Celebraban los diputados regionales, con
gran aparato de verbo y candilejas, el nuevo Estatuto de la Región de
Murcia, ante la indiferencia casi total de la opinión pública. El
cronista de este periódico (La Opinión), Francisco Valero,
demostraba su oficio entresacando lo más indicativo de las declaraciones
de cada líder, todos obligados, al parecer, a sonrojarnos con las
tonterías más excelsas.
La presidenta de la Asamblea, Rosa Peñalver, aludía a una finalización de legislatura «de la manera más brillante», como si descendiera de la Luna; Víctor Martínez,
del PP, aseguraba que con el texto magno «nadie pierde, todos ganan»,
mereciendo su remisión urgente a una escuela de alfabetización política
intensiva; el socialista Joaquín López, tan fino y solemne como capaz para el humor, subrayaba que «trasciende el momento, es un nuevo catálogo de derechos»;
Oscar Urralburu,
de Podemos, elevaba el tiro, con sublimación, aludiendo a «una
conquista de nuevos derechos que nos coloca a la vanguardia del país», y
asumía en su integridad la farfolla de nuestra más cansina y pueblerina
casta; todavía lo superaba, en arrebato trascendente Miguel Sánchez,
de Ciudadanos, ya que aseguraba que «hemos hecho historia?», dándonos
una pista del impacto que su partido, de discurrir tan claro y ejemplar,
va a dejar en las crónicas de este país obnubilado.
Se producían estos
transportes (de género cuasi místico y merecedores de mi égloga y mucho
más) mientras venía este cronista de patear la tierra que nos vio nacer,
con algunas experiencias, que resumo.
Primero
se me antojaron avecillas caprichosas en busca de alimento reparador en
los campos en barbecho, pero al poco reparé en que se trataba del
caótico discurrir de negros plásticos volanderos. Pues sí, los plásticos
de nuestra agricultura (química y petrolera) ciñen nuestros campos, son
unas veces triturados cuando se remueve la tierra, permaneciendo in situ,
sin más preocupación, y otras vuelan libre y alegremente por nuestros
cielos, envenenándolo todo sin que a los culpables se les impute la
menor responsabilidad: campos de Yecla y el Altiplano.
Después el tiempo
amenazó tormenta y sonaron los cañonazos antigranizo para frenar la
lluvia, ya que hay que proteger el arbolado, aunque se lo fuerce fuera
de temporada, y sus beneficiarios gozan de bula: campos de Cieza y Vega
Media. Tuve margen para contemplar nuevas roturaciones y regadíos en
zona de pinar y de secano, todo ilegal a manos de sujetos a los que la
ley se resiste a tocar desde el famoso incendio de 1994: campos de
Caravaca, Moratalla y el Noroeste.
La Opinión también hablaba de nuevos
vertidos de salmuera al Mar Menor, a manos de pillos recalcitrantes
entre los que se encontraba un conocido líder agrario; y varios
representantes del sector agrario exportador se felicitaban de que,
gracias al cambio climático, lo de consumir productos de temporada
pasará a la historia, ya que habrá de todo en todo tiempo; y así, un
panorama diario de salvajadas, estupideces y amenazas.
La
ronda por nuestro agro es fuente inagotable de relatos del más mísero
subdesarrollo, que es tanto ecológico como político y legal. Teníamos
cita con el fiscal jefe, José Luis Díaz Manzanera, ante
el que presentamos documentos, quejas y testimonios, todo ello envuelto
en la impaciencia y el cabreo ante una Justicia que es lenta,
escurridiza y parcial, amén de ineficiente; le recordamos la indolencia
perversa de las Administraciones, con la Confederación Hidrográfica del
Segura en cabeza, que sigue legalizando todo lo ilegal que encuentra,
que castiga con saña al débil y estimula al fuerte, y que cada día es
más merecedora de desembarco judicial en toda regla (desde Madrid, por
supuesto: en esta Región no esperamos tal).
Entre una compañera del Club
Atalaya y yo, los visitantes, reuníamos unas cuantas asociaciones en
lucha (Ecologistas en Acción, Prolitoral, Consejo de Defensa del
Noroeste, Plataforma El Arabí de Yecla, Plataforma en Defensa de las
Fuentes del Segura y el Mundo, a más de otras que, con seguridad, nos
respaldaban) con cada vez menos ganas de broma, y el fiscal, que es un
tipo cabal, nos entendió en lo esencial, y prometió resolver rápidamente
un asunto puntual de su Fiscalía que nos tiene negros.
Salimos
de su despacho con tres conclusiones de urgencia: primera, que el
Fiscal jefe es sensible y entiende la magnitud del problema del agro y
el agua; después, y sin que contradiga lo anterior, que el fiscal de
hecho ha de ser el pueblo organizado, sujeto de todas las legitimidades e
inflexible ante el abuso; y last but not least, que hay que proceder, cuanto antes, a una Causa General Contra el Agroporcino Intensivo.
Díaz
Manzanera no podía estar de acuerdo en todo, desde luego, ya que no es
cosa suya aplicar la ley, sino pedir que así se haga, pero nos entendió
perfectamente. En efecto, la Justicia es demasiado importante como para
dejarla en manos de jueces y fiscales, ladeando a la sociedad en lucha
contra la injusticia (de la misma manera que el agua, ¡ay! no es para
dejarla al albur de ingenieros o geólogos; o la economía entregada a los
economistas, la política a los políticos, etcétera: es de cajón); le
reivindicamos el papel y el derecho ciudadanos, y le sugerimos que pida
ayuda o se deje ayudar.
Con la sentencia que haya de producirse sobre la
destrucción minuciosa y consensuada del Mar Menor sabremos a qué
atenernos sobre Justicia, Medio Ambiente y Futuro, y más todavía con sus
fundamentos y sus considerandos; porque ahora son los acuíferos del
Noroeste los que quieren explotar y envenenar los mismos, como quien
dice, del crimen del Mar Menor. Así que no, la región no está para
grandes aspavientos, frivolidades o hipocresías a coro.
(Tañían
la lira, en suma, los 45 próceres del país, encantados de sonreírse,
con sus ropajes de gala y la daga escondida en el cinto, lista para
desenfundarla mañana mismo, en una contienda electoral en la que se
ahorrarán las sonrisas y que hará con ellos un desnudo integral, ya sin
chorradas. Cantaban himnos al sol, ya digo, y el fuego descontrolado se
extendía bajo sus pies y ante sus ojos, velados éstos, en tal ocasión,
por un excepcional ataque colectivo de campechana fraternidad
prehomicida).
(*) Activista, ingeniero, politólogo y profesor universitario
https://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2019/04/09/celebrando-estatuto-region-fallida/1012105.html
1 comentario:
Pedro, sencillamente magnífico por no decir magistral
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