Las fusiones bancarias vuelven a estar en el ánimo de los
profesionales del sector financiero. De una u otra forma, la realidad
cotidiana, que perciben por supuesto los clientes del sector, describe
una situación de continuos cambios, con cierres y traslados de oficinas,
recortes de personal y todo tipo de movimientos que denotan la
frenética actividad que existe en el sector a la hora de buscar un
acomodo de sus estructuras y su oferta a las necesidades de los
clientes.
Se superponen, además, las exigencias de rebajas de costes del propio
sector y la presión de las autoridades reguladoras por dirigir este
cambio global de las entidades hacia un futuro más racional y desde
luego rentable, ya que la superposición de crisis bancarias dura ya
varios años y es algo que ningún Gobierno quiere afrontar.
Lo que parece cierto es que en el sector bancario hay todavía
capacidad sobrante, es decir, demasiados bancos o demasiado grandes o
ambas cosas a la vez. Y la inevitable conclusión que se obtiene es la de
una necesidad de acelerar las fusiones bancarias. Hay demasiadas marcas
todavía en el sector, tanto en el español como en buena parte de los
países que forman parte de la Unión Europea, lo que implica una doble
posibilidad: acelerar el proceso de fusiones a nivel estatal y hacer lo
mismo a escala europea.
Dos procesos que podrían producirse de forma
paralela o sincronizada y en los cuales algunas entidades bancarias
españolas podrían tener protagonismo a doble banda, en España y en el
plazo supranacional.
El exceso de oferta en el sector bancario está generando un problema
de índole estructural que ya se prolonga desde hace varios años, pero al
que se ha unido más recientemente la estrategia monetaria de los bancos
centrales y en particular del Banco Central Europeo (BCE), con los
tipos de interés bajos e incluso negativos y las intervenciones masivas
en los mercados del dinero, mediante un aumento de la liquidez y de las
medidas regulatorias orientadas a reforzar la solidez de los balances
bancarios. Los banqueros han agudizado en los últimos meses las críticas
a la actividad de los gestores del BCE y han puesto en solfa la
eficacia de las políticas monetarias, que están crean do más problemas
de los que han logrado resolver en los últimos meses.
Hay, por lo tanto, varias vías por las que transitan problemas con
características propias y diferenciadas y que exigen soluciones que en
algunos momentos pueden resultar confluyentes. Las fusiones bancarias
serían posiblemente una solución para darle salida a los problemas del
sector en su variada gama. Los mercados de capitales, con las Bolsas
como uno de los principales testigos de todos los movimientos posibles,
pueden desempeñar un papel decisivo en los próximos meses. Ya hay una
predisposición bastante favorable en el sector financiero para hacer
viable este proceso, al que podríamos asistir en los próximos meses.
(*) Periodista y economista
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