Casi
todas las tradiciones espirituales de la humanidad creen en la
transmigración de las almas desde la antigüedad más remota. La
creencia en la reencarnación ha estado presente en la mayoría de
las religiones orientales, como el hinduismo, el budismo y el
taoísmo, y también en algunas religiones africanas y tribales de
América y Oceanía. Un tema difícil y peliagudo de investigar.
Incluso los primeros cristianos creían en la reencarnación,
hasta que vino el Concilio de Nicea y lo prohibió todo, dejándolo
reducido a un credo oficial impuesto por la fuerza. El destierro de
la doctrina reencarnacionista empezó a expandirse en el año 312,
cuando el emperador Constantino se convirtió al cristianismo. Es
obvio que a Constantino no le interesaba investigar la Verdad, sino
la estabilidad política del imperio romano.
El negar la reencarnación implicaba meter más miedo a la gente
si sólo tenemos una vida para enmendarnos. Pero la misericordia
divina es infinita, y nos da múltiples oportunidades para
evolucionar y volver al camino recto. Actualmente, algunos
movimientos dentro del cristianismo como el Nuevo Pensamiento y los
grupos vinculados a la denominada Nueva Era también aceptan la
reencarnación.
Este proceso fue todo lo contrario de lo que sucedió en la India
donde florecieron múltiples escuelas de pensamiento filosófico y
espiritual más o menos acertadas, pero con total libertad y sin
violencia doctrinal. Allí no existe la palabra ‘hereje’
porque cada uno tiene su punto de vista y se respeta totalmente.
Fue precisamente en la península del Indostán donde se formuló con
mayor claridad la doctrina de la reencarnación. Es fácil de
entender que cada uno reencarna según sus obras buenas o malas,
pero también se ha abusado de este argumento para justificar el
injusto sistema de castas.
La reencarnación es la creencia consistente en que la esencia
individual de las personas (ya sea mente, alma, conciencia o energía)
adopta un cuerpo material no solo una vez sino varias según va
muriendo. Según esta doctrina, un alma o espíritu viaja o aparece
por distintos cuerpos, generalmente a fin de aprender en diversas
vidas las lecciones que proporciona la existencia terrena, hasta
alcanzar una forma de liberación o de unión con un estado de
conciencia más alto.
Actualmente existen cada vez más personas que creen en la
reencarnación, no por fe ciega, sino porque se multiplican las
evidencias. Cada vez nacen más personas que recuerdan su vida o
vidas pasadas, cuya información se confirma cuando se investiga
el lugar aludido, el registro civil y los recuerdos de los vecinos.
El escritor Ian Stevenson afirmó haber investigado numerosos
niños que afirmaban recordar una vida pasada. Llevó a cabo más
de 2.500 estudios de caso, en un periodo de cuarenta
años, y publicó doce libros. Durante la última década
surgieron en Argentina grupos llamados “talleres de
investigación sobre vidas pasadas” que publicaron, en 2.017,
unas conclusiones muy interesantes de sus trabajos.
Por otro lado está la evidencia científica de la Psicología,
aunque algunos cientifistas ortodoxos la califican de ciencia
‘brujeril’. El Doctor Brian Weiss fue quien popularizó esta
técnica; un psiquiatra formado en la Universidad de Columbia y
en Yale Medical School. Por su parte el psiquiatra y licenciado en
filosofía Dr. Raymond Moody propone en uno de sus proyectos,
una investigación científica sobre las regresiones del cual se
deriva su libro “Coming back”.
En Méjico, el doctor Ramón
Esteban Jiménez (piquiatra, psicólogo y filósofo) realizó
estudios de regresión a vida pasadas, alegando que existe un plan
general que rige la naturaleza de cada una de las encarnaciones.
A su juicio, todos los hechos que se suceden en nuestra vida
tienen un propósito que se ha originado en un plan maestro. Este
plan fue diseñado por nosotros mismos. Lo hacemos para expandirnos a
través del conocimiento de las emociones porque es lo único que el
amor puede hacer por sí mismo: expandirse.
En la terapia regresiva, con o sin hipnosis, es posible acceder a
recuerdos que no corresponden a esta vida, pero es una
experiencia personal e intransferible que no se puede meter en un
tubo de ensayo. Al sanar ciertos traumas de vidas pasadas,
a través de esta terapia, podemos mejorar nuestra vida
presente. La regresión de
memoria se recomienda sólo para buscar el origen de
enfermedades psicosomáticas y ayudar al paciente a que sane
rencores, miedos y traumas que pueden estar afectando seriamente su
vida familiar, laboral o social.
Sin embargo, es un proceso que hay que hacerlo con mucho cuidado para
no caer en la depresión si nos conectamos con el trauma y no sabemos
superarlo. También es posible que se originen recuerdos falsos en
las personas que han tomado alucinógenos como el LSD.
Las vivencias de vidas pasadas también se pueden
atribuir a herencia genética, registros akásicos, consciencia
universal, telepatía, fantasías o recuerdos de lecturas o
películas. Sin embargo, se han dado casos en los que la
información suministrada no parece corresponder a ninguno de los
patrones anteriores.
En cualquier caso nos volveríamos locos si recordáramos nuestras
vidas pasadas sin estar debidamente preparados a nivel
espiritual. Por eso el olvido puede ser una bendición para
comenzar de nuevo la vida sin cometer los errores del pasado. Dicen
que al nacer recibimos un beso del ángel del olvido para restaurar
nuestra inocencia divina.
Si les digo la verdad, yo no estoy seguro de nada, porque
también dicen que existen los universos paralelos, la teoría de las
cuerdas, las líneas de tiempo divergentes y la posibilidad de que
un alma esté encarnada en varias personas, por lo que podríamos
conectar con recuerdos de otras personas creyendo que es nuestra vida
pasada. También dicen que no existe el tiempo, por lo que se
podría recordar el futuro. Vaya usted a saber cuál es la
verdad, porque estas teorías son para volverse loco.
A lo único que podemos agarrarnos es a nuestra experiencia
presente, tratando de ser lo más positivos posible y sembrando
positividad a nuestro alrededor para recoger buenos frutos. Lo
importante es ser empático y solidario con todos los seres y tener
un corazón cada vez más grande. Ese es el camino de la felicidad y
de la liberación. No hay otro. Lo demás sería complicarnos la vida
propia y de nuestros semejantes. Deseo ‘ananda’ felicidad, paz y
libertad para todos mis hermanos.
(*) Periodista
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