MADRID.- España envejece. Es un mensaje que estamos
cansados de escuchar y leer en los medios de comunicación, pero también
un hecho que no podemos obviar y que, necesariamente, afectará a la
economía del país. Mañana habrá más pensionistas y menos trabajadores
que hoy, y eso plantea serios interrogantes sobre el sistema de
bienestar que caracteriza a nuestra sociedad, según publica hoy http://www.vozpopuli.com.
La consecuencia más directa del llamado 'invierno demográfico' es el riesgo que supone para la sostenibilidad del sistema de pensiones.
Y es que algunas previsiones apuntan a que dentro de 30 años habrá casi
tantos jubilados como trabajadores, un problema serio para un sistema
de reparto basado en la solidaridad intergenaracionla, como el nuestro.
¿Pero es esa la única consecuencia? Lo cierto es que no. El empleo,
como es lógico, también cambiará para adaptarse a la nueva realidad
demográfica. El progresivo envejecimiento de la población hará que las profesiones ligadas al ámbito sanitario
y al cuidado de mayores lideren la creación de empleo en la próxima
década y que las orientadas a la formación de las futuras generaciones
destruyan puestos de trabajo.
Así se desprende del
informe 'El futuro del empleo' de Manpower, que avanza que España será
capaz de crear 2,6 millones de empleos hasta 2026. Y 350.000 de esos empleos tendrán que ver con la sanidad,
que será sin duda uno de los nuevos motores del empleo en nuestro país.
Médicos, enferemos, auxiliares, celadores y el cuidado de personas
dependientes serán algunas de las profesiones más buscadas.
Más médicos, menos profesores
En
cambio, las profesiones relacionadas con los más jóvenes se demandarán
cada vez menos. De hecho, según el informe de Manpower, la educación destruirá alrededor de 16.000 empleos
de aquí a 2026. También destruirán puestos de trabajo las
administraciones públicas debido, en parte, a la robotización de la
economía.
Lo cierto es que el frío del invierno
demográfico ya empieza a notarse en las estadísticas. En el primer
semestre de 2017, se registraron 187.703 nacimientos, la cifra más baja
en 18 años y un 6,3% menos que en el mismo periodo del año anterior. Y
fallecieron 219.835 personas, un 4,5% más. El resultado es un crecimiento vegetativo negativo de la población. De hecho, el peor de toda la seria histórica, que arranca en 1941.
Aunque los primeros semestres de cada año suelen tener
mayor mortalidad y menor natalidad que los segundos, las cifras no dejan
de ser preocupantes y ponen de manifiesto el increíble reto demográfico que tiene por delante España y el problema del sistema de pensiones.
De hecho, es la tercera vez que España pierde población
en el primer semestre del año. Ya lo hizo en 2015 y en 2016, pero esta
vez lo hace con más virulencia. Así que todo apunta a que el año volverá
a cerrar con más muertes que nacimientos, como ha pasado los dos
últimos años.
Y es que la esperanza de vida
no para de crecer y lo seguirá haciendo en los próximos años. Es una
buena noticia, sin duda, pero que esconde un gran reto para la sociedad.
Por ejemplo, según las proyecciones del INE, los ciudadanos de más de 100 años se van a multiplicar por 14 en los próximos 50 años,
un dato que nos permite entender la razón por la que las profesiones
más ligadas a los mayores van a convertirse en el nuevo motor del empleo
en España.
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