El titular de El País es un ejemplo de manipulación, falta de objetividad y hasta un acto de inmoralidad. Acusa el periódico a Mas de usar su juicio para impulsar el independentismo
como si ese juicio fuera un capricho, una triquiñuela para conseguir
inconfesos fines. Como si no fuera una imposición y un paso más de las
autoridades españolas para reprimir el movimiento independentista.
Encuentro francamente ruin acusar al acusado de protervas intenciones
cuando se ha limitado a comparecer ante la justicia ejerciendo su
innegable derecho a interpretar el proceso en la clave indudablemente
política, de represión política, en el que está concebido.
¿Qué pasaría si el periódico titulara also así como "el
gobierno español trata de intimidar al movimiento independentista
reprimiendo a sus dirigentes principales para sembrar el miedo"?
Pues que probablemente se acercara más a la verdad que con ese titular
falaz en el que no se informa de nada, sino que se formula un juicio de
intenciones. Por cierto, hablando de intenciones, merece la pena
detenerse a considerar algunos aspectos muy interesantes. Los
nacionalistas españoles más agresivos (muchos de los cuales están en El País)
instan vivamente al gobierno a proceder con mano dura contra el
independentismo, aplicando legislación de excepción y metiendo en la
cárcel a quien le discuta. Suele advertirse que ir judicialmente contra
Mas, Rigau y Ortega (y, por supuesto, Forcadell), supone pisar terreno
peligroso por el valor simbólico de los interesados y arriesgarse a una
respuesta encendida de la sociedad y las fuerzas políticas catalanas que
agudice el enfrentamiento.
Pero, dicen esos mismos guerreros
nacionalistas, nada de eso pasará. Si los tribunales condenan a Mas,
Cataluña callará, como calló el País Vasco cuando se ilegalizó a
Batasuna y eso que se decía que ardería Troya. Es una interesante
apuesta. En el País Vasco se ilegalizaba por acusaciones de violencia y
terrorismo; en Cataluña no hay nada de eso. Se procesa y, si acaso,
condena, por poner las urnas. Los publicistas vendidos al poder, los
seudointelectuales mesetarios tratan de confundir a la gente,
insinuando que la comparecencia de Mas se debe al asunto del 3% y no al
hecho de posibilitar que la población pueda votar libremente. Doble
contra sencillo a que las respuesta social va a ser potente.
Y hay más en ese ejercicio de titular tendencioso y embustero. Viene a incidirse en la obstinada pretensión de El País
de ignorar los datos objetivos de un movimiento de amplia base social,
con un apoyo substancial de la población que va del 48% a la
independencia al 80% al referéndum. Su interés es dejarlo reducido a una
obstinación personal de Mas y sus íntimos colaboradores. Por eso los
plumillas del panfleto aplauden el empleo de los tribunales contra los
dirigentes independentistas. Creen, como todos los reaccionarios, que,
atacando el símbolo se destruye lo simbolizado. Para más absurdo, las
personas que hoy comparecerán ante los jueces, no ejercen ningún cargo
político de responsabilidad, por lo tanto, su probable condena no
causará ningún daño específico a las estructuras de poder de la
Generalitat sino que se limitará a crear tres mártires, que servirán de
inspiración a sus seguidores.
Mas,
Rigau y Ortega simbolizan hoy el espíritu de libertad e independencia
vivo en la sociedad catalana y no tengo duda de que la gente y las
instituciones los apoyarán como merecen.
Podemos a tortas, como siempre
Pasaron meses negando los
enfrentamientos y conflictos internos y afirmando que quienes los
mencionaban era taimados enemigos, agentes del capitalismo, vendidos a
la reacción. Aunque las señales y los síntomas de las desaveniencias
eran evidentes, mentían y hasta escenificaban ridículas escenas de
ternura entre ellos. No había modo de ocultar que, a pesar de su
convicción de ser algo nuevo, distinto, rompedor, Podemos era y es un
partido como todos los demás, con sus tensiones internas, sus luchas por
el poder, sus zancadillas, ambiciones, trampas y mentiras. Y que
recurre a los mismos métodos que todos los partidos: "los trapos sucios
se lavan en casa", "los medios se la tienen jurada a Podemos", etc.
Mentira tras mentira.
De
vez en cuando, el frente teórico/ideológico, tan abundante como
insubstancial en esta organización, trataba de elevar la categoría de
la(s) controversia(s) y darle(s) alguna dignidad intelectual sin
conseguirlo. Quienes tratan de disimular la pura bronca descarnada por
el poder y el control personales, contraponiendo ideas, conceptos,
teorías, opciones, apenas tienen recorrido. Ellos mismos no saben ni por
dónde se andan y el espíritu de la trifulca interna no es muy distinto
al de un gallinero.
Sus
intelectuales orgánicos y sus dirigentes con ínfulas (esos que
confunden las tertulias televisivas con debates de fondo) quieren pasar
por lo que no son. La controversia interna de Podemos es, como siempre,
una lucha por el poder personal y de las camarillas al servicio de unos u
otros líderes. La disfrazan con algunos retazos de divergencias
orgánicas y estatutarias (hasta donde llegan a discutir) pero, en
realidad no tiene mayor altura que las endémicas peleas en el seno de
IU. Por cierto, no es enteramente disparatado sostener que este desastre
de Podemos estaba cantado desde el momento en que, tras meter la pata
al negar la primera investidura de Sánchez en diciembre de 2016 y
garantizar así el gobierno del PP, Podemos decidió suicidarse
fusionándose con IU -la consabida organización de termitas- y el Partido
Comunista de España, prestándose a su labor de camuflaje.
Actualmente
Podemos es una especie de movimiento fracturado en cinco corrientes mal
avenidas y que no serán capaces de actuar unitariamente, como no lo era
IU: los "bolcheviques" de Iglesias, los "institucionistas" de Errejón,
los "asamblearios" de Urbán, los "intrigantes" de Garzón y los "ni
chicha ni limoná" de Bescansa. Y eso sin contar las tensiones
desestabilizadoras que se presentan en las autonómías históricas y
también Andalucía. En este caos de narcisismos y personalismos es
imposible articular una oferta coherente que sea atractiva para el
electorado.
Por
último, un dato nuevo. En las más recientes explicaciones, quejas y
protestas se echa de ver el gran peso que tiene el hiperliderazgo de
Iglesias en sus aspectos más tópicos y dañinos. Ninguno de los rebeldes y
críticos se atreve a criticar directamente al Secretario General porque
suponen que tiene un apoyo incondicional de las bases. Y mucho menos se
atreven a calificarlo como lo que a todas luces es, un ególatra, un
narcisista solo pagado de su imagen mediática pero sin una sola idea
constructiva que vaya más allá de consignas elementales.
Y, como no se
atreven a decir lo que piensan del superlíder, se refugian en el recurso
de todos los críticos y rebeldes que no osan dar la batalla
directamente y dicen eso tan típico de que Iglesias es el líder
indiscutible por derecho propio, pero que no está enterado de lo que sus
supuestos fieles seguidores hacen en su lugar. Él es justo, benéfico,
legítimo, pero se ha rodeado de una camarilla de farsantes que solo
tratan de medrar ellos aun a costa del partido y de su jefe. Lo mismo se
decía de Franco, de Hitler, del Zar, de Lenin, de Stalin, de todos los
autócratas que en el mundo han sido. Ellos son buenos; sus
colaboradores, que los aislan del resto de la gente y los manipulan, son
los perversos. ¡Ah, si él supiera!
Otra
mentira más. Son los dirigentes quienes se rodean de la gente que les
conviene porque así escuchan lo que quieren oír para lograr su objetivo:
mandar.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED