MADRID.- Bankia no
tiene quien le escriba en bolsa. A punto ya de terminar la primera
parte del año, la acción del banco que preside José Ignacio
Goirigolzarri se consolida en la cola de la banca española en el
transcurso de 2018. La caída se sitúa alrededor del 15% y la deja sin
capacidad de reacción en el parqué y para la que el cambio de
Gobierno no ha supuesto revulsivo alguno. A vueltas con el proceso
de privatización de la entidad, la confusión manda, a juicio de Capital Madrid.
Los
inversores mantienen a Bankia fuera de sus apuestas. La falta de
concreción sobre el proceso para privatizar el paquete de algo más del
60% del capital en manos del Estado ha puesto un tapón en la cotización
durante todo el año. Aunque el mercado conjetura ahora con la
posibilidad de que Pedro Sánchez y sus huestes soliciten a Bruselas una
ampliación del plazo de privatización, los grandes inversores quieren
más concreción y no aceptan riesgos en el banco.
Máxime después de la reunión del Banco Central Europeo (BCE) que ha
emplazado al mercado hasta al menos el verano de 2019 para una primera
subida de tipos en la zona euro. Una mala noticia para Bankia, que ve
como las líneas maestras de su plan estratégico se tambalean de la mano
de Mario Draghi. Los tipos de interés subirán más tarde de lo que los
más optimistas esperaban. Desde luego, no hay razones para la euforia.
En su plan estratégico hasta 2020, Bankia prevé que el Euribor
alcanzará una media del 0,29% en 2019 y que llegará hasta el 0,73% el
año siguiente. Un escenario optimista que le permitiría llevar la
rentabilidad del grupo por encima del 11% en 2020, cuando el beneficio
saltaría hasta los 1.300 millones de euros. Una previsión que hoy el
mercado cuestiona seriamente y que lleva la cotización hasta la zona de
mínimos del año.
"Los inversores ya tienen claro que los tipos tardarán, como mínimo,
más de un año en empezar a subir en la zona euro desde el 0%. Si a eso
se suma que el mercado no tiene nada claro ni cómo ni cuándo se
completará la privatización de Bankia, es fácil entender la desafección
por el banco. A corto plazo, no veo razones para que la cotización
reaccione con fuerza más allá de un posible rebote técnico desde los
niveles más bajos desde octubre de 2016", aseguran en un 'broker'
nacional.
Con la acción alrededor de los 3,2 euros, cualquier posibilidad de
una nueva venta se complica extraordinariamente. La acción está
alrededor de un 20% por debajo de los 4,06 euros a lo que Bankia colocó
el pasado mes de diciembre un 7% del capital a inversores
institucionales. La actual valoración del grupo pone muy difícil
cualquier otra intentona de privatización. La simple posibilidad de una
colocación volvería a boicotear cualquier conato de reacción de Bankia
en bolsa.
Mientras Podemos y los sindicatos mayoritarios presionan para
mantener a Bankia como banco público, el nuevo Gobierno apenas se ha
mojado sobre la entidad. Una patata caliente para Pedro Sánchez que
desde este martes vale apenas 10.000 millones de euros en bolsa. No se
puede colocar sin que el contribuyente asuma pérdidas. Pero tampoco se
puede cambiar de estrategia drásticamente sin dañar (aún más) los
intereses de los accionistas.
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