Entre enero y noviembre fueron despedidos mediante Expedientes de Regulación de Empleo 2.487 empleados de entidades financieras,
una cifra que iguala la que suman el pequeño comercio (1.109) y las
medianas y grandes superficies (1.383), cuadruplica la de la industria
de la alimentación (592) y dobla con creces la de la industria del motor
(902).
La
industria automovilística es la única actividad productiva que supera a
la banca en volumen de trabajadores afectados por ERE (5.252 por
2.489), aunque el grueso de ellos (4.258) se vieron afectados por
suspensiones de contrato, una medida que únicamente afectó a dos
bancarios.
Los
ERES del sector financiero doblan también en damnificados a las dos
ramas de la construcción (1.214 en la de edificios y 1.274 en la obra
pública), en las que los despidos no alcanzan a la mitad y predominan
las suspensiones de contrato, y superan los del comercio al por mayor
(2.402, con un 57% de despidos) y los de los hoteles (2.389, con casi un
80% de suspensiones).
El sector financiero español, boyante tanto en su parte de
negocio como en su
valoración bursátil tras una operación de saneamiento y concentración que ha
movilizado en ocho años 350.000 millones de euros de dinero público, de los que el
Banco de España da por perdidos 42.500,
recuperaba entre enero y noviembre del año pasado el puesto de cabeza
en el ránking de destrucción de empleo a través de EREs que ya había
alcanzado en 2015, con 3.723 despidos y una amplia ventaja sobre la obra
pública (1.011) y el comercio al por menor (1.504) y al por mayor
(2.666).
Entre
esos dos ejercicios, en 2016, ocupó la cuarta posición con 1.274 ceses,
por detrás de la industria del motor (1.333), el pequeño comercio
(1.659) y las medianas y grandes superficies comerciales, que alcanzaron
los 1.946 despidos colectivos.
Esa
tendencia a combinar los grandes beneficios con notables reducciones de
las plantillas ha sido una constante en el último lustro, en el que
solo las cinco principales entidades han compaginado
beneficios por 15.800 millones con el recorte de 18.200 empleos mientras engullían a una docena de competidores, muchos de ellos previamente saneados con fondos públicos.
Y la tormenta lleva camino de arreciar, ya que, salvo sorpresa, el sector financiero superará la cifra de despidos por ERE del año pasado
en los primeros meses de este como consecuencia de los tres grandes
expedientes abiertos, que llevan camino de rondar las 3.000 bajas.
Los
sindicatos y EVO Banco acordaban a finales de diciembre un expediente
de regulación que conllevará la salida de 239 empleados, algo más de la
mitad de la plantilla del sucesor de NovaCaixaGalicia, el banco
resultante de la fusión de las cajas gallegas, propiedad desde 2014,
tras su rescate y nacionalización, del fondo estadounidense
Apollo
Global Management.
En esas mismas fechas salía adelante, tras
lograr los sindicatos reducir 485 bajas de las 1.585 que inicialmente planteaban las empresas, otro expediente que conllevará el despido de
1.100 trabajadores de los bancos Santander y Popular. Su ejecución, según denuncian algunos sindicatos,
se está cebando en las madres trabajadoras.
Y,
prácticamente de manera simultánea, Bankia, que está ultimando su
fusión con el también nacionalizado Banco
Mare Nostrum antes de su
venta, ponía sobre la mesa otro ERE, en este caso con 2.510 bajas que la
presión sindical ha conseguido
recortar primero a 2.291
y, esta misma semana, tras una convocatoria de huelga, a 1.602. El paro
ha sido aplazado por CCOO, ACCAM, UGT, SATE, SESFI, ASIP y ACB, que
mantienen abierta la negociación con la dirección del banco.
Esa tendencia a recortar medios humanos y materiales, en la que influyen tanto la merma del negocio (
los activos del sector han pasado de 3,4 billones a 2,6
en seis años) como el cambio de modelo por la concentración y los
procesos de digitalización, no comenzó con el rescate sino que venía de
atrás.
El sistema financiero español ha mantenido los últimos ocho años una media de
200 bajas semanales,
aunque muchas de ellas no figuran en las estadísticas de las
regulaciones de empleo ya que responden a los planes de salida
voluntaria que aplicaban hace unos años.
De hecho, en 2015, por ejemplo,
los ceses al margen de los expedientes de regulación (jubilaciones
incluidas) llegaron a rondar el 60% del total: 4.948 frente a 3.723, si
se cruzan los datos del Ministerio de Empleo con los del
Banco de España.
Estos
últimos indican que el sector bancario alcanzó su mayor cota de empleo
de las dos últimas décadas en 2008, cuando, en pleno estallido de la
burbuja inmobiliaria y crediticia, llegó a sumar 278.301 empleados. Al
cierre de 2016, último ejercicio con datos disponibles, esa plantilla se
había reducido un 30,2% al caer hasta los 194.283.
El
recorte ha sido similar en las infraestructuras y la red comercial, ya
que en menos de seis años los bancos y las antiguas cajas de ahorro
han cerrado 12.320 sucursales,
lo que supone el 30,7% del total. Estos cierres, consecuencia del
cambio de estrategia comercial de las entidades financieras con la
concentración y la digitalización, comienzan a provocar
situaciones de exclusión financiera en el mundo rural, ya que casi 4.000 de los 8.117 municipios de España carecen de oficina bancaria.