MADRID.- La carta de presentación del Gobierno de Pedro Sánchez en Europa no dejó lugar a las dudas en lo que se refiere a la política energética. La ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, se
presentó este lunes en su primer Consejo con un enfoque muy distinto al
que España había defendido en los últimos años, representada por el que
fuera ministro de Energía Álvaro Nadal. De
la prudencia con el avance de las renovables a situarse en el pelotón
de los destacados. De posicionarse junto al Consejo y en contra del Parlamento en relación con el impuesto al sol a la postura totalmente opuesta, según refleja hoy https://www.vozpopuli.com.
Fue una de las ideas que Ribera dejó más claras al resto
de colegas europeos: el nuevo Gobierno español está por la labor de
acabar con el denominado impuesto al sol, la carga impositiva al autoconsumo
de energía fotovoltaica para instalaciones con una potencia superior a
los 10 kilowatios. Un radical cambio de postura, toda vez que España
era, hasta ahora, un puntal europeo en la defensa de gravar el
autoconsumo a través de esta tecnología, en línea con la opinión de Alemania.
A
Ribera no le intimida el hecho de que su postura no coincida con la
mayoritaria en el Consejo europeo, favorable a un impuesto al
autoconsumo. Es más, se da por hecho que la derogación del denominado
impuesto al sol vigente en España será una de las primeras medidas que
adopte.
No obstante, no ha sido el único cambio que la
representación española ha llevado hasta el Consejo europeo. Con el
nuevo Ejecutivo, España pasará directamente a engrosar el grupo de
países que defiende un mayor avance de la implantación de las energías
renovables en el sistema como único camino para hacer posible el
cumplimiento de los objetivos del Acuerdo de París y alcanzar la total descarbonización de la economía en 2050.
De esta forma, Ribera ha defendido el objetivo de elevar
el peso de las renovables hasta un mínimo del 34% para 2030 (frente al
27% que se acordó en principio). Una postura que contrasta de forma
radical con la que había exhibido hasta ahora el Ejecutivo español, más
partidario de mantener la cifra que se había consensuado en un
principio.
Es más, desde el departamento que dirigía
Álvaro Nadal se sostenía que la meta de alcanzar un 35% de potencia
instalada con energías renovables en 2030 era poco creíble. Daniel Navia, número dos de Nadal en el antiguo Ministerio de Energía, aseguró que esta cota era "totalmente inviable".
Pero
Ribera no sólo mantiene la posición contraria sino que, incluso, es aún
más ambiciosa, ya que también apuesta por un objetivo de eficiencia del
33%, el más elevado que se propone (tres punto porcentuales por encima
del fijado inicialmente). Y, además, la ministra aboga por la
introducción de una cláusula de revisión en el paquete de energía que
impida que los objetivos de renovables y eficiencias puedan ser
renovados a la baja.
Ribera cuenta con el tiempo como
uno los hándicaps más importantes, toda vez que las negociaciones para
la confección de una hoja de ruta europea para la transición energética
están notablemente avanzadas.
"España ha venido a
mostrar que ha dejado de arrastrar los pies en esta materia", apuntó la
ministra, de acuerdo con un comunicado distribuido por el Ministerio
para la Transición Ecológica. En cualquier caso, lo que no ha hecho es
pasar desapercibida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario