MADRID.- Nunca se habían registrado tantos fallecimientos en España como los que
avanzan los datos provisionales publicados este martes por el Instituto
Nacional de Estadística (INE). En 2017 fallecieron 423.643 residentes en
España, la mayor cifra desde 1941, cuando arrancó la serie histórica, y un 2,3% más que en 2016, recoge hoy El País.
Las muertes superaron además a los nacimientos, que fueron 391.930, un
4,5% menos que el año anterior. En consecuencia, se produjo un saldo
vegetativo negativo que no es el primero —ya ocurrió en 2015— pero que
también marca un récord, con una diferencia entre nacimientos y
fallecimientos de -31.245.
La tasa de fallecimientos por cada 1.000 habitantes fue de 9,1, un dato
que también se alcanzó en 2003 y 2015. Lo llamativo es que alcanzan un
máximo histórico en términos absolutos y no se ven compensados por los
nacimientos. Pau Miret, sociólogo de la Universidad Autónoma de
Barcelona cree que desde 2016 se ha producido un cambio de rumbo en la
demografía española, aunque los datos del Movimiento Natural de la
Población son aún provisionales. El también investigador del Centro de
Estudios Demográficos cree que esta tendencia hacia un crecimiento
vegetativo negativo continuará “hasta que muera la última generación del
baby boom, los que nacieron en los años sesenta y hasta aproximadamente 1976. Sencillamente porque hay más gente de edades avanzadas”.
A Joaquín Arango, catedrático de Sociología en la Universidad
Complutense de Madrid, el dato de saldo vegetativo negativo no le
sorprende. De hecho, en las proyecciones de población que hace el INE,
en 2013, ya se preveía que en 2017 las curvas de la caída de la
natalidad y el envejecimiento de la población se cruzarían entre sí. “En
España la fecundidad está muy lejos de la necesaria para el remplazo de
las generaciones envejecidas”, explica Arango.
El crecimiento de la población estará estrechamente ligado al
económico y la crisis de 2008 ha sido un factor fundamental en el
frenazo. Aquel año se registró un máximo en 30 años con 519.779
nacimientos. Desde entonces la caída ha sido del 24,6%, el mínimo desde
1999. “Los años entre 2000 y 2010 fue un periodo de un extraordinario boom
migratorio. El balance vegetativo mejoró a causa de la llegada de un
gran número de inmigrantes jóvenes con buena salud y que tuvieron varios
hijos, lo que impidió que se ralentizase el saldo vegetativo negativo.
Ahora que esa llegada se ha reducido, la natalidad se ha estancado”,
analiza Arango.
La primera razón es que hay menos mujeres en edad fértil, que es la
comprendida entre 15 y 49 años. Desde 2009, cuando se alcanzó un pico,
la tendencia muestra una pérdida de población en ese rango de edad,
hasta los 10,57 millones de 2017. Esa caída, explican fuentes del INE,
es el reflejo de la crisis de natalidad que hubo en los 80, justo
después del baby boom.
Ha caído por tanto el número de mujeres en edad de ser madre, pero
también hay menos con una situación favorable para tener hijos. La
precariedad laboral y la inseguridad económica originada por la crisis
han reducido la tasa de natalidad, como señala Miret. “Ahora las parejas
o las mujeres atrasan la hora de tener hijos a la espera de tiempo
mejores, lo que también ha reducido la edad media a la maternidad”.
Según los datos, las mujeres que dieron a luz en 2017 tenían una media
de 32,1 años, cuatro por encima de los 28,5 de 1976 y una décima más
que hace un año. Las españolas tenían una media de 32,6 años, mientras
las extranjeras residentes en España tenían 29,7. La edad media de la
primera maternidad se situó en los 30,9 años, la mayor de la serie.
Miret considera que la tasa óptima de hijos por mujer es de 1,5. Por
debajo de esa media “es síntoma de que algo no funciona bien. Hay
parejas que quieren tener hijos pero no pueden por la precariedad
laboral”, opina el demógrafo. En 2017 ese dato se quedó en 1,31 hijos de
media por mujer, tres centésimas menos que en 2016. Pero un hubo
diferencias por nacionalidad: las extranjeras tuvieron 1,7 hijos por los
1,25 de las españolas. En 2017, de los 391.930 nacimientos registrados,
75.564 fueron de madre extranjera, lo cual supuso el 19,3% del total.
La población extranjera representa el 9,5% de los residentes en el país.
“Tormenta perfecta”
“El cambio cultural ha disminuido los nacimientos y ha retrasado la
edad media de la maternidad. Pero el factor que más negativamente pesa
es el desempleo y la temporalidad”, coindice también Arango. “Si no
cambia esto, la natalidad no crecerá. En España este es el peor cóctel
para la fecundidad y unido al acceso a una vivienda hace pensar que
España está en medio de la tormenta perfecta”, añade.
La caída en el número de nacimientos recorre España de norte a sur.
Las regiones donde más pronunciado fue el descenso en 2017 fueron
Castilla y León (un 7,1% menos), País Vasco (6,5%) y la ciudad autónoma
de Melilla (7,3%). Lo mismo ocurre con las defunciones, que aumentaron
en todo el país. La ciudad autónoma de Ceuta registró el mayor
crecimiento (9,8%), seguida de las islas Baleares (6,1%) y Aragón
(5,1%). Asturias ha sido la única comunidad donde el número de muertes
disminuyó pero es la que tiene mayor tasa de defunciones del país
(12,8), seguida de Castilla y León (11,9) y Galicia (11,8), territorios
caracterizados por el envejecimiento de su población.
Miret señala una posible salida del agujero demográfico. “El aumento
de los nacimientos en un país siempre se mide con la estabilidad
económica y con la existencia de unas buenas políticas públicas de
natalidad. Y en España nunca ha exisitido ese tipo de iniciativas
sociales”, denuncia. El profesor intenta además ser optimista, en línea
con la relación entre economía y crecimiento demográfico. “Yo apuntaría a
que si la estabilidad económica que venimos viendo continúa, es
probable que la tasa de natalidad crezca en 2018”, dice. En su opinión,
las madres que están esperando tiempos mejores podrían empezar a
lanzarse.
Pocas bodas y tres de cada cuatro, civiles
Cada vez menos parejas se casan frente al altar. En realidad, cada
vez menos parejas se casan. Los matrimonios católicos han marcado un
nuevo mínimo y se han quedado en una cuarta parte (25,3%) de las bodas
registradas en España el año pasado entre personas de distinto sexo. En
2017 se celebraron 42.158 enlaces religiosos. En 2001, 152.067 parejas
se casaron por la iglesia, un 73,1% de los matrimonios.
Los datos provisionales del INE muestran una caída del 2,2% en el último año en el número de matrimonios, excepto en los celebrados entre parejas del mismo sexo, que subieron en un 6,62%. Las uniones registradas en 2017 bajaron hasta 171.454, de las cuales, 166.848 fueron entre parejas heterosexuales (el 96,84%) y 4.606, homosexuales (3,16%). También aumentaron en un 1,27% las bodas entre extranjeros.
Los datos provisionales del INE muestran una caída del 2,2% en el último año en el número de matrimonios, excepto en los celebrados entre parejas del mismo sexo, que subieron en un 6,62%. Las uniones registradas en 2017 bajaron hasta 171.454, de las cuales, 166.848 fueron entre parejas heterosexuales (el 96,84%) y 4.606, homosexuales (3,16%). También aumentaron en un 1,27% las bodas entre extranjeros.
Cinco años de vida menos, según donde se nazca
La esperanza de vida al nacimiento de media en España continúa en los
83,1 años, la misma que en 2016. Los datos del INE son diferentes para
hombres (80,4 años) y mujeres (85,7). Según las estadísticas
provisionales, una persona que alcanzó los 65 años en 2017 llegará a
vivir, de media y previsiblemente, 19,1 años más si es hombre y 23 si es
mujer.
El lugar de nacimiento influye en la esperanza de vida y la media
puede llegar a variar hasta cinco años según la comunidad autónoma.
Mientras que en la Comunidad de Madrid la esperanza de vida al
nacimiento alcanzó los 84,5 años en 2017 —el valor más alto en España—,
en la ciudad autónoma de Ceuta la media se situó en 70,4. A Madrid le
sigue la Comunidad Foral de Navarra y Castilla y León, ambas con 83,8
años, y La Rioja con 83,6. En los últimos puestos de la tabla y por
encima de Ceuta, están Melilla con 80,4, Andalucía con 81,8 y
Extremadura con 82,3.
El catedrático de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid
Joaquín Arango explica esta “paradoja” como una consecuencia del aumento
del envejecimiento en España. “Pese a que la esperanza de vida es mayor
a causa de los avances científicos, la mortalidad elevada se explica
por el aumento del número de mayores. Lógicamente, cuantas más personas
haya, mayor será el número de defunciones”, explica.
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