MADRID.- El PP ha decidido cerrar filas en torno a su presidente, Pablo Casado,
al que el caso del máster le ha dejado acorralado. Desde la formación
aseguran públicamente que no están preocupados y que su líder es “víctima de una persecución”
de sus rivales políticos y que “los inocentes no deben dimitir”, pero
el caso recuerda mucho al de la expresidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes,
que se esforzó por todos los medios en defender su prestigio y que tuvo
que acabar dimitiendo debido a la presión y a un inesperado vídeo en el
que se le veía robando unas cremas.
Pero lo de Casado es incluso más
grave si cabe para un PP que podría ver como su nuevo líder es
investigado, abriendo en el partido una herida difícil de curar que derivaría en una guerra interna y haría resurgir a la figura de Soraya Sáenz de Santamaría,
que permanece en silencio esperando pasar al ataque si finalmente el
Supremo da el golpe de gracia al que fue su rival en las primarias.
De momento, los dirigentes del PP que se han pronunciado, pocos, han
defendido a ultranza a Casado. La última en hacerlo ha sido la portavoz
del PP en el Congreso, Dolors Montserrat, que ha asegurado que el caso del máster “tiene poco recorrido y es irrelevante” y ha lamentado que haya una doble vara de medir de la que se quieren aprovechar los políticos rivales.
En una entrevista en Rac1, la portavoz popular ha destacado que pondría “totalmente” la mano en el fuego por su líder y ha acusado al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de haber modificado su currículum y de no haber presentado su tesis.
Asimismo, Montserrat ha insistido en que Casado estará a disposición
judicial, ya que “lleva cuatro meses dando respuestas” y cuando hizo el
máster no se exigía la realización de un trabajo final.
Preguntada por las implicaciones éticas de este caso, Montserrat ha
respondido que “la ética es la ley y la ley no va más allá”, y ha pedido
que no se hagan futuribles y que se deje trabajar al Tribunal Supremo.
El caso es que aunque desde el PP nieguen preocupación, si la hay, a menos de puertas para dentro. Los sorayistas, que son unos cuantos, han decidido permanecer en silencio a la espera de los acontecimientos
y recuerdan que ya advirtieron antes del Congreso del partido la
situación compleja que se podría generar si Casado, al que ya le había
salpicado el caso del máster, tenía por delante. Si el Supremo acaba
imputando a Casado, pasarán a la acción para reclamar su lugar en el
partido.
Al tiempo, continúa el proceso para que la denominada pieza C del caso Máster, relativa al de Casado y en la que figuran siete imputados, llegue al Tribunal Supremo, después de que la Fiscalía de Madrid haya rechazado recurrir la decisión de la titular del juzgado de instrucción número 51 de la capital, Carmen Rodríguez-Medel.
En todo caso, no será previsiblemente hasta después del verano
cuando se empiece a conocer el hipotético horizonte judicial de Casado,
a quien la jueza atribuye los delitos de prevaricación administrativa y
cohecho impropio para los que se contempla una inhabilitación para
cargo público de entre 3 años y medio y 7 años.
Lo del máster es el más importante pero no el único escollo para Casado, ya que tras algo más de dos semanas en el cargo también ha visto cómo el partido se enfrentaba en el Ayuntamiento de León a una posible moción de censura contra Antonio Silván, que finalmente no se ha concretado, por el caso Enredadera.
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