Gobernar en minoría es más complicado de lo que pensaba», decía hace
unos días el alcalde de Murcia, José Ballesta, en un desayuno con
periodistas. La reproducción de ese titular me hizo sonreír porque yo no
digo que el alcalde mienta, pero es claro que sobreactúa.
Nadie
desavisado diría que Ballesta gobierna en minoría, pues es obvio que
tiene las manos libres para gobernar; si acaso, cada año ha de salvar la
dificultad de la aprobación presupuestaria, con la particularidad de
que algunos de los grupos de su oposición compiten entre sí para ver
quién se adelanta a apoyarlos y, al hacerlo, obtiene una mejor bolsa de
iniciativas con respaldo económico que pueda vender a sus electores.
Hasta ahora, y en la presente ocasión también será así, el PSOE se lleva
la palma para frustración de Ciudadanos, el ´aliado natural´ que
permitió con su abstención que Ballesta se instalara en La Glorieta.
El
PSOE sigue careciendo de masa crítica en la capital, ha sufrido una
estúpida crisis interna en su grupo municipal y ha empleado grandes
esfuerzos en su reconstrucción orgánica, que apenas acaba de concluir.
Ciudadanos carece de equipo para plantar una alternativa global que
pueda liderar como tercera fuerza, y ha pasado el momento político en
que esta opción pudiera siquiera plantearse.
En cuanto a los grupos de
izquierda, su política se remite a áreas específicas de su interés como
izquierda, y no se han abierto a espacios amplios, de modo que no
molestan de manera sustancial a la política que desarrolla el PP; están,
por así decirlo, en su nicho.
Vista esa situación, Ballesta
padece pocas incomodidades, algunas relativas a sus propios errores
tácticos, más que a la pujanza de quienes se le oponen. Dispone, además,
de un buen equipo, aunque algunos de sus concejales y personas de su
anillo de confianza incurran de vez en cuando en actitudes de
prepotencia que no benefician la imagen de un alcalde que se postuló
para una etapa que presidiría el diálogo.
Por tanto, cuando reflexiona
ante los periodistas sobre lo ´complicado´ que resulta gobernar en
minoría, exagera. Estar en minoría tiene, por otra parte, la ventaja de
que no puede decir sí a todo y cabe excusarse en que la oposición no le
permitiría promover ciertas demandas. El ´comodín de la oposición´ es
perfecto para zafarse de determinados reclamos.
La frase de
Ballesta tal vez vaya dirigida, con intenciones más sofisticadas, a
políticos de su entorno próximo, que ya están expectantes acerca de si
el alcalde repetirá candidatura en 2019. Algunos tienen mucho interés en
saberlo con prontitud para empezar a tomar posiciones en beneficio de
su propio futuro político. Ballesta es ambiguo en esta cuestión, de modo
que nadie ha conseguido que suelte palabra. Quizá otea el panorama para
testar las lealtades que se ofrecen cuando se está en el poder y se
esfuman cuando uno sugiere que medita renunciar a él.
La incógnita se
resolverá pronto, pues el presidente del PP, López Miras, quiere cerrar
la totalidad de las candidaturas municipales en la primera quincena de
marzo. Sobre Ballesta, el mismo alcalde da una pista al decir que espera
que este mismo año empiecen a aflorar los proyectos que conforman su
´modelo de ciudad´. ¿Tiene un modelo de ciudad y permitirá que a partir
de 2019 lo desarrollen otros?
La situación política del
ayuntamiento de Murcia, en la que el alcalde dice que es complicado
manejarse, pero se maneja como si estuviera en mayoría, es un buen
modelo para la socialista Ana Belén Castejón, que se ha quedado
voluntariamente sin apoyos externos en la Corporación de Cartagena, pues
quien hasta ahora la apoyaba era su real oposición.
En minoría, que se
lo pregunte a Ballesta, es posible gobernar. Es más: en los tiempos
venideros se contarán con los dedos de una mano las instituciones en que
algún partido logre la absoluta. La fórmula es: inteligencia y
habilidad. Ahí se les quiere ver.
(*) Columnista
http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2018/01/11/minoria-vive-mejor/889007.html
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