Había un clamor (como suele decir la
prensa) en las bases del PSOE por el congreso cuanto antes, en marzo. No
interesaba nada que unas elecciones anticipadas pillaran al partido
descabezado. Una contestación sostenida, una especie de rebelión
democrática de la militancia. Había muchas cosas. Pero da igual. La
junta gestora tiene un mandato implícito de su jefa en ausencia de echar
el freno por ver si ella cobra aires de líder votable y si la aureola
que ha rodeado a Sánchez se va desvaneciendo.
Este
propósito es de un pragmatismo descarado: queremos que la gestora sea
la plataforma electoral de Susana Díaz. Tan descarado que hasta les
sobran los pretextos que habían invocado para postergar, por ejemplo,
una fantasmagórica comisión de sabios presta a dibujar una nueva
doctrina para un tiempo nuevo en un nuevo partido con una nueva líder.
Totalmente innecesario. Se aparca el congreso hasta junio sin más
explicaciones.
La
gestora y su musa siguen sin calcular bien. No lo hicieron cuando, tras
el golpe de mano del 1º de octubre, no previeron la rspuesta de la
militancia ni supieron enfocarla. Y siguen sin hacerlo. Menosprecian la
capacidad de organización y movilización permanente de las redes. Creen
que el mundo se acaba en las conspiraciones de pasillos. Y no, las
redes, lo digital son hoy el corazón de la realidad. El gobierno de
Andalucia, la gestora, el aparato del PSOE y los apoyos exteriores de
todo tipo apurarán el tiempo hasta junio haciendo la campaña de Díaz;
pero en las redes esa campaña nace muerta porque es institucional y
frente a ella tiene una organización espontánea, diversa, transversal,
libre y viva. De ahí saldrá el candidato que venza a Díaz.
El humor no delinque
Eso es algo que se alcanza a todo el que
no esté cegado por prejuicios o fanatismos de cualquier condición o
estofa. A bote pronto se vienen a la memoria dos episodios -los más
sonados- en los que la publicación de dos caricaturas de Mahoma provocó
sendos actos terroristas en los que murieron varias personas. Todo el
mundo se echó las manos a la cabeza por lo que se consideraba un
depravado disparate: asesinar a alguien por un chiste.
En España, país civilizado, no se asesina a nadie por un chiste, faltaría más: se le encarcela.
La causa que se sigue contra la tuitera Cassandra V. y la petición fiscal de varios años de cárcel, más inhabilitación y libertad vigilada por unos chistes sobre Carrero Blanco
es tan alucinante que casi parece otro chiste. Incluso lo es, si se
piensa en el nombre que se ha puesto la tuitera : Cassandra, aquella que
profetizaba desgracias pero nadie la creía.
Efectivamente,
el Código Penal castiga el delito de "descrédito, menosprecio o
humillación de las víctimas de los delitos terroristas o de sus
familiares". La cuestión es averiguar si los chistes de los tuits
encajan en ese tipo. Si así se admite, también habrán de ser delito los
chistes sobre Dato, Canalejas, Cánovas o Prim. Aunque se recurra a la
ridícula excusa de que han prescrito. El problema es que eso de la
humillación es muy resbaladizo, como la falta de respeto a esto o a
aquello o el "enaltecimiento" de aquello otro. Se aplica la vara de
medir del juez, que suele ser la del poder... Y se llega a la situación
de encarcelar a una persona por haber tuiteado unos chistes sobre un
atentado hace 45 años, unos chistes que se habrán contado miles de veces
en las sobremesas a lo largo de estos 45 años hasta que se han ido
olvidando.
¿O
es la persona misma del almirante Carrero la que justifica esa dureza
penal? ¿Por qué? ¿Porque era el presidente del gobierno de un dictador,
un títere a las órdenes de este durante toda su vida?
El humor no delinque, como no lo hace la poesía, ni la creación en general, sea de orden mayor o menor.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED