Escondidos muchos de ellos detrás de una máscara deben sentirse muy seguros los policías de Jusapol que este martes protagonizaban ante el Congreso de los Diputados una protesta sindical. Un pequeño grupo, vete a saber si de aquellos que gritaban hace algo más de dos años "A por ellos" mientras
viajaban hacia Barcelona para reprimir el 1 de octubre, reconoció y
salió persiguiendo en la misma Carrera de San Jerónino, donde están las
Cortes, a la diputada de JxCat Laura Borràs.
"A por
ella" debió gritar quizás alguno de ellos, escondido detrás de la careta
que servía para actuar camufladamente mientras la abordaban al grito de
"catalanes de mierda", "hija de puta" "putos catalanes"...
Es normal que se sintieran muy cómodos y a sus anchas ya que los cordones de seguridad les dejaron hacer en todo momento lo que quisieron y
les trataron más como compañeros que como manifestantes: petardos
delante del Congreso como si tal cosa se combinaron con la persecución
de Borràs mientras era insultada, amenazada y coaccionada por gente
disfrazada. Por mucho menos, aquí, en Catalunya, se han abierto
procedimientos judiciales y se han perseguido a dirigentes
independentistas hasta el punto de intentar arruinarles la vida. Cuesta
imaginar el silencio que en Madrid concentra todos estos grupos de
ultraderecha.
No quiero ni pensar cuántas portadas ocuparía, cuántos minutos de
televisión tendría y qué dirían partidos como PP, Ciudadanos, Vox o el
mismo PSOE si, por ejemplo, hubiera actuado así un colectivo de Mossos
d'Esquadra con alguno de sus representantes en el Parlament de
Catalunya. Pero claro, los miembros de Jusapol deben tener bula ya que nadie parece haber considerado punible la acción. Aún debe haber, incluso, quien diga que a Borràs le está bien empleado por ser independentista y atreverse a pasear por las calles de Madrid.
Alguien debería estar analizando, el mismo ministro Marlaska,
por ejemplo, muy seriamente, cómo puede ser posible la vergonzosa
actuación de los policías que vigilaban el Congreso o por qué los
agentes que fueron llamados para auxiliar a la diputada permanecieron
impasibles, como si la cosa no fuera con ellos. No así, y también hay
que decirlo, los ordenanzas de la Cámara Baja, que se personaron con
celeridad en el lugar de los hechos.
Los hechos nunca son casuales y nadie escarbará más de la cuenta en
la actuación de Jusapol ya que deben contar con licencia para
actuar libremente por el simple hecho de los pluses ganados con la violenta actuación del 1-O contra el referéndum catalán o
con el homenaje que realizó a los agentes que actuaron aquel octubre en
Catalunya. De aquellos polvos vienen estos lodos y de aquellos
silencios o, peor aún, complicidades escandalosas, esta actitud de
protección tan incomprensible como vergonzante.
(*) Periodista y director de El Nacional
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