viernes, 9 de agosto de 2019

Miguelotan / Ángel Montiel *

A Miguel Sánchez, senador autonómico por la gracia del pacto PP-Cs, lo han metido en la delegación española de las Cortes Generales ante la Asamblea Parlamentaria de la OTAN, que es algo que debía existir, pero que, como tantas cosas, descubrimos cuando llega un murciano. Tiene toda la lógica: ¿dónde encajaría mejor un caballero cristiano caravaqueño que en la institución para la defensa de la civilización occidental?

A Miguel Sánchez lo relevaron del liderazgo autonómico de Cs por el artículo veintitrés, y la patáparriba ha sido tan contundente que ha llegado hasta la OTAN. Asamblea Regional, de entrada no; Asamblea OTAN, alfombra roja. (Otra de Isabel Franco: ha dicho que Cs no negoció con el PSOE porque en la primera reunión ya estaban pidiendo sillones, cuando el primer y único sillón del que se habló en aquel encuentro fue el de Miguel Sánchez. Merecido, eso sí). 

Cuando en mis años mozos trabajé en un magazín de televisión, el realizador del programa se empeñaba en colocarme en la rejilla a un cantante amigo suyo que, decía, había ganado el Festival de la OTAN. Era tan malo que no habría podido quedar el penúltimo ni en el de la OTI, que era el que había por entonces. 

Como Internet no estaba ni se le esperaba, era difícil encontrar alguna fuente que ratificara que tal Festival de la OTAN existiera, pero si fuera así quedaba claro que la OTAN era algo peligroso, capaz de utilizar técnicas de La naranja mecánica con alguna finalidad tóxica. Mi aversión a la OTAN no procede, pues, de algún prejuicio antimilitarista, sino de su política musical. 

Pero con Miguel Sánchez ahí podemos estar tranquilos. Su ánimo pacifista está probado desde que, cuando le pidieron que se apartara de la candidatura regional de Cs, no quiso guerrear en las primarias. No es hombre de batallas perdidas, aunque las fotos que cuelga en Facebook durante las fiestas de Caravaca resulten intimidatorias, con ese pedazo de espada que ni la del Cid.

 Como es político de ideas atrevidas, quién sabe si hará lo de Hernández Ros cuando, para asegurar la paz mundial, quiso invitar a Reagan y a Chernenko a compartir una paella huertana junto al Muro de Berlín. Con más propiedad y probable éxito, Miguel Sánchez podría organizar una Asamblea General de la OTAN en el lugar que constituye su pequeño paraíso terrenal, la pedanía caravaqueña de El Moral y en torno a unas migas.

 Ahora bien, Miguel, cuando vayas a la sede de la OTAN procura no tocar ningún botón.


(*) Columnista


https://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2019/08/06/miguelotan/1043053.html 

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