MADRID.- La dirección del Partido Popular se vuelca estos días en denunciar "la inacción" de Pedro Sánchez en
su tarea pendiente de buscar apoyos para su investidura y, al mismo
tiempo, empieza a hacer sus primeros cálculos sobre lo que costaría
presentarse a nuevas elecciones en noviembre. El PP, con la plantilla de la sede de Génova pendiente de un probable ERE en septiembre, está en su peor momento económico para meterse en otra campaña y pedir los créditos necesarios para afrontarla, según revela El Confidencial.
Pablo Casado
acaba de cerrar sus equipos para hacer oposición, no para volver a las
urnas, aunque en fuentes del PP insistan en que no tienen miedo a una
nueva contienda electoral de la que, en cualquier caso, confía en que
saldrían mejor parados que del desastre del pasado 28 de abril.
Al principio de las vacaciones los dirigentes populares se inclinaban por pensar que Sánchez buscaría su segunda oportunidad para la investidura con más tiempo, interés y dedicación que la primera. De vuelta a los despachos, comprueban que el presidente del Gobierno en funciones hace lo contrario y copia la caricatura de inmovilista que el PSOE dibujaba de Mariano Rajoy.
“Se limita a esperar que Iglesias se rinda y le apoye gratis para evitar elecciones”, comentan en medios del PP.
Ya
no descartan en Génova que el jefe del Ejecutivo en funciones esté
decidido a forzar esos nuevos comicios con tal de mejorar su posición en
el Congreso a costa de Podemos. Hasta
han empezado a hacer cálculos sobre lo que supondría para las menguadas
arcas de la formación organizar una nueva campaña, “más austera aún que
la anterior”, según reconocen en Génova.
El presupuesto del PP para los comicios del 28-A estaba hecho con la previsión de alcanzar los 90 escaños y sobre ese cálculo se pidieron los créditos a la banca privada y al Instituto de Crédito Oficial, como el resto de las formaciones.
El desastre en los resultados, los 66 diputados
en que se quedó el Grupo Popular del Congreso que contaba con 134,
complican las devoluciones y, sobre todo, el sostenimiento ordinario de
la formación al perder de golpe casi 11 millones de euros en subvenciones.
“Con
la subvención anual no llega ni para pagar las nóminas de la plantilla
de Génova”. Ese es el mensaje que reciben los exdirigentes del partido
con plaza fija y los empleados de la casa para que acepten las bajas y
traslados a otros destinos.
En previsión de que al final haya nuevos
comicios son los departamentos de organización, electoral y prensa los
menos afectados por los planes de recorte que se acometerán en septiembre.
En la dirección del PP prefieren acometer cuanto antes esa redimensión de su aparato, los más de 400 empleados de
la etapa de la mayoría absoluta de Mariano Rajoy, y ponerse a trabajar
desde la oposición en el desgaste del Gobierno socialista y con el
objetivo de la "refundición" del centro derecha.
Aunque en el
Partido Popular den por hecho la mejoría de resultados en unos nuevos
comicios, nadie en Génova sabe en qué medida están en condiciones de
recuperar un número considerable de escaños a costa de Ciudadanos y de Vox,
sus socios ahora en Comunidades autónomas y ayuntamientos de la mitad
de España.
Se tendrían que pelear otra vez por el mismo espacio
electoral del centro derecha, ya que Albert Rivera y Santiago Abascal rechazan cualquier fórmula de entendimiento preelectoral.
Según todos los sondeos, la fragmentación en tres partidos
de la alternativa al PSOE garantiza a Pedro Sánchez el primer puesto y
una posición más hegemónica tras unos nuevos comicios. Sobre el
beneficio para el PP, esas mismas encuestas tampoco llegan a pronosticar
un ascenso de Pablo Casado que le permita optar a la victoria.
La
previsible subida de la abstención dificulta cualquier cálculo previo,
aunque los que manejan las cuentas en Génova reconocen que con 15 o 20
escaños más en esos comicios de noviembre el partido podría sanear sus
finanzas para arrancar una nueva legislatura sin la amenaza de la quiebra técnica.
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