PP en el Principado
es estar en Babia.
Es
más, los socialistas, movidos por un renacido espíritu nacional español
viajan a Bruselas a modo de embajadores del gobierno. ¿No quedábamos en
que el conflicto catalán era un asunto interno español? ¿Qué pinta
Sánchez en Bruselas desactivando el mensaje de la "represión" en Cataluña?
Puestos ya a hacerle el trabajo sucio al gobierno, el SG puede
aprovechar para negar que hubiera vandalismo policial el 1/10 y mucho
menos 900 heridos. Al fin y al cabo, es lo que sostiene el señor
Hernando, del partido al que el señor Sánchez apoya, el mismo señor
Sánchez que el día 2 de octubre felicitaba a los cuerpos de seguridad
del Estado por su actuación en Cataluña, pero no tenía ni una palabra
para lamentar las víctimas.
Pero,
ténganse los chistes. Si el PSOE se encuentra en este calamitoso
estado, Podemos ni estado tiene. El conflicto España/Cataluña lo ha
pulverizado y hecho enmudecer. Su ideología de izquierda lo lleva a
simpatizar con la causa catalana (sin entender gran cosa de ella), pero
su pragmatismo le aconseja no contradecir el espíritu nacional-español
tan presente entre su electorado como en el del PSOE o los otros
partidos dinásticos. Así que ahí se ha quedado, aferrado a su fórmula
ideal de un referéndum pactado legal que los otros partidos españoles no
aceptan. Una jaculatoria hueca. Un "Virgen, que me quede como estoy"
mientras pasa esta tormenta.
Podemos vino a revolucionar España sin pensar en Cataluña y Cataluña ha revolucionado España sin pensar en Podemos.
Mi artículo de hoy en elMon.cat. Titulado La clave es la unidad y la movilización pacífica
hace referencia al encarcelamiento de los presidentes de la ANC y
Ómnium por una jueza cercana al PP, condecorada po la Guardia Civil y el
ministro del Interior y cuyo auto de prisión preventiva sin fianza,
según numerosos expertos, se inventa un delito y carece de fundamento
jurídico. Ni falta que le hace. La decisión de encarcelar a los dos
Jordis es puramente política, adoptada previamente por el gobierno, con
ánimo de escarmiento y amenaza. O sea, algo repugnante para cualquier
conciencia democrática. Por supuesto, el PSOE apoya esta medida
típicamente franquista y Sánchez irá a Bruselas a embellecer la
deriva fascista del Estado español, de la que él ha pasado a ser
elemento importante.
¡Qué
falta no ya de decencia política sino de simple previsión! Tanto el
gobierno franquista como su oposición socialista (cortados por el mismo
patrón ideológico) confían en que, encarcelados los jefes de Ómnium y la
ANC, el movimiento se desinflará. Creen que los catalanes son como
ellos, que solo se mueven si van a sacar provecho material. No saben que
han puesto en marcha una maquinaria social, de solidaridad generalizada
de los catalanes con estos dos hombres.
Un
movimiento que, en contra de lo que piensan estos políticos españoles
de vía tan estrecha como su espíritu, no se detendrá hasta convertirse
en una marea nacional-catalana que, aparte de rescatar a los dos Jordis
será uno de los pasos de la nueva República Catalana.
Aquí el texto castellano.
La clave es la unidad y la movilización pacífica
No
falta ni un elemento en el proceso de fascistización del Estado y la
conversión del régimen del 78 en una dictadura disimulada con un
bipartidismo corrupto. No se encuentra otra vía civilizada para tratar
la cuestión catalana. Cuenta con el apoyo activo del PSOE, de la
oligarquía, de la Iglesia y el pasivo de la otra izquierda española y la
inhibición de la UE.
No
queda nada de los principios del Estado social y democrático de derecho
de la CE. El Rey, cuya legitimidad es más que cuestionable, está por
encima de la ley, pero no del partidismo político. En su reciente
mensaje respaldó la política represiva del partido del gobierno, se puso
de su lado, amenazó a la otra parte del conflicto e ignoró la suerte de
las víctimas inocentes.
El
Tribunal Constitucional es un órgano político al servicio del poder,
convertido contra toda justicia, en ejecutor de sus propias sentencias
mediante una reforma inconstitucional por él avalada. Este órgano que
arrastra un desprestigio de años, ha anulado la Ley del Referéndum
catalana, con la misma rapidez con que muestra su complicidad con los
intereses del gobierno.
La
jueza de la Audiencia Nacional (versión actual del TOP de Franco),
persona con una carrera política partidista y recientemente condecorada
por la Guardia Civil y la Policía Nacional, ha encarcelado a dos
dirigentes sociales populares catalanes. La decisión, de fundamento
jurídico dudoso, pretende alimentar la política de provocación del
Estado en Cataluña para conseguir una reacción violenta que justifique
otra jornada de vandalismo policial en el Principado.
No
es extraño que, según la Comisión Europea, España esté a la cola de
Europa en materia de independencia judicial. A la cola es poco. El poder
judicial está al servicio del gobierno y de su partido que tiene más de
700 imputados en procesos penales por delitos de derecho común.
En
el Parlamento hay una coalición nacional-española de hecho entre el PP,
el PSOE y C’s que bloquea la cámara y la convierte en un remedo de un
órgano legislativo y de control. Su sola función es respaldar al
gobierno en su política de imposición y arbitrariedad.
Los
medios de comunicación están a las órdenes del poder político . Tanto
los públicos como los privados son instrumentos de propaganda,
tergiversación y manipulación especialmente en lo que se refiere a
Cataluña. También los emplea en montajes políticos en campañas de guerra
sucia contra sus enemigos políticos.
Según el estudio Reuters de la
Universidad de Oxford, estos medios son de los menos creíbles de Europa y
del mundo. Si los españoles quieren informarse tienen que recurrir a
alguna (escasa) prensa digital, los medios extranjeros y, sobre todo,
las redes sociales. Por eso el gobierno de la derecha pretende acometer
una “regulación” de la libertad de expresión en las redes. Esto es,
suprimir la libertad de expresión en lo digital, igual que su “Ley
Mordaza” era una ley contra la libertad de expresión.
Con
arbitrariedad del poder ejecutivo, sumisión del poder judicial,
irrelevancia del legislativo, servilismo de los medios de comunicación,
apoyo de la oligarquía financiera y de la Iglesia católica, España no es
un Estado social y democrático de derecho, sino un régimen despótico de
filiación franquista. Lo social fue eliminado de un plumazo con el
programa neoliberal del PP de corrupción y saqueo del país. Lo
democrático, fulminado cuando se apaleó a la población catalana por el
hecho de votar. Lo de derecho ha terminado de desaparecer con el
encarcelamiento de dos dirigentes populares por motivos políticos.
Mientras
se resuelve el contencioso epistolar entre el gobierno de España y la
Generalitat, el Estado no dejará de provocar al independentismo para ver
si consigue destruir su base popular, política y moral. Para ver si,
con ayuda de sus comparsas seudosocialistas, lo pone a su bajo nivel
franquista para tener un pretexto y atacar con eso que sus criados
intelectuales llaman “violencia legítima” del Estado y no es otra cosa
que fascismo marca España.
Por
eso, la respuesta del independentismo catalán será siempre la misma:
resistencia democrática y pacífica frente a la arbitrariedad y la
tiranía y, sobre todo, mantenimiento de la unidad de acción a toda
costa. A toda costa quiere decir a toda costa mientras el objetivo
estratégico esté pendiente. Es el mensaje que han dejado los dos Jordis
al entrar en prisión y el que sin duda iluminará la acción de la
sociedad catalana en su respuesta a las cada vez más histéricas
tarascadas de un Estado en proceso acelerado de fascistización.
Y al que
la gente da apoyo masivo en las calles. Cuando el Estado comprenda (o,
lo más fácil, le obliguen a comprender) que no puede bloquear la
voluntad mayoritaria de una población que expresa su desobediencia a la
tiranía, pacífica y democráticamente, la República Catalana, ya
proclamada de hecho el 3 de octubre, será una realidad de derecho.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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