martes, 19 de febrero de 2019

Los citricultores que se han manifestado hoy en Madrid se olvidaron del limón


MADRID.- Cientos de citricultores de la organización agraria Asaja, vestidos con “chalecos naranjas” se han concentrado esta mañana ante la sede de la Comisión Europea (CE) en Madrid para demandar medidas ante la crisis que atraviesa el sector por la abundante producción y los bajos precios en origen.

Mil agricultores de la Comunidad Valenciana, Andalucía, Murcia y Cataluña, según los convocantes, (600, de acuerdo a los datos de la Policía Municipal), ha coreado eslóganes a favor del sector y han portado carteles en los que se leía “¡Nuestro futuro está en juego!” o “El campo se muere, ¿y tu?” y “Soluciones ya”, además de repartir naranjas a los viandantes.
Los productores que participaron en la manifestación en Madrid reclaman que la Comisión Europea la elaboración urgente de un estudio sobre el impacto negativo de la creciente irrupción de naranjas y mandarinas de terceros países en el mercado europeo.
El presidente de Asaja, Pedro Barato, ha afirmado que los cítricos “están pasando una crisis que de seguir así puede provocar el abandono de muchas explotaciones”. 
En su opinión, la política de precios es “abusiva hacia el sector productor” y la Unión Europea “tiene que contemplar la preferencia comunitaria para los cítricos e incrementar el control en fronteras para evitar la entrada de plagas que aparecen cada nueve meses”.
El director de la representación en España de la Comisión Europea, Francisco Fonseca, ha recibido a Pedro Barato y otros dirigentes de la organización, como Ricardo Sierra o Cristóbal Aguado, quienes le han entregado un documento con distintas propuestas para afrontar la situación. El murciano Alfonso Gálvez se quedó en la puerta.
Fonseca ha reconocido que la perciben como “una tormenta perfecta” y les ha asegurado que transmitirá sus peticiones a Bruselas, tras reconocer que “es necesario intentar garantizar algo básico” (para los productores) y que “perdure la población en el territorio”.
Con esta concentración, los productores de cítricos de Asaja han dado carácter nacional a la serie de protestas que comenzaron el pasado 8 de febrero en Córdoba y que se produjeron posteriormente en Valencia, con el reparto gratuito de naranjas el día 14 de este mes.
En el documento entregado a Francisco Fonseca, la organización agraria reclama un informe del impacto de la entrada de cítricos de países terceros, una revisión de la OCM hortofrutícola (especialmente en lo que se refiere a las ayudas y las organizaciones de productores) y una ley de cadena alimentaria en el ámbito comunitario, entre otros aspectos.
Según Asaja, que cita datos de la lonja de precios de los cítricos, la caída de precios esta temporada es de casi un 50 % de media en la variedad clemenules de mandarina y del 40 % en la naranja navelina. Nada se dice del limón.
Desde la organización agraria han apuntado como uno de los responsables de esta situación a las exportaciones de Sudáfrica y otros países terceros como Marruecos, Turquía, Egipto, Brasil o Argentina, cuando las exigencias laborales, fiscales, fitosaniatrias y medioambientales que impera en estos orígenes no son los mismos que en el UE.
Se señala que el incremento de la superficie de cultivo en estos países hace prever que en futuras campañas, de cuatro a cinco años, aumenten su producción en más de 500.000 toneladas. Al problema de las importaciones de cítricos de países de fuera de la UE, Asaja, denuncia también el riesgo de entrada de plagas.
Al tiempo denuncian las notorias carencias de la Organización Común del Mercado (OCM) hortofrutícola a la hora de resolver los problemas cuando se presentan coyunturas de crisis en los mercados.
Asaja recuerda cifras del Ministerio de Comercio que reflejan una subida del 78,9 % en las ventas citrícolas de Egipto a la Unión Europea de 2014 a 2018, hasta 332.126 toneladas; en el caso de Sudáfrica, el aumento ha sido del 40,4 %, hasta 813.410 toneladas.
En este sentido, han incidido en que esta producción compite en el mercado con la española, pero no cumplen las mismas normas fitosanitarias, medioambientales o de seguridad laboral.

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