MADRID.- ¿Somos cada vez más violentos? Aunque la percepción lo
sugiera, la estadística dice que no. En España mueren por homicidio o
asesinato cerca de 300 personas al año, un 30% menos que hace 30 años, según ha constatado El Mundo.
Que el nuestro sea un país cada vez menos violento forma parte de una tendencia global "bastante acusada", según el psicólogo Luis de la Corte, que habla en representación del Consejo General de Psicólogos de España: "La violencia se ha reducido mucho más de lo que el sentido común sugiere",
asegura. Aunque "esta evolución es más clara en los países con mayores
niveles de desarrollo", matiza.
Precisamente España es uno de los países
con tasas de asesinato más bajas no sólo de la Unión Europea, sino del
mundo, por debajo de Alemania, Francia o Portugal. Por esta causa,
mueren 0,7 de cada 100.000, habitantes, lejos de la media mundial, que
asciende a 5,3. Sólo Irlanda, Holanda, Austria, Singapur, Australia y Liechtenstein tienen una tasa menor.
La tesis pinkeriana
de que, en conjunto, somos cada vez "más buenos", avalada por los
números, puede chocar contra lo que le transmiten hoy estas páginas. "La
violencia llama mucho la atención. Recordamos mejor los hechos
violentos", explica de la Corte, profesor de la Universidad Autónoma de
Madrid y miembro del Instituto de Ciencias Forenses y de la Seguridad. Y
así, recordando la violencia, se configura el marco de la realidad.
Las generaciones previas a la II Guerra mundial fueron educadas y preparadas para entender la violencia como un recurso aceptable para resolver conflictos, siguiendo a la catedrática en psicología social, Adela Garzón, en un artículo escrito en 2011. "Los jóvenes que hoy se sitúan alrededor de los 20-30 años son las generaciones entrenadas para la paz
y formadas para desarrollar sus habilidades en sociedades abiertas",
explica.
En la misma línea habla de la Corte: "Hoy las guerras están
deslegitimadas, al igual que la violencia de género, que antes no lo
estaba tanto o no lo estaba". Además, el desarrollo de intereses comunes
a través del comercio entre naciones "reduce la necesidad de
violencia", añade.
Aunque ya no se tolere, la violencia contra las mujeres no sigue la misma tendencia. El año del #metoo y de 'la manada' cerró en España con 48 mujeres asesinadas por violencia machista,
entre ellas la víctima de Elda, que tras quedarse en coma murió al día
siguiente de ser disparada. Son cuatro más que el año anterior. Aunque
los homicidios y asesinatos caen, la evolución de muertas por agresión se mantiene estable desde los años 80 hasta hoy. No vamos a peor, pero la mejora tarda en llegar.
A nivel de comunidad autónoma no hay
diferencias significativas entre unas y otras, excepto las marcadas por
atentados terroristas de ETA en el País Vasco, especialmente a
principios de los 80, o por las víctimas del atentado yihadista del 11
de marzo de 2004 en Madrid.
Una sociedad cada vez más segura
La convivencia pacífica es el fracaso de la violencia y en esto también vamos a mejor. Hoy, uno de cada diez hogares españoles percibe el vandalismo y la delincuencia como un problema en su entorno.
Diez años atrás, los hogares afectados eran el 19%, según la Encuesta
de Condiciones de Vida elaborada por el INE. Las comunidades autónomas
más 'pacíficas' son Navarra, País Vasco, Castilla y León y Aragón
mientras que las regiones donde la sensación de delincuencia es mayor
son Melilla, Ceuta, Madrid y Murcia, en ese orden.
También cuando el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) pregunta a los españoles cuáles son sus preocupaciones, la "inseguridad ciudadana" figura como una de las respuestas menos repetidas.
En la misma línea que el resto de los indicadores, esta sensación ha
descendido de forma considerable en los últimos años. "La creación de
instituciones que velan por la seguridad y castigan la violencia ha sido
un elemento fundamental para la reducción de la misma, en tanto que la
hace más costosa", opina de la Corte.
Si aun así sigue teniendo miedo de que le asalten por la
calle para robarle la cartera, sepa que hoy puede ir un 40% más
tranquilo que en 2008. Entonces, según datos del Ministerio del Interior
(que no dispone de información de los Mossos d'Esquadra), se conocían
cerca de 49.500 atracos en la vía pública al año, unos 135 de media al día. En 2016, último dato disponible, rondaban los 80 diarios.
De forma general, los robos con fuerza, tanto en la calle como en las
casas o tiendas, se han reducido casi un 25% en los últimos cinco años.
Los
primeros datos oficiales publicados en España sobre delitos de odio,
aquellos dirigidos contra un grupo discriminado por motivos de raza,
ideología, orientación sexual, discapacidad sexo cualquier otra
condición personal, son del año 2013. Por ello, todavía es pronto para
observar tendencias. En 2016 hubo en España 1.272, un 4,2% menos que el año anterior, según el último informe del Ministerio del Interior.
Aun así, y muy a pesar del 'Refugees Welcome', hasta 416 personas
denunciaron ataques racistas. Y aunque España sea el país más gay friendly
del mundo, hubo 230 ocasiones en las que alguien denunció que su
orientación o identidad sexual fue motivo suficiente para que otro
alguien cometiera un delito. 60 más que el año anterior. ¿Somos más
homófobos? Todo apunta a que, en todo caso, somos más sensibles y empáticos, y por ello denunciamos más.
Educar la ira para prevenir la violencia
Un
estudio de la FAD elaborado por el Centro Reina Sofía sobre
Adolescencia y Juventud publicado hace algunas semanas apuntaba que el 27,4% de los jóvenes considera "normal" la violencia de género en una relación. Aunque la interpretación puede ser confusa, por "normal" se entendía que era algo habitual en su entorno,
no que les pareciese aceptable. De hecho, casi la totalidad de los
encuestados aseguraban que se trataba de un problema "muy grave" en la
sociedad.
La directora técnica de la FAD, Eulalia Alemany, explica que
aunque la proporción de jóvenes que justifica la violencia "no es exagerada",
tampoco hay que perderla de vista: por ejemplo, el 25% ve justificado
participar en acciones violentas en el contexto de una protesta
ciudadana y a un 17% no le parece para tanto enfrentarse a la policía.
Más preocupante para Alemany resulta la cantidad de situaciones violentas que los jóvenes viven
o han conocido de cerca en las relaciones de pareja. Revisar el móvil,
insultar o impedir ver a los amigos o controlar son signos de violencia
que para más del 30% son habituales.
En 2016, último
dato disponible en INE, el 94% de los adultos condenados por "trato
degradante y violencia" eran hombres. También entre la población joven
se observan más conductas violentas en hombres que en mujeres: "Los estereotipos se repiten a lo largo de los años y España es una sociedad machista, no lo podemos esconder. Se atisban cambios, aunque no todo lo rápido que podríamos desear", apunta Alemany.
Sin
embargo, la educadora afirma que, salvo casos muy excepcionales en los
que la genética es determinante, "la violencia no deja de ser un impulso
que se puede controlar perfectamente". Un impulso que ningún ser humano
se libra de sentir. Y el medio para prevenirlo es la educación.
"Hay que aprender a reconocer la ira, si no dejamos que los jóvenes se
enfaden y aprendan a reconocer ese sentimiento, no sabrán filtrarlo
después. Expresar un sentimiento humano como la ira es algo que hay
educar, como el resto de los sentimientos, para adelantarse al
problema", considera.
Los cambios que atisba Alemany también los reconoce de la Corte, que asegura que la capacidad de empatía se ha incrementado,
lo cual reduce la proliferación de la ira. "Anticipamos los efectos
dañinos de la violencia y eso nos hace sentir mal porque empatizamos",
considera.
También para Garzón el cambio generacional es perceptible:
"Entre las nuevas generaciones de jóvenes surge lentamente una perspectiva distinta
en la manera de afrontar la vida y en concreto el tema de los
conflictos personales e incluso sociopolíticos". Una perspectiva que se
instaura para crear una sociedad más pacífica, más sensible y menos
tolerante al odio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario