Los nervios
están a flor de piel entre los partidos y movimientos pro
independentistas en Catalunya. La cita ante el TSJC del president de la
Generalitat, Artur Mas, se considera como “una provocación” del gobierno
del presidente Mariano Rajoy, en vías a que la Justicia inicie el
camino hacia una eventual inhabilitación del presidente Mas.
Todo
apunta que Artur Mas no responderá a las preguntas del Tribunal
Superior de Justicia de Catalunya. Seguirá la misma estrategia que la
ex vicepresidenta de la Generalitat, Joana Ortega, y la consellera
de Educación, Irene Rigau que ya fueron convocadas por el TSJC, por
desobediencia al convocar la consulta del 9-N.
Todo ello casi
un año después de haberse celebrado la consulta, poco después de
las pasadas elecciones autonómicas el 27 de septiembre y, sobre
todo, casi en vísperas de las próximas elecciones generales del 20
de diciembre.
Tanto en Barcelona como en otras ciudades
catalanas se han producidos manifestaciones de apoyo a los
políticos investigados, organizadas por la ANC (Associó
Catalana per l´Independencia), Òmnium Cultural y los partidos
políticos pro independentistas. Consideran un “escándalo” y una
reacción “antidemocrática” el uso del sistema judicial por haber
consultado la opinión de los ciudadanos.
La
investigación, y eventual acusación del TSJC, se centra en el uso
indebido, por ejemplo, de ordenadores, personal e
instalaciones públicas – casi todos los centros de voto fueron en
colegios – con interés partidista y a cargo del erario público.
A
la espera de una sentencia que, probablemente, tardará en
llegar, el epicentro del asunto está en neutralizar la figura
política de Artur Mas. Pensar que eliminando, políticamente
hablando, el liderazgo de Artur Mas se apaciguará el ambiente pro
independentista es, probablemente, un craso error.
Aunque a
Artur Mas no le faltan problemas – como las dudas que planean sobre
su nombramiento en el nuevo Parlament de Catalunya, como president
de la Generalitat – su presencia ante el TSJC está reforzando su
imagen entre los pro independistas, el 47,8 % de los votantes en el
pasado 27-S.
Incluso aunque sea reelegido president, Artur
Mas, tendrá una posición política débil. De ahí que en los foros de
CDC, donde no todos tienen el mismo entusiasmo pro
independentista, se hable ya casi abiertamente de quien deberá
ser su sustituto. Recuerdan que en marzo de 2016 hay previsto un
congreso del partido y será allí donde se perfile el sucesor.
En
cualquier caso estamos en un tenso paréntesis político. Todos
esperan y hacen sus quinielas sobre cuál será la decisión de los
votantes el próximo 20 de septiembre. Es ahí de donde deberá salir
el posible nuevo encaje para una Cataluña, donde el Partido Popular ya
no tendrá la mayoría. O, incluso, con muchas dudas si Mariano Rajoy
será reelegido, en función de los eventuales pactos o de
liderazgos.
Por todo ello, en realidad, tanto el president
Artur Mas, como el presidente Mariano Rajoy, pueden considerarse
como dos líderes políticos que ya están amortizados.
(*) Periodista