domingo, 26 de mayo de 2024

Qué podemos hacer para salvar el Mar Menor / Luis Fernando del Rivero Asensio *

Son muchas y frecuentes las opiniones que se vierten por diferentes colectivos sobre la situación del Mar Menor, cuáles son sus causas y la posible solución a las mismas para poder disfrutar de esta joya, que aporta beneficios en el sector turístico sin que se vean afectados sectores de gran importancia económica, como la industria agroalimentaria y la pesca en el entorno de dicho mar.

En una breve descripción de sus características, el Mar Menor es una de las masas de agua que se presentan en el Mediterráneo separadas del mar por una barrera arenosa y conectadas al Mediterráneo por unos canales que permiten la salida del agua de estas masas al Mediterráneo o la entrada del Mediterráneo a las masas salobres, en el caso del Mar Menor y de la Mar Chica, saladas.

En concreto, el Mar Menor tiene una superficie de 135 km2, es decir, 13.500 ha., con una profundidad media de 4,5 m. y una salinidad en torno a los 40 gramos por litro de sales, básicamente cloruro sódico.

La evaporación potencial en la zona equivale a 1.700 mm. de altura de agua por m2 de superficie y la pluviometría a 300 mm/m2, lo cual nos da una evaporación de aproximadamente 190 hm3/año que deben ser aportados por el Mediterráneo. Igualmente, tiene una cuenca vertiente de 110.000 ha. concentradas en una serie de ramblas (la más importante la del Albujón) que aportan entre todas ellas una media de 30 hm3/año de aguas de avenidas con sólidos en suspensión de un 5%, sin que estas aportaciones tengan salidas al Mediterráneo, al estar interferidas por la presencia de la barra arenosa de La Manga.

Aparte de estos flujos naturales, a partir de 1930, pero de una forma más acelerada a partir de los años 60 del pasado siglo, ha ido recibiendo aportes de aguas procedentes de la acción humana, tanto residuales como de las procedentes de la lixiviación de 50.000 ha. de regadíos de alto interés nacional, que se estiman en un total de 8,5 hm3/año, 4 hm3 concentrados en la rambla del Albujón y el resto en una penetración difusa del acuífero del Cuaternario al Mar Menor. 

Por otra parte, a pesar de la reutilización para agua de riego de los efluentes de las estaciones de depuración de aguas residuales de todos los municipios costeros, y no costeros pero incluidos en la zona vertiente al Mar Menor, se producen un total de 1,5 hm3 anuales de vertidos directos al mar

Si recorremos todas las masas de agua anteriormente citadas en el Mediterráneo, nos encontramos, aparte del Mar Menor, la Albufera de Valencia, los Etang de la costa francesa procedentes de los ríos (principalmente el Ródano), igualmente, en Italia nos encontramos con las albuferas de Orbetello y la más importante del Mediterráneo, la Laguna de Venecia, como más adelante tendremos las masas de agua de la desembocadura del Danubio, ya en África las del Nilo, y marchando hacia el oeste en Marruecos, la Mar Chica, hoy Mar de Nador, siendo ésta la única, como el Mar Menor, cuya alimentación no es de ningún río importante, sino del propio Mar Mediterráneo y de las ramblas de sus respectivas cuencas vertientes con volúmenes muy inferiores a los aportados por el Mediterráneo, para compensar en ambos casos las fuertes evaporaciones de las albuferas saladas, necesitan unas conexiones importantes albufera salada–Mar Mediterráneo. 

Según la descripción que hemos hecho anteriormente, el Mar Menor cuenta con dos enemigos, uno es la naturaleza y el otro el hombre, y cada uno ejerce dos acciones que pueden ser perniciosas para la vida del mismo si no se ejecutan una serie de acciones que desarrollaremos a continuación. 

Como hemos visto, las ramblas vertientes al Mar Menor, todas ellas con caudales totalmente discontinuos y como consecuencia de las escasas pero concentradas lluvias en la cuenca vertiente, necesitan buscar una salida al Mediterráneo, pues si no, los aproximadamente 1,5 hm3 de lodos aportados anualmente por las ramblas terminarán colmatando la capacidad actual de 600 hm3 del Mar Menor en un periodo de aproximadamente 400 años. Para demostrar esto, incluimos la figura nº 1, en la que, en comparación con la figura nº 2, se aprecian los efectos de aportes de lodos en las avenidas producidas en un día de fuertes lluvias.

Igualmente, se pueden analizar los planos de 1817 en la figura nº 3, en la cual se observan los cambios de superficie con la actualidad, siendo de destacar que las torres de vigía del Rame y del Negro hoy se encuentran a 700 m. y 1.000 m. de la orilla, cuando fueron construidas en 1580 en tiempos de Felipe II y por Jerónimo de Ayanz a la orilla del Mar Menor.  

Por consiguiente, para combatir el aterramiento que las ramblas producirán en el Mar Menor, es necesario sacar éstas al Mediterráneo, como hizo la Confederación Hidrográfica del Segura con la Rambla del Hondón, que vertía al puerto de Cartagena aterrando el puerto pesquero. Esta actuación obviamente no es urgente, pero sí importante, y se deben aprovechar momentos de existencia de fondos europeos para defensa de las joyas ambientales. 

Así mismo, la naturaleza ataca al Mar Menor con los arrastres de arenas desde la desembocadura del Segura, atenuados en su intensidad por las construcciones de las presas del Segura en los últimos 100 años, pero que tienden a cerrar las conexiones o golas entre el Mar Menor y el Mar Mediterráneo. 

Esta actuación consistiría en dragados anuales de poco importe que mantuvieran las secciones de las golas en el estado que tenían en 1960. Para ello, vemos en la figura nº 4 unos planos de 1817, y en las figuras nº 5, 6 y 7 cómo en 200 años han disminuido en número, anchura y calado. 

Veamos ahora la acción del hombre sobre el Mar Menor. La primera se debe al incremento de la población instalada en sus costas, así como en los pueblos interiores pero en la cuenca vertiente al Mar Menor, que hoy día alcanzan una población estable de 80.000 habitantes en invierno y hasta 500.000 en los meses de julio y agosto. 

Inicialmente, los pueblos y pedanías costeros estaban dotados de pozos negros y fueron pasando a tener paulatinamente redes de saneamiento unitarias con tuberías de hormigón en masa, generalmente de 300 mm. de diámetro y con juntas de mortero, y las estaciones depuradoras estaban calculadas para la población estable. Se fueron mejorando, pero no era posible ante cualquier lluvia, por pequeña que fuera, que llegaran a las estaciones depuradoras de Torre Pacheco, San Pedro del Pinatar, San Javier, Los Alcázares, etc., cantidades muy superiores al caudal de diseño de las depuradoras, y se produjeran vertidos a las ramblas, que finalmente terminaban en el Mar Menor, a pesar de que el 100% de los caudales de diseño de las depuradoras estaban utilizados para riego, pero no así los excedentes sobre dicho caudal de diseño. 

Estos vertidos eran ricos en nitritos, fosfatos e incluso colis, y recordando las enseñanzas del profesor Margalef, los fosfatos se depositan en el suelo del mar y tienen una importante pervivencia que, unidos a otros nutrientes, pueden producir gran desarrollo en las algas y en el plancton del Mar Menor, fenómenos de eutrofización. A todo esto, se añadía la subida del nivel freático, que junto a la mala calidad de la red de saneamiento, aumentaba los caudales que teóricamente debían recibir las EDAR, con lo que se incrementaban los vertidos de los aliviaderos de las mismas a las ramblas tributarias del Mar Menor. 

Por todo esto, es necesario acometer una acción enérgica sobre los alcantarillados de todos los núcleos de población en las zonas limítrofes el Mar Menor, dotándolas de saneamiento separativo, es decir, que las aguas negras vayan a una tubería y las pluviales a otra paralela, ambas de alta calidad, totalmente impermeables, que adapten los caudales de diseño de las depuradoras al agua realmente recibida y, por consiguiente, no se produzcan vertidos a las ramblas de aguas residuales y éstas sean totalmente aprovechadas tras haber sido depuradas con tratamiento terciario en el riego de la zona dominada por la Comunidad de Regantes del Campo de Cartagena. 

De esta manera sólo irían al Mar Menor las aguas de lluvia, exentas de todo tipo de nutrientes. Esta es una inversión que debe ser realizada por los ayuntamientos, cobrando a los vecinos por contribuciones especiales y con las subvenciones que se puedan obtener de Europa, por la mejora que se produciría en el medio ambiente. 

Como segunda acción del hombre sobre el Mar Menor tenemos, como consecuencia de los riegos agrícolas, la penetración puntual en la rambla del Albujón y difusa a lo largo de toda la costa, estimadas ambas en un estudio de TRAGSA en 4,5 hm3/año para la penetración puntual y 4 hm3 para la difusa a lo largo de toda la costa, de aguas ricas en nitratos. 

Para todo esto, hagamos una breve historia

Hasta 1960 se regaban unas 500 ha. en la zona vertiente al Mar Menor con extracciones de agua superficiales con alta salinidad, pero que dieron lugar a una inicial escuela de riego en la zona. 

A partir de 1962 comenzó un desarrollo creciente del regadío por aprovechamiento de aguas subterráneas con pozos entre 100 y 150 m. de profundidad, con aguas de alto contenido en cloruros y sulfatos, de una conductividad del orden de 6.000 microsiemens no aptas para un riego continuo pero sí para un riego rotatorio que cada seis años repitiera el terreno y los cultivos fueran aptos a salinidades importantes, tales como el melón, el tomate, la alfalfa, el pimiento de bola, etc., llegando a tener 5.000 ha. rotatorias en riego. 

En 1976 comenzaron las obras de los regadíos de alto interés nacional de la concesión del trasvase Tajo-Segura, con una dotación de 122 hm3 a las zonas oriental y occidental del Campo de Cartagena. Dichas obras, proyectadas en un plan conjunto por el IRYDA y la Confederación Hidrográfica del Segura, contemplaban una red de tuberías a presión para riego, una red de caminos asfaltados al servicio del campo paralelos a dichas tuberías y una red de drenajes, imprescindibles en toda zona regable para conducir las aguas de lixiviación a una red de desagües que impidiesen la subida del nivel freático, evitando la asfixia radicular de las plantas, así como el lavado de sales procedentes de la fertilización de los riegos. 

Las obras tuvieron grandes dificultades en su ejecución, puesto que los propietarios de pozos veían en peligro su negocio, y movilizaron al campo de manera que, tras largas negociaciones, sólo se pudieron ejecutar las obras de la red de tuberías de riego y de caminos, dejándose suspendidas las redes de drenaje. 

En julio de 1979, con la llegada de las aguas del trasvase al Campo de Cartagena, comenzó el regadío en los 15 primeros sectores, que debido a la escuela de formación que habían supuesto los pozos existentes, fue un éxito fulminante. Esto permitió que tras haber finalizado las obras totales de 38.000 ha. en 1992, la Confederación Hidrográfica del Segura se plantease acometer las inacabadas obras de drenajes mediante el proyecto Desagües  que completan la red de la zona regable del Campo de Cartagena. Clave: 07.278.073/212 Modificado 2. 

Dichas obras se comenzaron en 1996. En ellas, la red de drenaje a cielo abierto era sustituida por tuberías perforadas rodeadas de material filtrante y en zanjas posteriormente cubiertas, de forma que era el equivalente al moderno drenaje de un campo de fútbol. Dicha red de drenajes vertía a la red de desagües en las ramblas naturales, que a la vez finalizaban en las que vertían al Mar Menor, siendo la más importante de ellas la rambla del Albujón. 

Durante la ejecución de dicho proyecto, ya sin ninguna oposición por ningún tipo de agricultor, se produjeron épocas de sequía con menor volumen de aportación del trasvase, lo que llevó a los regantes, previa solicitud a la Confederación Hidrográfica del Segura, a que sus pozos legalmente inscritos en el Registro o en el Catálogo de Aguas de la Confederación pudieran ser desalobrizados vertiendo el efluente rico en sulfatos y cloruros a la red de drenaje construido, y que finalizaba en vertidos a las ramblas, básicamente al Albujón, donde eran recogidas junto con el drenaje natural de la red construida con aguas ricas en nitratos, y ambos tipos de agua eran bombeados en una estación de bombeo del Albujón hasta una desalobrizadora situada en El Mojón (límite de provincias entre Alicante y Murcia), cuyas aguas producto eran elevadas al canal de riego del Campo de Cartagena para ser reutilizadas, y el agua rechazo, es decir, la salmuera, se conectaba al emisario de la desaladora de agua de mar de San Pedro del Pinatar, propiedad de la Mancomunidad de Canales del Taibilla. Al mismo tiempo, estas desalobrizadoras bajaban el nivel del acuífero del Cuaternario,  disminuyendo la penetración difusa de los nitratos contenidos en éste en el  Mar Menor.

Esta situación se mantuvo estable durante unos años, y fue tan exitosa que en el año 2006 la Confederación Hidrográfica del Segura, junto con Acuamed, proyectaron una ampliación de la red de drenajes y de las impulsiones del Albujón y de la desalobrizadora del Mojón. 

Dichas obras licitadas, por problemas con el adjudicatario, tardaron en comenzar, dando lugar a que las desaladoras encomendadas a Acuamed como sustitución de la derogación del trasvase del Ebro en 2004, fueran terminadas en 2009, y ante la falta de venta de las aguas producidas por dichas desaladoras, Acuamed gestionara, con propietarios de grandes fincas fuera de la zona regable, contratos de suministro de agua desalada por el Estado, que más adelante darían lugar a los llamados regadíos ilegales, pues aunque tenían contrato de suministro con Acuamed, no gozaban de la concesión de aguas públicas que debía adjudicar el Ministerio. 

En tiempo anterior, la Comunidad de Regantes del Campo de Cartagena concentró todas sus concesiones, aparte de las del trasvase Tajo-Segura, y se puso en regadío antes del año 2000 la llamada Cota 120 con 12.000 ha. de regadío con concesiones inscritas en la Confederación Hidrográfica del Segura. 

Con posterioridad, a partir del año 2016, comenzó un movimiento de alarma tras analizar las aguas de la red de drenaje procedentes de efluentes de las desalobrizadoras y las del drenaje natural a la rambla del Albujón. Se analizaron aguas con contenidos de nitratos, al haber caído en desuso la estación de bombeo del Albujón y la desalobrizadora del Mojón. 

Esto dio lugar a una serie de acciones que llevaron a la Confederación Hidrográfica del Segura en el año 2017 a levantar 76 km. de red de drenajes construidos por ella 20 años antes y que ahora eran llamados salmueroductos, produciendo una subida del nivel del acuífero que podía incrementar la entrada de nitratos en el Mar Menor. 

Posteriormente, en 2019 y 2021, se produjeron episodios de anoxia, que dieron lugar a la muerte de peces en lugares localizados, si bien la pesca en el Mar Menor mejoraba de año en año, tanto en la cantidad de capturas como en el tamaño de los peces capturados

Después de esta descripción de los hechos y las causas, es claro que la solución es evitar la entrada de aguas del acuífero situado a cota superior del Mar Menor en el mismo, a base de baterías de pozos o bien zanjas perimetrales de drenaje que condujeran el agua a estaciones de bombeo hasta la desalobrizadora del Mojón con las dimensiones del proyecto del 2006, evitando así cualquier penetración de nutrientes procedentes de la agricultura. 

Tanto la Administración regional como la nacional habían llegado al acuerdo del llamado Plan Vertido Cero, que incluso podía ser mejorado con el Plan Salmuera Cero, al instalar una segunda fase de desalobrización en las desalobrizadoras existentes. 

Actualmente estas actuaciones no se están llevando a cabo, siendo sustituidas por un mayor control de los abonos por parte de los agricultores, cosa que de cualquier manera es necesaria para ajustar tanto la cantidad de agua de riego como el abonado por cuestiones de eficiencia económica de las explotaciones. 

Conclusión

Se trata de conciliar la actividad turística, agrícola y pesquera de forma que sean compatibles y protegiendo el Mar Menor de los efectos de la naturaleza y el hombre, buscando no analizar sus efectos, sino evitar sus causas. 

Respecto al vertido de las ramblas tributarias, desvío de las mismas al Mediterráneo para evitar el aterramiento, dados los sólidos en suspensión que aportan y que indefectiblemente se posarán en el fondo del Mar Menor. 

Respecto al cierre de las golas, mantenimiento de su dimensión en 1960, recordando que la dinámica litoral en el breve periodo de 20 años aterró la Bahía de Portmán por los vertidos del lavadero Roberto de la empresa Peñarroya. 

Respecto a los asentamientos urbanos, renovación total del saneamiento con tuberías de calidad y juntas totalmente estancas en régimen separativo de aguas pluviales y negras, así como depuración terciaria en todos los núcleos, utilizando las aguas depuradas en riego y las pluviales en vertidos al Mar Menor. 

Respecto a la actividad agrícola, impedir la entrada de aguas de lixiviación de los riegos, estimada en un 7% de los aportes de riego de las zonas regables, por su alto contenido en nitrógeno (que debe ser disminuido por ajuste de los nutrientes, por otra parte necesario para la economía de la explotación agrícola), siguiendo a Margalef, que nos recuerda que si bien el nitrógeno pasa a la atmósfera, el conjunto fosfatos y nitrógeno puede producir fenómenos de eutrofización (exceso de vida vegetal en las algas y plancton con creación de turbidez, no deseada para la actividad turística), teniendo en cuenta que los fosfatos son el detonante clave de este fenómeno. 

Por ello, recoger el vertido en la rambla del Albujón, bombeando a la desalobrizadora del Mojón y en ésta enviar el agua producto al canal del Campo de Cartagena y el rechazo al emisario de la desaladora de San Pedro del Pinatar, de la Mancomunidad de Canales del Taibilla. 

Para evitar la penetración difusa, recoger las aguas en una zanja perimetral drenante, siendo bombeadas a la desalobrizadora del Mojón, lo que se conoce como vertido cero. Igualmente, se puede conseguir este efecto con una batería de pozos en línea a 25 metros, si bien aquí habría que analizar la intrusión salina

Adicionalmente se podrían poner todas las desalobrizadoras en marcha nuevamente, pero al haber levantado la red de drenajes (convertida en red de salmueroductos), se debería añadir un segundo escalón de desalobrización obteniendo, no el vertido cero, sino la salmuera cero, pues el rechazo se convertiría en agua producto y una salmuera equivalente al 5% del agua tratada, que sería evaporada en eras de secado, utilizándose la sal obtenida en tratamiento invernal de carreteras. 

El seguimiento de estas medidas evitaría cualquier ley del Mar Menor, siendo necesaria la conservación de las infraestructuras construidas. 

Sería conveniente, sobre todo teniendo en cuenta que para 2027 se debe tener analizado el estado cuantitativo y cualitativo de las masas de agua de los dos acuíferos del Campo de Cartagena, que los 1.200 pozos inscritos en el Registro o en el Catálogo de Aguas de la Confederación Hidrográfica del Segura fueran monitorizados tanto en nivel piezométrico como conductividad y contenido de sales, de manera que de una forma absolutamente transparente, la Confederación Hidrográfica del Segura, Consejería, Ayuntamiento, Comunidad de Regantes del Campo de Cartagena y regantes en general estuviesen al día de los parámetros de ambos acuíferos para tomar las medidas adecuadas, en su caso.

Posdata 

Cuando yo nací, el 6 de febrero de 1949, mis padres vivían en la calle Luis Federico Guirao nº 5, en Santiago de la Ribera, a 20 metros de la orilla del Mar Menor. Nací en Murcia, pero a los tres días ya estuve en Santiago de la Ribera hasta el año 1953, en el que mi padre, entonces capitán del Ejército del Aire, fue destinado de la Academia General del Aire a la base aérea de Alcantarilla.

Luego viví desde 1976 hasta 1979 (ambos inclusive) en el Paseo Colón, a orillas del Mar Menor en Santiago de la Ribera, como jefe de obra de los 15 primeros sectores de la zona regable del Campo de Cartagena, de la impulsión de Fuente Álamo, del canal del Campo de Cartagena y de la zona regable de la Cota 120, pasando todos los meses de agosto hasta el año 1999 en Santiago de la Ribera.

 

 (*) Ingeniero de Caminos y ex alumno del IES 'Alfonso X el Sabio'

 

Figura nº 1 

Figura nº 2 

Superficie: 135 km2. Profundidad media: 4 m. 


Figura nº 3

Canal Marchamalo 

(Anchura: 25 m.) 

Canal del Estacio 

(Anchura: 50 m.)

Figura nº 4 

Canal de las Encañizadas 

(Anchura: 20 m.) 

A modo de ejemplo, se adjunta la figura nº 8 con la anchura de la conexión  de la Mar Chica con el Mediterráneo.  

Figura nº 5

Salida a Mar Mediterráneo 

(Anchura: 300 m.)

Figura nº 6

Cronología de la actuación agrícola en el Mar Menor (Murcia) 

 
https://theobjective.com/elsubjetivo/opinion/2024-05-25/analisis-situacion-mar-menor/ 

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