LA CORUÑA.- En el programa de este domingo, Jordi Évole hizo honor al apodo que le llevó a la fama hace unos años. El follonero se enfrentó en el Salvados a la industria cárnica española con un reportaje en el que las imágenes casi hablaron por sí solas. Stranger Pigs, un título fruto de un juego de palabras con la serie de Netflix Stranger Things, mostró todo lo que se mueve detrás de la que ya es la cuarta industria a nivel económico en España, según analiza La Voz de Galicia.
Salvados puso
en jaque al mercado cárnico porcino con unas comprometidas imágenes que
ponen en duda la sostenibilidad de una industria altamente perjudicial
para el medioambiente, para la salud pública y sobre todo para los
animales y los trabajadores.
Según los datos de Salvados,
en España se sacrifican 47 millones de cerdos al año, tantos como
habitantes pueblan nuestro país; un dato que nos permite entender las
cifras que mueve el sector.
A las terribles condiciones en las que viven
muchos de los animales (hacinados, desnutridos y enfermos) se suma la
situación de precariedad de los trabajadores: «En estas empresas vale
más el cerdo que va colgado que el propio trabajador».
El equipo de Salvados, harto de encontrarse
con un no rotundo por parte de las granjas para conocer la realidad de
primera mano, optó por colarse en una de ellas de la mano de la
oenegé Igualdad Animal. Esta asociación lleva una década entrando de
manera clandestina en recintos de toda España para denunciar lo que la
industria intenta ocultar.
«Por aquí no ha pasado un veterinario en la vida», explica uno de los
entrevistados a Évole, que resumió todo lo emitido en la noche del
domingo con una sola frase: «Este reportaje no dejará indiferente a
nadie».
Tras el revuelo generado por la emisión de unas imágenes
bastante incómodas a la vista, uno de los primeros en reaccionar ha sido
El Pozo, empresa vinculada a una de las polémicas granjas captadas por
las cámaras de Salvados.
En un comunicado
emitido pocos minutos después del programa, la compañía murciana acusa a
Évole de «capcioso» y asegura que «las imágenes grabadas corresponden a
un área de recuperación sanitaria, es decir, que son animales que
tienen algún tipo de malformación o enfermedad de nacimiento, que deben
vigilarse para controlar su evolución y mejora y, si no se produce,
llevar a cabo su sacrificio sanitario».
Además, la compañía cárnica asegura que estos animales «jamás entrarían
en la cadena de producción de El Pozo. Los controles estipulados por la
legislación española y por la propia empresa hacen inviable esta
posibilidad».
«Los veterinarios oficiales de la Administración que
realizan su labor en nuestra compañía, así como en todas las industrias
del sector, inspeccionan permanentemente todos los animales que llegan a
las instalaciones, antes y después de su sacrificio, y velan por el
cumplimiento riguroso de las normas de seguridad alimentaria», añaden.
No hay comentarios:
Publicar un comentario