Odio la
guerra y la violencia como el que más, pero amo a mi Patria y a las
virtudes humanas de la milicia: honor, heroísmo, compañerismo,
solidaridad, caballerosidad, etc.
Sólo
los santos y los héroes ofrecen su vida por unos valores superiores
a sus propios intereses personales. Y estos valores no los he
encontrado en ningún otro sitio que en la vida militar. Hasta los
ángeles del Cielo tienen su propia milicia para luchar contra el
mal comandadas por el Arcángel San Miguel.
En
mayo de 1969, cuando tenía 18 años, ingresé como voluntario en el
CIR-6 (Centro de Instrucción de Reclutas) de Viator (Almería)
sin saber en dónde me metía. Vi el supuesto aterrizaje del Apolo XI
en una pequeña televisión que había en el Cuerpo de Guardia, sin
dar crédito a lo que veían mis ojos.
Era
un muchacho de clase media alta que no estaba acostumbrado a las
durezas militares, y los primeros días tenía que esconderme para
sollozar en privado, porque me parecía haber
entrado en un campo de concentración nazi, pero me adapté al
ambiente rápidamente, y comencé a amar la vida militar y la
búsqueda de la perfección humana en la disciplina.
INGENIEROS
Tuve
la suerte de ingresar en el Cuerpo de Ingenieros, que
siempre me ha encantado por su alta tecnología, y por mi vocación
orientada hacia las telecomunicaciones, y poco a poco fui
ascendiendo hasta llegar al máximo escalafón que pude, que fue Cabo
Primero, que hacía las funciones de Suboficial de Guardia entre
otros servicios.
En
aquellos tiempos era muy duro ejercer el servicio de Suboficial
de Semana en una compañía, porque cada unidad
tenía más de trescientos reclutas y era muy difícil
controlarlos a todos y hacer de niñera todo el día. Fue el
trabajo más estresante que he tenido en mi vida.
Cuando
terminé el servicio militar me fui a Madrid a estudiar la carrera de
Periodismo, y me dio una depresión por la vida que dejaba, porque no
sólo me hice un hombre, aunque suene a tópico, sino que además me
encontré a mi mismo y empecé a confiar en mi propio poder interno,
humano y divino.
AVIACIÓN
Ya
de mayor tuve el privilegio extraordinario de ingresar como
Reservista Voluntario en el glorioso Ejército del Aire
de España, y salí de Alférez de Aviación especializado en
el área de Relaciones Públicas, en el Servicio Histórico
y Cultural del Ejército del Aire (SHYCEA), donde trabajé
como Redactor, vestido de civil, en la “Revista de
Aeronáutica y Astronáutica”.
Elegí
la Aviación porque siempre me han fascinado los aviones y los viajes
espaciales, y he visto casi todas las películas de ciencia
ficción. Cuando era estudiante universitario en Madrid pasaba
horas en el Aeropuerto de Barajas contemplando el despegue y el
aterrizaje de los aviones, magníficas joyas de la tecnología
moderna.
Mi
sueño dorado hubiera sido ingresar en la Academia de la Flota
Estelar para salir de Oficial y participar en las maravillosas
aventuras de la serie “Star Trek”. Espero hacerlo
en una vida futura, porque creo en la reencarnación.
En
mi vida he cometido muchos errores, pero el mayor acierto de mi vida
ha sido trabajar en las Fuerzas Armadas de España, una potencia
cultural en el planeta, por la cantidad de personas que hablan
nuestro idioma.
FILOSOFÍA
No
soy un Rambo, ni un mercenario, ni un carnicero, sino un Guerrero de
la Luz que trata de trabajar por el bien de toda la
humanidad con el arma más poderosa que existe, que es la Verdad,
y con el corazón compasivo hacia el sufrimiento de mis
semejantes, y financiado por la mayor riqueza del universo que es
el servicio desinteresado.
Esto no es otra cosa que el
espíritu idealista y caballeresco de Don Quijote de la
Mancha, pero si caer en su
locura.
“La
mejor victoria es vencer sin combatir.” Como dice el autor
chino de “El Arte de la Guerra”
Sun Zi o Sun Wu, uno de los libros más antiguos que se han
escrito sobre el tema. Para obtener la victoria basta con imponer
una superioridad moral para poder vencer sin llegar a la batalla.
Por eso, lo supremo en el arte de la guerra consiste en someter al
enemigo sin darle batalla.
Los
militares españoles solemos caer bien en todos los países del
mundo porque no vamos a conquistar ni a dominar a nadie, sino
a ejercer misiones humanitarias de Paz de la ONU
y así evitar derramamientos de sangre.
GLORIA
INFINITA
Y
por supuesto que la muerte no es el final, porque el cuerpo
humano sólo es un instrumento sagrado del Espíritu que nos ha
regalado nuestro bendito Creador, con el fin de experimentar este
universo y aprender lecciones para el crecimiento del Alma.
Ningún
soldado que cae en batalla heroicamente es abandonado jamás,
sino que su Alma es recogida por el bendito Cristo de la Buena
Muerte, que la resucita en su Cuerpo
de luz, y la lleva al Paraíso
de los Héroes.
He
sido bendecido para nacer en un país de gloria milenaria como
España, y para tener discernimiento a la hora de escoger el
camino del bien, y no perderme en los muchos laberintos tenebrosos
que existen para la perdición de las almas.
¡Gloria
a la Fuente Original de la Creación Universal, gloria a España y
gloria a toda la humanidad! Y un fuerte abrazo para todos mis
hermanos hispanos.
(*) Periodista