Los diarios nacionales españoles están meditando seriamente, y en
línea con lo ocurrido en otros grandes países como los Estados Unidos,
codificar sus ediciones digitales, actualmente abierta, para lograr el
pago por visión de sus contenidos.
Una decisión esta con la que los diarios esperan compensar en La Red
la pérdida creciente de sus ventas e ingresos en el quiosco, abriendo
así una nueva línea de negocio que consideran necesaria para sus
ingresos, como la que tienen grandes diarios como The New York Times o Financial Times.
Aunque la condición ‘global’ de estos importantes diarios anglo
sajones -que separan la información de la opinión- les garantiza el
éxito de difusión y clientela mundial de pago. Sobre todo por la calidad
de sus contenidos y especialmente los económicos que despiertan un
interés muy especial, por los análisis de prestigiosas firmas que en
ellos se publican.
En el caso español, la calidad de la información en grandes medios
empieza a ser escasa porque las portadas se han convertido en meros
editoriales. Y los editoriales además sin militantes de ardidos y no se
corresponden con la verdad de los hechos. Y esa promiscuidad militante y
enchufada a la prensa de partido hace que los lectores de diarios
impresos y digitales españoles sean víctimas de una enorme confusión y
desinformación.
Por no decir manipulación política y económica (los intereses creados
y los dueños de los diarios influyen en paralelo con los partidos), que
les impide alcanzar a los lectores algo tan necesario como es: saber lo
que pasa.
Y si la información y la opinión llegan sesgadas a los lectores de
papel o digitales, éstos tendrán dificultades para ordenar su propio
criterio ante los grandes acontecimientos nacionales e internacionales,
de la que sin duda hoy día es una trepidante e inmediata actualidad.
Sin embargo los ‘lectores de calidad’ y los líderes de opinión no se
dejarán engañar, y tendrán que leer entre líneas la verdadera actualidad
para sacar sus conclusiones. Mientras que las cabeceras de estos
diarios, impresos y digitales, no solo seguirán perdiendo audiencia
(además el prestigio de sus marcas no impresiona a los jóvenes que se
informan en La Red) sino que también perderán influencia y credibilidad.
Tomemos un ejemplo muy reciente en la crisis del llamado ‘relator’
que el Gobierno de Sánchez aceptó a petición de la Generalitat de Torra
como una condición para que los partidos soberanistas aprobaran los
Presupuestos. Y que en principio fracasó porque el dirigente catalán,
además, pidió hablar también de autodeterminación.
El invento del ‘relator’ entre Sánchez y Torra es un disparate
mayúsculo que implica reconocer la soberanía de Cataluña si se establece
la presencia de ese ‘mediador’ entre el Gobierno de España y la
Generalitat catalana. ‘Es innecesario y desprestigia las instituciones’,
dijo Felipe González.
Mientras, la derecha tripartita de PP, Cs y Vox, se rasgaba sus
vestiduras y subía el tono de sus proclamas hasta los insultos al tiempo
que convocaba una gran manifestación en Madrid, presuntamente en aras
de las Sociedad Civil, a la que no se vio por ninguna parte, porque la
concentración quedó reducida a un mero acto pre electoral y partidario
de la derecha.
En estas circunstancias el diario El País publicó un
lamentable editorial para ocultar la gravedad del ‘relator’ de Sánchez,
al que equiparó con las duras quejas de la Oposición, pero ocultando en
el texto que dentro del PSOE también se había iniciado una revuelta
contra Sánchez. Y al día siguiente El País minimizó, en su portada, las palabras de González sin subrayar lo del ‘desprecio a las instituciones’ que imputaba a Sánchez.
Y tras la manifestación de la Plaza de Colón, los diarios conservadores El Mundo, La Razón y ABC
lanzaron portadas eufóricas más propias de los tabloides
sensacionalistas británicos, en cuyos títulos se decía,: ‘Elecciones
ya’, ‘Pinchazo de Sánchez’ y ‘España’.
En este caso fue El País el periódico más moderado, e
informativamente correcto con un titular que decía ‘La derecha
escenifica su unidad ante decenas de miles de manifestantes’.
Y desde Barcelona La Vanguardia, que en realidad es un
diario de corte ‘independentista vergonzante’, se dedicaba a minimizar
el alcance de la manifestación titulando así su portada: ‘La escasa
movilización de la derecha da aire a Sánchez’. Eso de dar aire, pero al
independentismo, es lo que suele hacer en Cataluña el Conde de Godó,
abanicando con su diario a Puigdemont, Junqueras y Torra.
¿Qué hacer? Pues no se sabe bien, pero sabemos que en Internet hay
diarios y webs informativas y de análisis de calidad, que conviene
seguir para estar informado sin ser objeto de la gran manipulación
política y mediática que impera en nuestro país.
Y si los grandes diarios digitales y de partidos y sus lobbies
mediáticos se codifican y cobran por sus contenidos, se equivocaran,
porque perderán una parte de su audiencia, además de la credibilidad e
influencia que ya han perdido, y puede que ello sea lo mejor para una
prensa digital de calidad.
(*) Pseudónimo de un veterano y prestigioso periodista cordobés
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