MURCIA.- Ecologistas en Acción denunció, ante la Dirección General de Medio
Ambiente y Mar Menor, el aumento significativo de la turbidez de las
aguas de la laguna, y sostiene que la administración regional no puede permanecer impasible o mirar a otro lado ante estas circunstancia.
En un comunicado hecho público este lunes, la organización ecologista lamenta que estos hechos «muestran el Mar Menor como un ecosistema frágil
ante todas las agresiones que, en forma de contaminación, llegan a la
laguna». «Su deterioro se ha convertido en un tema recurrente y crónico
en el panorama del medio ambiente regional».
Además, el documento
apunta a que los precedentes deben hacer saltar las alarmas: «Tenemos
un peligroso antecedente, los procesos de contaminación que desembocaron
en la llamada sopa verde de 2016 y que tuvo impactos ambientales significativos
con la desaparición de casi el 85% de la pradera sumergida de la
laguna. Para esta organización representa el paradigma de la factura en
diferido de un modelo de agroindustria intensiva, que resulta
insostenible en el Campo de Cartagena».
Según Ecologistas en
Acción, «los nutrientes usados en la agroindustria del Campo de
Cartagena, que llegan a la laguna por diferentes vías, han sido la causa
principal del proceso de eutrofización que provocó que el Mar Menor se
convirtiera en una sopa verde en 2016». Por este motivo, el documento
apunta que «se hace cada vez más urgente reordenar y auditar la superficie de regadío
en la cuenca del Mar Menor, eliminando los perímetros irregulares, y
someter a un control exhaustivo todas las extracciones de agua en el
Campo de Cartagena».
Contaminación por metales pesados
La contaminación por nitratos y fitosanitarios no es el único problema que amenaza a la laguna, también se suma la contaminación por metales pesados que llegan a la cubeta surcuando
se producen escorrentías por lluvias en la Rambla del Beal, entre Los
Urrutias y Los Nietos, según critica la asociación ecologista.
Así,
un estudio de investigadores de la Universidad de Murcia revela que,
solo en 2015, en la zona sur se dispararon los niveles de nutrientes y
de plomo y zinc, lo que supone «un riesgo potencial para la salud pública y un proceso acumulativo de vertidos en la laguna».
Este tipo de contaminación, procedente de los suelos de la Sierra
Minera, «se viene repitiendo año tras año sin que se haya hecho nada
todavía».
Ecologistas en Acción insiste en que «los problemas no terminan de resolverse, pese a la retórica de la administración regional
y de algún miembro del Comité Científico de asesoramiento sobre el Mar
Menor».
La realidad, en opinión de la organización, «es que la mala
gestión de las diferentes administraciones, así como los usos y
actividades en la propia laguna, con mayor responsabilidad del Gobierno regional,
nos ha llevado a convertirlo [el Mar Menor] de una riqueza y patrimonio
de toda la ciudadanía murciana a un problema de primer orden; que
conviene resolver de manera urgente».
Por ello, «es necesario
hacer una reflexión sobre las causas». En unas pocas décadas, «hemos
pasado de tener una auténtica joya de gran riqueza ambiental y
biodiversidad, de aguas transparentes, salinas y con pocos nutrientes, a
tener un espacio muy degradado, tanto por la actividad del sector urbano-turístico, como por el sector de la agroindustria», explican en el documento.
El resultado es que la laguna «se ha convertido en el paradigma de un modelo insostenible y depredador que genera beneficios para unos pocos
y socializa las pérdidas para toda la ciudadanía». Un modelo que «no ha
tenido en cuenta los impactos ambientales hasta que la laguna nos dio
los primeros avisos», denuncian.
Actuar en el origen
Entre
estos problemas, Ecologistas en Acción concreta uno de sus episodios.
«Hace poco conocíamos un informe del Servicio de Protección de la
Naturaleza de la Guardia Civil (Seprona) en el que se estimaba que
solamente 13 desalobradoras vertieron a la laguna 3,8 millones de metros cúbicos de salmuera (que equivaldrían aproximadamente a 1.900 piscinas olímpicas)».
Los
problemas de contaminación «no se solucionarán si no se actúa
directamente sobre el origen». Por ello, la asociación ecologista pide
«desarrollar un modelo agrícola sostenible en la zona del Campo de Cartagena
que rodea la laguna, que incluya como elemento fundamental la reducción
de la contaminación agraria en origen, la eliminación de los usos
irregulares del agua, el control sobre la superficie en regadío y la
demanda de agua para uso agrícola».
El plan de vertido cero del
Ministerio para la Transición Ecológica está terminando sus trámites
administrativos y evaluaciones medioambientales. En este sentido, «es necesario un acuerdo del ministerio y el gobierno regional para coordinar sus esfuerzos
y comenzar su ejecución de manera urgente», y marcar así «el inicio de
la concepción del Mar Menor como un patrimonio medioambiental antes que
un problema», concluye Ecologistas en Acción.
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