En contra de todos los pronósticos, de todas las encuestas, y de
todos los escándalos que han ido surgiendo un día sí y otro no, la
campaña electoral, el Partido Popular ha ganado las elecciones de este
domingo de Junio, y ha sido el único partido que ha subido en número de
escaños, hasta el punto que ha recuperado parte de los que en Diciembre
le quitó Ciudadanos (que de 40 diputados, ha perdido 8, para quedarse en
32, probablemente debido al voto útil y a un Pacto con el PSOE que no
fue entendido por muchos de sus electores) pero que, además, ha
conseguido otros seis, hasta alcanzar la cifra de los 137, una cifra que
probablemente ni siquiera esperaba Rajoy cuyo pronóstico más optimista
rondaba los 133 diputados.
En este sentido, no sólo ha ganado la estrategia de Rajoy, tan
criticada y puesta en duda (incluso su primera postura de declinar la
oferta real de acudir a la investidura como partido más votado, algo que
provocó tensiones entre Moncloa y Zarzuela) sino su negativa a dar un
paso atrás para dar paso a otro candidato que no fuera vetado por
Ciudadanos que ponía como condición para cualquier pacto otro candidato
que supusiese una muestra pública de que se iniciaba una nueva etapa de
regeneración política y de lucha contra la corrupción. Ni las presiones
de algunas empresas del Ibex, ni el veto de algunos partidos, tuvieron
la menor influencia en el candidato popular, convencido de que, como
otros, merecía una segunda oportunidad, ya que se resistía a ser el
único candidato que solamente había consumido solo un mandato.
Es el triunfo del PP pero sobre todo, es el triunfo personal de
Rajoy, probablemente el mejor preparado para hacer frente en estos
momentos a la grave situación que atraviesa Europa por el Brexit
británico. Habrá que analizar la influencia que ese Brexit, que traerá
consecuencias gravísimas para el Reino Unido y para las Europa de los
27, ha tenido en ese vuelco inesperado que ha beneficiado al PP y a su
Presidente. Igualmente es el fracaso de Pablo Iglesias que en su
comparecencia pública ha sido incapaz de hacer una autocrítica de lo que
ha supuesto el pacto con Izquierda Unida.
Un pacto, que siempre fue criticado, y puesto en duda por el número
dos del partido Iñigo Errejón, partidario de una mayor transversalidad y
no de una identificación con el partido comunista. Unidos Podemos ha
mantenido los mismos escaños que tenia (69 de Podemos y las Influencias,
y dos de Izquierda Unida) y han visto como ha sido imposible ese
“sorpasso” con el que soñaban para convertirse en la primera fuerza de
la izquierda. Algo que, por lo menos, ahora, ha quedado como un sueño.
Con estos resultados, habrá que preguntarse si los responsables (por
calificarlos de algún modo) políticos, van a ser capaces de romper el
bloqueo en el que se encuentra el país desde el pasado mes de Diciembre,
pendiente de nuevos recortes como ya ha anunciado repetidamente
Bruselas tras el incumplimiento del déficit público; con un Presupuesto
elaborado por el PP y discutido por la Comisión Europea y con un
auténtico tsunami en la Unión Europea, tras el triunfo del Brexit en el
Reino Unido, algo que se ha convertido en un verdadero terremoto
político de consecuencias imprevisibles (ver republica.com “Brexit: Efectos devastadores de un tsunami”),
tan imprevisibles que, hasta está en juego, el futuro del Reino Unido,
tras la nueva rebelión que se está produciendo en Escocia y en Irlanda.
¿Serán conscientes los nuevos “responsables” (por llamarlos de algún
modo) del momento tan grave que está viviendo el país y Europa? Desde
fuera, la situación española produce tal sorpresa que hasta el semanario
The Economist pone en duda que la situación política de
nuestro país se normalice, y que haya que ir a unas terceras elecciones,
ya que los resultados de los comicios de este domingo podrían no ser
suficientes para aclarar el panorama político y serán necesarias una
tercera consulta para “romper el bloqueo en el que se encuentra el
país”. Bloqueo que continuará si los partidos siguen manteniendo las
mismas líneas rojas que mantuvieron durante las consultas del primer
cuatrimestre del año. Es decir oposición al PP de Rajoy, a pesar de su
triunfo y dificultad de pacto con Podemos si mantiene el derecho a
decidir y los referéndums de autodeterminación.
Aunque no se haya producido el “sorpasso” (fracaso rotundo de todas
las encuestas, sobre todo de las israelitas a pie de urna) y, el PSOE
haya perdido escaños, la realidad es que a pesar de que estamos ante
unos malos resultados, queda reforzada la figura de Sánchez hasta el
punto que en determinados círculos socialistas se habla de la
posibilidad de un intento de formar gobierno, algo difícil después del
fracaso de Marzo. La realidad es que el viejo partido del auténtico
Pablo Iglesias, sigue teniendo una de las llaves de la gobernabilidad
del país y su voto será decisivo para cualquier fórmula de coalición o
de colaboración que se maneje.
Algo que Sánchez a lo largo de la campaña
no ha querido concretar, entre otras razones, porque no podía explicar
que detrás de la estrategia de la coalición de izquierdas Unidos
Podemos, estaba la “pasokización”: la repetición del mismo fenómeno que
puso en práctica el partido Syriza en Grecia con el viejo Pasok griego,
el partido socialista de referencia en el país y que prácticamente ha
desaparecido del mapa para convertirse en una fuerza residual.
Lo normal después de esos 137 diputados es que sea Rajoy el que
intente la investidura. Lo tiene difícil pero es posible…Todo menos unas
terceras elecciones.
(*) Periodista