jueves, 3 de enero de 2019

Es la política, estúpido. Jubilados al poder / Félix de la Fuente *

Manifestaciones y más manifestaciones, firmas, peticiones, escritos, denuncias, concentraciones de todo tipo y de todas las orientaciones políticas… Esto se ha convertido en el deporte nacional. Somos muchos los que llevamos participando en todos esos tipos de actuaciones. No digo que no sirvan para nada, pues sí sirven para algo: para descargar nuestra rabia y nuestra impotencia. 
 
No nos hagamos ilusiones. Lo que un millón de manifestantes puedan lograr en un día, lo puede echar a perder un político en dos minutos Los que residimos en Barcelona, especialmente, lo hemos vivido infinidad de veces. Y esto sirve tanto para las manifestaciones de los constitucionalistas, como para las de los independentistas. Que nadie se haga ilusiones

Uno de los colectivos que más se ha movilizado en los últimos tiempos, han sido los jubilados. Pero ojo con lo que piden y, ojo también con quién maneja los hilos de las aspiraciones de los pensionistas. Claro que los jubilados tienen razón para exigir pensiones más elevadas. Pero ¿y si el aumento de las pensiones fuera a costas de reducción de los salarios? 
 
Al parecer la pensión media está en España por encima del salario medio de los jóvenes. Si queremos que nos toque un mayor trozo de pastel, éste tiene que aumentar, es decir en España tiene que aumentar la producción. Y con unos jóvenes, y sobre todos los jóvenes mejor formados, que se nos van a otros países de la UE, difícilmente puede aumentar la producción, que es el pastel.

Pero ¿es que el pastel solamente se reparte entre los pensionistas y los jóvenes? ¿No son otros los que proporcionalmente se llevan la mayor parte del pastel? Si el pastel no aumenta, o hay que repartirlo mejor o hay que reducir el número de participantes, o ambas cosas-. 
 
Pero el número de jubilados, con las expectativas de vida actuales, no va a disminuir, y los puestos de trabajo no deben disminuir, porque entonces disminuiría el producto interior bruto de España. No queda otra solución que privar de pastel a todas las personas improductivas. Quien no trabaja, que no coma. Las clases pasivas no son los pensionistas, pues ellos sí han trabajado y ahora están disfrutando de lo que han producido. Las clases pasivas son toda esa muchedumbre de políticos improductivos que están cobrando sin haber hecho nada en su vida.

No es un partido de jubilados lo que puede poner remedio a tanto problema. No son sólo sus propias pensiones las que deben preocupar a los jubilados, sino también, entre otras muchas cosas, las pensiones de sus hijos, que éstos quizás no lleguen a percibir, por no haber cotizado nunca o el tiempo suficiente. No puede haber un partido de jubilados, lo mismo que no puede haber un partido de estudiantes o de mineros o de amas de casa, pues es imposible que concuerden ideológicamente. 
 
Pero hay una cosa que sí pueden hacer los jubilados y en la que están todos de acuerdo, si quieren que realmente cambie la situación: ofrecerse a sus propios partidos políticos para colaborar de forma gratuita y así cubrir, en horario completo o parcial, todos esos puestos que dependen de los partidos políticos. Esto supondría unos ahorros enormes, que se podrán destinar a fines sociales. 
 
Tenéis que obligar a vuestros partidos a que se definan: si quieren mirar por los ciudadanos, reduciendo gastos innecesarios o quieren seguir siendo una agencia de colocación de sus afiliados. Estoy seguro de que los partidos políticos se van a reír de vuestra oferta. Puede haber un voluntariado social en todos los campos y en todas las profesiones, pero en la política no cabe, según ellos, el idealismo.

Los que no tengáis partido político, tratad de uniros en plataformas en las que quepan todas las ideologías políticas para demostrar que hay otra forma de hacer política. Si no somos capaces de reducir gastos, pronto no habrá dinero ni para pensiones ni para nada. No se trata de cambiar el partido del gobierno, se trata de cambiar la forma de hacer política. Ya existen plataformas de este tipo, que os pueden servir de modelo. No bastan las manifestaciones, ni las protestas. No son los partidos políticos los que nos pueden salvar. 
 
Lo que nos puede salvar es la forma de hacer política, estúpido.
 


(*) Ex funcionario de la Comisión Europea

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