A estas alturas del campeonato y con la Liga (parece que) ya
resuelta, poco original o ingenioso se puede decir/escribir sobre las
próximas e inmediatas elecciones en nuestra casa. Pero intentemos algo.
Lo primero es que las elecciones generales del próximo 28 han hecho
(casi) desaparecer de escena tanto a la autonómicas y municipales como y
sobre todo a las europeas. Vamos por partes.
Rebobinemos y recordemos como la petición de elecciones generales
tras la caída de Rajoy como presidente del gobierno de España se
convirtió en un clamor sin igual en nuestra reciente historia política.
Felicitémonos y siendo consecuentes, por alguna vez, acudamos a votar.
¿No queríamos eso? Pues a las urnas, ejerzamos la democracia.
Ha habido muchas críticas de todo orden al cómo han desarrollado los
partidos la campaña electoral. Relativicemos eso. No sé si lo han hecho
peor que en otras campañas. No es fácil medirlo, al menos para mí que no
soy un experto en eso. Supongo que haberlos, haylos (ahora hay expertos
electorales de todo tipo) pero en ese balance más que datos objetivos
cuentan las opiniones, basadas sobre todo en impresiones.
Para muchos,
la campaña seguramente ha sido mala. Para muchos otros, seguramente lo
contrario. Las campañas electorales son lo que son y creo que más o
menos parecidas en todas las democracias ( por supuesto, en las no
democracias son muy diferentes. Para empezar, en éstas,normalmente no
las hay (acordémonos de la etapa franquista).
En la reciente campaña, hemos podido conocer lo que piensan los
partidos sobre una gran cantidad de asuntos y las promesas que hacen.
Otra cosa, más importante, es que las cumplan, algo siempre más dudoso,
aquí y en todas partes. El detalle de todo eso suele venir en los
documentos electorales que produce el partido de turno. Información hay
de sobra y el que quiera la encuentra y así votar bien enteradito.
Muchos de los que se quejan de falta de información no se molestan en
buscarla y leerla. Demasiado esfuerzo. O no se molestan en escuchar las
intervenciones de candidatos en debates, mítines y similares. Prefieren
otras distracciones y están en su derecho pero que luego no se quejen.
Así de sencillo.
Las campañas electorales aquí y en algunos otros sitios que conozco
son sobre todo para destacar algunos temas en los que se quiere
insistir; para “pelear” (mejor educadamente, sin perder las formas) con
candidatos opuestos y para decir frases ingeniosas que queden recogidas
por el colectivo votante.
Y sobre todo, son para salir bien y
agraciadamente en los medios, sobre todo en la tele. Todo ello
acompañado de presencia activa en redes sociales, dicen que cada vez más
importantes. En resumen, que siempre habrá quejas, fundadas o no,
acerca de la calidad de estas campañas.
En resumen, que no ha habido sorpresas excesivas en el apartado
campaña electoral. Terreno ya conocido por la democracia española. Es a
partir de los resultados de la votación donde muy probablemente vamos a
entrar en “terra incognita”, terreno nuevo para nuestra democracia y en
eso coinciden todos los analistas de la cosa.
La previsible desaparición
del bipartidismo ( sea o no, imperfecto) está aceptada por todos ellos y
en la terminología de los “gurúes” ya se habla de dos polos, con
resquemores y dificultades entre ellos y dentro de cada polo. Como
también se insiste, con razón, en la escasa cultura de acuerdos y
consensos entre partidos y todo ello dificultaría la formación de
gobierno tras el día electoral.
Conviene no alarmarse en exceso atendiendo al pie de la letra algunas
manifestaciones de algunos partido respecto de no acuerdo/s con otros
por ningún motivo. Eso forma parte del ceremonial de toda campaña
electoral y no impide cosas muy diferentes pasada la misma y teniendo
delante la responsabilidad ( y la oportunidad)de formar gobierno. Así
afirmaciones de nunca haremos un acuerdo con tal o cual tienen un valor
relativo.
Y que además, una cosa es entrar a formar parte de un gobierno
y otra, muy diferente, apoyarle en determinadas cuestiones. Al fin y al
cabo, eso es la política: mezcla de pragmatismo siempre con respeto a
ciertas bases programáticas e ideológicas, cada aspecto en dosis
adecuadas y presentables. O sea que una cosa es el pragmatismo y otra
muy diferente ( aunque veces difícil de distinguir en la vida real), el
oportunismo burdo de tocar poder como sea y con quien sea.
De acuerdo con la mayoría de encuestas, sondeos y similares en
circulación parece bastante claro que entraremos en ese territorio
desconocido y difícil con esos dos polos distantes y distintos ( aunque
casi todos sus integrantes se autocalifican de centro y algo más, con lo
que ese centro ( si fuese verdad lo que afirman ) estaría más
congestionado que la House of Commons británica en sus plenarios
recientes sobre el Brexit.”
Overbooking” claro, parece. Claro que eso de
ser de centro es más que dudoso en algunos por ejemplo Vox. Entre
paréntesis creo que es bueno que si existe aquí la ultraderecha (y claro
que existe y no sólo en ese partido) salga a la luz y compita en la
elecciones y sepamos así su fuerza electoral. Su mera aparición ha
tenido ya importantes efectos. Falta saber sus votos en elecciones
generales.
Esa “terra incognita” posescrutinio electoral puede ser menos difícil
si hay un partido con votos suficientes para formar gobierno , bien
solo, bien con acuerdo de apoyo en la investidura y en iniciativas
posteriores por algún otro partido sin formar parte de ese gobierno. A
la vista de las encuestas la única opción con alguna, aunque escasa,
probabilidad de esto sería un triunfo del PSOE y un apoyo de Ciudadanos o
de Podemos.
Difícil en todo caso dado por ejemplo el fundamentalismo
económico “made in Chicago Boys” en Ciudadanos ( un partido que afirma
que quiere rebajar todos los impuestos y eliminar varios de ellos y
parece que lo dice seriamente, aunque habrá que ver) y que afirmó
solemnemente que no pactaría con el PSOE. Difícil también pacto PSOE con
Podemos sobre todo por la inmadurez y aventurerismo de esta formación y
su posición en temas clave como por ejemplo el intento de golpe
“indepe”.
En fin, seguir aventurándonos en este terreno aquí y ahora resulta un
ejercicio estéril y aburrido. Esperemos el resultado, seamos pacientes
hasta la formación del nuevo gobierno (ojalá me equivoque y la cosa no
sea muy lenta) y empecemos a ocuparnos de las inmediatas elecciones
(locales, autonómicas, europeas) que sin duda son importantes aunque hoy
no lo parezcan. Por votar, esta vez no va a quedar, siempre que vayamos
a las urnas.
(*) Economista y Técnico Comercial del Estado
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