La manifestación por ‘la unidad de España’ convocada por los líderes
de los primeros partidos de la oposición, Albert Rivera y Pablo Casado,
debe hacer honor al lema de su convocatoria. Y no escenificar la
fractura entre las dos Españas ideológicas de la izquierda y la derecha.
Una imagen que ya se desprendió en la desafortunada revisión del
histórico pacto de la reconciliación nacional de la Transición, con la
llamada ‘Ley de la memoria histórica’. La que los gobiernos de Sánchez y
Zapatero utilizaron para reivindicar el liderazgo del PSOE en la
izquierda, sobre todo desde la aparición de Podemos.
Es la Sociedad Civil y no lo partidos y organizaciones afines los que
han de protagonizar el encuentro en la plaza Colón de Madrid. El
que tanto disgusta al Presidente del PNV Andoni Ortuzar quien tan
favorable es a las manifestaciones que en el País Vasco organiza Bildu
en favor de los presos de la banda terrorista ETA, o de las
manifestaciones que contra España ha organizado el golpismo catalán.
El derecho de manifestación es constitucional por más que le moleste a la nueva dirección del diario El País en
su empeño por proteger los disparates de Pedro Sánchez. Y que ayer
llegó a proponer de manera absurda que, con motivo de la aparente
ruptura de Sánchez con Torra, se desconvocara (sic) con urgencia la
manifestación.
Naturalmente, existe el riesgo de que grupos de extrema derecha
pretendan desvirtuar el sentido cívico de la convocatoria con gestos y
actuaciones que sólo ayudarían al golpismo catalán. Pero ese riesgo
siempre está presente, incluso con grupos violentos, en todas las
convocatorias públicas.
Pero de la manifestación del 10-F tiene que salir un claro mensaje de
apoyo a la unidad de España y a sus instituciones democráticas,
empezando por el Tribunal Supremo -que sufrirá el ataque del golpismo
catalán-, y un aviso al independentismo catalán y a quienes como el
Gobierno de Pedro Sánchez juegan con el fuego sagrado de la unidad
nacional y ofrecen negociadores o relatores entre la Generalitat de
Cataluña y el Gobierno de España.
Un paso temerario de Sánchez (que ahora simula rectificar) que
provocó alarma e indignación en el PSOE y se convirtió en la gota que
derramó el vaso de la paciencia y dignidad española. Y por eso se
celebra en la plaza de Colon de Madrid está gran manifestación, como
meses atrás se celebraron otras dos importantes manifestaciones en
Barcelona también en defensa de la unidad nacional.
(*) Periodista
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