Un cronista me cuenta que el saludo entre Rafael González Tovar y
Pedro Sánchez fue un hola y un adiós. Sobre todo que el segundo no
pareció alegrarse de ver al secretario general del PSOE murciano en su
mitin de Murcia. Claro.
Tovar era fan de Sánchez hasta que
Sánchez cayó, y ahora se las da de neutral acudiendo, en plan
institucional, a todos los actos protagonizados por los candidatos a la
secretaría general. Debe ser una secuela de cuando, siendo el delegado
del Gobierno Zapatero, Tovar pretendía hacer de reina madre en los actos
institucionales y sociales a los que acudía para ser fotografiado y
hacerse un nombre para después probar a ser presidente de la Comunidad.
Sin embargo, en el PSOE, y menos en este momento crítico, no cabe la
teatralidad institucional, pues todo el mundo sabe en qué posición está
todo el mundo.
Pero Tovar acude a los mítines de los candidatos a
primarias a sabiendas por todos de que esa gestualidad es falsa e
innecesaria, pues en principio, una vez que el jefe murciano (digo jefe,
y no líder, pues esta última es una categoría en discusión) vio
mortimer a Sánchez, se apuntó a la improvisada grey de Patxi López, en
quien vio la continuidad de su posición frente a Susana Díaz, con quien,
incluso si fuera por interés de ésta, no habría podido situarse, ya que
la andaluza tenía en Murcia otros apoyos de mayor alcance que el de un
aparato declinante.
Díaz es la candidata de los aparatos
territoriales, menos de aquellos que están de capa caída, como es el
caso del murciano. No es que Tovar renunciara a apuntarse, como hizo la
mayoría de los secretarios generales, al ´poder emergente´ de Susana
Díaz, sino que ésta decidió prescindir de él como mejor estrategia para
añadirse Murcia.
En lo que se refiere a la consecución de avales ha
quedado claro que la estrategia de la andaluza ha sido acertada. Susana
Díaz encabeza, con diferencia, el ránking, y después viene Pedro
Sánchez; Patxi López, el favorito del actual líder regional, queda a
considerable distancia. Traducción: la batalla de los avales, en lo que a
Murcia se refiere, ha constituido un primer e implacable pulso al
secretario regional, y el resultado le advierte de que empieza a estar
fuera de juego.
Cierto:
en algunas Comunidades, empezando por la vecina Valencia, el aparato
del partido no ha dado la talla en la gestión de sus intereses, y más
cuando apostaban por la ganadora potencial, siendo rebasados por el
´fenómeno Sánchez´. Pero en Murcia, Tovar ha sido barrido en la fase de
los avales sin tan siquiera apostar por Susana Díaz o por su contrario, y
el resultado de Patxi López, su obligado comodín, ha sido tan precario
que ni siquiera lo puede reivindicar como consecuencia de su influencia
ante las bases del partido.
Llamó la atención, es un decir, que
María González Veracruz, la auténtica líder del tovarismo, no acudiera
al mitin de Sánchez, a pesar de que en un primer momento asumiera, como
diputada, la posición de éste sobre el ´no es no´ a la investidura de
Rajoy, si bien lo hizo paradójicamente votando a favor mientras cuidaba
su conciencia con la expresión del famoso «por imperativo», con el que
se sumió en un inevitable ridículo que nunca dejará de acompañarla,
aunque en el fondo retrate la política del PSOE: siempre acaban
haciendo, ´por imperativo´, lo contrario de lo que proclaman y eso es
exactamente lo que están pagando ahora y lo que, a efectos internos,
permite construir el discurso de Pedro Sánchez.
La particularidad de
Murcia en lo que se refiere a las primarias socialistas es que el
´fenómeno Sánchez´ no es lo único que las caracteriza, sino en primer
lugar el rechazo al aparato regional, pues el apoyo en avales a Susana
Díaz es todavía más relevante porque se produce contra la posición de
González Tovar y está protagonizado por miembros especialmente
relevantes de la organización, empezando por muchos de los alcaldes de
referencia, de los dirigentes que han sido aparcados y de nombres muy
significativos del Grupo Parlamentario, empezando por la presidenta de
la Asamblea.
No es la rebelión de las bases, como en otras
Comunidades, sino la rebelión de los cuadros. Esto indica que, con
independencia del resultado de las primarias (un asunto de ámbito
nacional) lo que en Murcia se transparenta con este pretexto es el
hastío, frente a la dirección regional, de la mayoría de los nombres
referenciales.
Hay un subaparato contra el aparato, que se
muestra de manera indisimulada anticipando el rechazo a la hegemonía del
tovarismo, que se ha mostrado, no sólo ante el partido, sino ante la
sociedad, como un estamento políticamente inútil, sólo activado por las
rémoras del PP y sin identidad propia; las debilidades de éste son
notorias por el minado de la presunta corrupción, pero el PSOE tovarista
se ha mostrado sin capacidad para transmitir en la política real un
marco alternativo que pudiera visualizarse.
Cuesta recabar de Tovar
durante los dos últimos años una idea que no sea redundante sobre los
problemas del PP, algo irreprochable, pero sin el alcance de una
sugerencia alternativa que no se dé por supuesta en los círculos
predispuestos a aceptarla aun sin enunciados explícitos; es decir, en el
contorno de la militancia, y esto con tan poco éxito que hasta la misma
militancia le huye.
A Tovar, sin embargo, le queda la apelación a
las bases, sólo que esto es a lo que recurre Sánchez, quien fue
abandonado por aquél cuando inicialmente se le adivinaba un futuro
incierto. He ahí su problema: si en Murcia se imponen las ´bases de
Sánchez´ frente a Susana Díaz, esas ´bases´ ya no serán las de Tovar,
sino de Sánchez, a quien dejó tirado. Por imperativo, claro.
El PSOE quiere que Gras haga política
«Hay
que hacer política». Es el sonsonete que escucha José Ignacio Gras, el
portavoz socialista en el ayuntamiento de Murcia, de algunos de sus
compañeros del aparato del partido. Pretenden disuadirlo así de su
tendencia a ´colaborar´ con el Gobierno del alcalde popular, José
Ballesta, en la aprobación de los presupuestos municipales. Todos los
argumentos de Gras suelen ser replicados con esa frase: «Hagamos
política».
El portavoz socialista sugiere que es mejor negociar
los presupuestos para que, dado que Ballesta precisa de los votos del
PSOE, sea posible modificar algunas de las partidas para conducirlas a
los intereses políticos del PSOE en la capital. Mejor, dicen en el
entorno de Gras, «sacar provecho en favor de nuestro programa que
´quedar bien´ ante el respetable ofreciendo una oposición cerrada». Es
algo así como la ´teoría Gestora´ trasladada al ámbito local. Pero la
respuesta es inevitablemente: «José Ignacio, hay que hacer política». Y
es que Gras, a pesar de su larga militancia en el PSOE, presenta una
pinta heterodoxa, como si se considerara ajeno a las sujeciones
clásicas. Va como distraído, con su lema favorito: «Yo promuevo una
Murcia amable».
Otro pretexto de Gras y quienes lo apoyan es que
si el PSOE prescinde de su influencia, otros Grupos ocuparán el hueco,
como Ciudadanos, responsable principal de que Ballesta fuera proclamado
alcalde, aunque después no ha podido influir demasiado en las políticas
municipales precisamente porque el PSOE, aun manteniendo la crítica al
PP, ha colaborado con éste en los presupuestos, y esto siempre frente a
las indicaciones contrarias del jefe regional del partido, Rafael
González Tovar, quien no encuentra el modo de ´hacer recapacitar´ a Gras
sobre su actitud colaborativa.
«Hay que hacer política», insisten ante
el portavoz municipal desde la sede regional de Princesa y desde el
propio Grupo Municipal Socialista, fraccionado desde hace tiempo entre
tovaristas, capitaneados por Enrique Ayuso, y quienes se han decidido,
con el pretexto de las primarias, por el apoyo a Susana Díaz y, por
tanto, se alejan de la posición del aparato regional.
La presión a
Gras para que ´haga política´ es tan insistente que en realidad se
sospecha en su proximidad que de lo que se trata es de aburrirlo para
que renuncie a la Concejalía y Tovar pueda ejercer la oposición a
Ballesta desde la sede regional del partido. ¿Conseguirán apretar a Gras
para que renuncie? No parece fácil el objetivo, a pesar de que le tiren
encima a los pedáneos socialistas que comanda Tovar y a los secretarios
de las agrupaciones municipales en línea.
Hay que recordar que Gras les
hizo a todos, empezando por Tovar, un impagable favor al prestarse,
contrarreloj, a aceptar la candidatura socialista a la alcaldía de
Murcia, que nadie quería después de que el secretario regional
´despidiera´ por las bravas a Pedro López, quien había ganado las
primarias municipales por incomparecencia de adversario, pero que se
resistía a construir el resto de la lista municipal de acuerdo a los
intereses orgánicos de Tovar.
¿Y qué cosa es ´hacer política´? Me
cuentan una anécdota (no puedo asegurar que no sea apócrifa) que podría
ser ilustrativa. Dicen que hace meses, un grupo de representantes
socialistas en una pedanía murciana se presentó en el despacho de Gras
para exponerle un problema de su zona: un camino sin asfaltar en el que
se venían produciendo insistentes accidentes.
La representación
socialista opinaba que era preciso elevar esta cuestión al Ayuntamiento y
promover manifestaciones de los vecinos para hacer evidente el
malestar. Al parecer, Gras les pidió que permanecieran unos minutos en
su despacho mientras él se desplazaba hasta el del alcalde, ante quien
expuso esa situación y le pidió colaboración para solucionarla.
Ballesta
le aseguró que en pocos días se resolvería esa preocupación vecinal,
pues se trataba de algo que no exigía grandes complicaciones. Gras
regresó a su oficina y comunicó la buena nueva a sus compañeros
socialistas: «Tranquilos, me acaba de decir el alcalde que esto está
solucionado en quince días». La bronca al portavoz, dicen, fue
monumental: «¿Cómo que has solucionado el problema? ¿No ves que teníamos
una oportunidad magnífica para movilizar el vecindario? Y ahora ¿qué?
¿Tendremos que agradecerle al alcalde del PP que haya asfaltado el
camino?».
A eso le llaman algunos ´hacer política´: provocar que los
problemas persistan para desgastar la autoridad de quienes tienen la
obligación de solucionarlos sin ningún otro interés por la cosa pública.
«Hay
que hacer política», insisten ante Gras cada vez que éste se muestra
decidido a colaborar o a establecer consensos con el poder municipal del
PP, que por otra parte necesita de esa colaboración. Y Gras, al cabo
del tiempo, parece haber encontrado una réplica adecuada: «¿Hacer
política consiste en lo que se ha venido haciendo durante los últimos
veinte años con tan espléndidos resultados electorales?». Lo demás es
silencio.
A un paso de entrar en Ciudadanos
A
esa distancia está Juan Ramón Calero: a un paso de entrar a Ciudadanos.
El más conocido, el que aparece a la derecha de la imagen. Porque el
otro, el que se sitúa a la izquierda, que también se llama Juan Ramón
Calero, ya es militante del partido de Albert Rivera. Es probable que el
padre, el que fuera presidente regional de Alianza Popular en los
prolegómenos de la irrupción de la derecha en el poder en la Región de
Murcia, se haya decidido a militar en Ciudadanos para apoyar a uno de
hijos, el que luce su mismo nombre, contaminado éste por la vocación
política de su progenitor, que estuvo entre los pioneros de la
alternativa de derechas en la etapa democrática que abrió la Transición.
Calero, el veterano, no es un fichaje de Ciudadanos, sino un humilde
expolítico que un día de estos pedirá el carné para militar en la base y
desde ella observar (y, sin duda, aconsejar) a su ´hijo político´. En
la foto, los Calero posan en uno de los actos protagonizados durante
esta semana en Murcia por Albert Rivera, en compañía (en el centro) de
Javier Pérez militante de Ciudadanos que procede del PSOE.
Véase el
´milagro Rivera´: el PSOE del 82, el más genuino, junto a la Alianza
Popular de los viejos tiempos, más las nuevas generaciones del centro
derecha que tienen a Ciudadanos como primera opción. Un cóctel que en
otros tiempos podría resultar incomprensible, pero que tras las
convulsiones de los últimos años aparece tan coherente como cualquiera
otra imagen que se nos quiera presentar. El modelo francés en que ha
triunfado la heterodoxia Macron sobre las convenciones tradicionales
tiene en esta estampa un destello.
(*) Columnista