Pongámonos en antecedentes de esta bonita historia. Fulanito de Peras (nombre ficticio para proteger su identidad, ya que, por desgracia, aún tiene la hipoteca de su casa en La Caixa), se levantó a las 7:00 aquella mañana del 3 de Octubre. Era un día más.
Encendió
su ordenador y se conectó a Internet, como hacía cada día. Posiblemente
por deformación profesional, lo primero que hizo fue ver las noticias.
Más tarde repasó sus redes sociales.
Aquellos días, y de esto hace
sólo unos meses, habían sido moviditos. La situación política en
Cataluña había sobrepasado limites insospechados tras el simulacro de
referéndum, y a Fulanito, como a tantos otros españoles, les preocupaba.
Esa
mañana leyó con sorpresa en diversos medios de comunicación la noticia
de que, cientos de empleados de La Caixa cortaban las calles en la sede
del banco al grito de “Hem votat, hem votat!“ entonando el lema de la CUP “¡Els carrers seran sempre nostres!“.
Fulanito siempre había presumido de tener las ideas muy claras. La situación no le hubiera molestado especialmente sino fuera porque hace 20 años que era cliente de La Caixa.
De hecho, era el único banco con el que trabajaba en ese momento. Las
imágenes de la sede central, y el ver cientos de empleados de “su banco”
manifestándose a favor de la ruptura de su propio país, contra la
legislación vigente quedaron grabados en su cabeza.
Fue se momento
cuando instintivamente, el bueno del Sr. De Peras decidió que debía
buscar otro banco. No temía por sus ahorros, simplemente no quería estar en una entidad cuyos empleados, por cientos, en ambiente festivo y horario laboral, tomaban en masa esa actitud.
Días después La Caixa cambiaba su sede. Fulanito pensó que se trataba
de maquillaje bastante cutre. No cambiaba nada. El ADN del problema
persistía, y esos empleados de la central de La Caixa, seguían en el
mismo sitio, como si nada hubiera pasado. Pensó que alguien con dos
dedos de frente les habría pedido “disimular un poco”. Poco más. El ya
no estaba cómodo en ese banco.
A tenor de las estadísticas de la
fuga de depósitos de aquellos días no fue sólo nuestro amigo el que tuvo
la idea de cambiar de banco. De hecho, el protagonista de nuestra
historia pensó que tenía sentido trabajar con varias entidades a la vez. Eligió abrir cuentas en Bankinter y Bankia.
Llámenle sentimental, pero también decidió dejar algunas cuentas
abiertas en La Caixa por no cortar totalmente la relación después de
tantos años, y porque su hipoteca seguía allí y cambiar una hipoteca de
entidad llega a ser realmente difícil.
El caso es que aquellos días Fulanito hizo las gestiones para que sus fondos, ahorros y planes de pensiones salieran de la casa para no volver. Unos días más tarde nuestro protagonista recibía un email con el subject:
“Fuga de depósitos” que escribía su gestora de La Caixa a la directora
de la oficina. En ese correo electrónico la gestora habitual de Fulanito
avisaba a la directora de que había llegado una petición para el
traslado de fondos y planes de pensiones. La oficina tenía que aprobar o
rechazar la petición.
La directora, sobre ese mismo
correo daba absurdas explicaciones y justificaciones y pedía a Fulanito
que reconsiderara su posición, y rechazara la petición de transferencia
de depósitos. Nuestro protagonista, hombre educado y de
principios, agradeció el interés de la sucursal y les respondió el email
solicitando proceder con el traslado de fondos que había ordenado.
A
los pocos minutos, una llamada. Era la directora de la sucursal. Le
sorprendió, por que era la primera vez que le llamaba sin interés de
colocarle un seguro. Así, con una pasmosa normalidad, le ofreció dinero por rechazar el cambio de fondos que había solicitado.
Si Fulanito se echaba para atrás y se comprometía a mantener fondos y
plan de pensiones durante 7 años en La Caixa, la entidad le ingresaría varios miles de euros en su cuenta. ¡20 años con ellos y jamás le habían ofrecido algo así!
Fulanito, como es humano, a veces, como Puigdemont, duda. Pero pese a
la tentación se mantuvo firme. Procedió. Así había cambiado la gestión
de sus fondos y planes de pensiones de banco. La directora le colgó de
forma abrupta y visiblemente enfadada. Pese a seguir siendo cliente, en
bueno de Fulanito, hasta hoy, nunca más ha vuelto a saber de ella.
La Caixa contra Fulanito de Peras
Pasaron
las semanas y nuestro amigo empezó a ver una extraña actividad en las
cuentas que había dejado en la entidad. Empezaban a cargarse comisiones
sin fin, que nunca antes habían aparecido, ¡y ni siquiera sabía que
existían!
Esas transferencias de bajo importe, por las que siempre había pagado
la cantidad pactada hace años de 0,50 euros ahora, sin motivo aparente y
sin que nadie le hubiera comunicado nada, se cobraban con comisiones por transferencia de 3,95 euros cada una. Es tarjeta de débito que en 20 años nunca tuvo costo anual, ya que tenía un pacto con la oficina a tal efecto, se la habían cobrado a 33 euros.
Ese acceso a Internet (Línea Abierta) que ni siquiera sabía que tenía
costo, y además no se reflejaba nada sobre ello en sus contratos, ahora
tenía un costo de 12,10 euros ¡cada mes! Esas cuentas que antes tenían
el mantenimiento condonado, ahora costaban por sorpresa 12 euros ¡trimestrales!
Fulanito vió perplejo, como el ordenador de La Caixa debía de haberse vuelto loco,
pese a apenas tener actividad en la entidad, unas semanas le habían
cobrado sólo de comisiones (trasferencias, acceso a internet,
mantenimiento de cuenta, tarjeta de débito etc.), varios cientos de
euros.
– ¡Qué barbaridad! ¡Debe ser un error! ¿Se habrá vuelto el
sistema informático loco, tal vez le habrá afectado el cambio de sede a
Valencia? -pensó-.
Llamó raudo y veloz a la directora de la sucursal. Lo intentó durante varios días. La pobre mujer estaría extrañamente atareada ya que siempre estaba fuera, tal vez muy ocupada cómo para cogerle el teléfono. Y además olvidaba devolver la llamada. Tras días de frustrado intento envió varios emails. Nunca más le respondió la directora. Fue una empleada de la oficina que dio por teléfono las explicaciones pertinentes:
–
“Las condiciones no son para siempre”, “no tenemos porqué avisarte de
que las hemos cambiado”, “no me autorizan a enviártelas por escrito, si
quieres te puedo mandar el contrato de la cuenta, pero no las
condiciones”, “la directora no puede atenderte, está muy ocupada con
otros clientes”.
Las quejas cayeron en saco roto hasta la frase lapidaría, punto de no retorno:
– “Son lentejas…a partir de ahora esas son las condiciones. Si no te gusta cierra la cuenta, eso sí, nadie va a devolverte estos meses de comisiones”.
Aquella
mujer nunca fue simpática, pero siempre se esforzaba la pobre en caerle
bien, cuando cada mes llamaba para venderle un leasing de un Samsung
Galaxy. Ahora era una bruja borde y desagradable, y ¡sugería que cerrara la cuenta en su propio banco! Y Fulanito, ofendido y agredido, lo hizo.
No
hacía falta ir a Oxford para ver lo que había ocurrido. Fulanito había
reducido drásticamente el negocio y los depósitos que tenía en La Caixa.
La entidad se estaba vengando de una manera sucia y pueril, como sólo los mediocres saben hacerlo. Tal vez el viento del levante valenciano les había afectado.
Hoy Fulanito de Peras está preso de su hipoteca en la entidad catalana (perdón, ¡valenciana!),
y tal vez por eso, viendo como se las gastan, por su seguridad, deba
ocultar su identidad. Sí, es posible yo sea Fulanito de Peras, o no, que
se yo, tal vez sí. Sí o no, bueno sí, pero no importa. El caso es que
todos ya sabemos cómo se las gasta este banco.
Ahora, cuando veo que La Caixa ha tenido beneficios record de 1.684 millones de euros en una parte importante sustentados por el asombroso aumento de las comisiones bancarias, entendemos que, por suerte o por desgracia somos muchos Fulanitos, y un solo e inimitable líder de los bandoleros, Curro Jiménez.
En
los últimos años algunos bancos han desatado el tarro de las esencias
de las comisiones bancarias. Pero lo de La Caixa es además con maldad,
nocturnidad y alevosía.
(*) Empresario
https://www.merca2.es/la-caixa-contra-sus-clientes/
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