No falla. En cuanto hay una posibilidad
de unidad o coalición entre el PSOE y Unidos Podemos, sale Anguita a
desbaratarla. Es una reacción tan segura y previsible como los calores
del verano. El hombre no puede soportar la posibilidad de que haya un
gobierno socialdemócrata porque, al margen de sus ideas políticas (si es
que tiene alguna), lo esencial en su motivación es el odio al PSOE. Si,
para evitar que este gobierne hay que permitir que lo haga la derecha,
lo hará.
Fue la pinza de los años noventa sellada entre Aznar y Anguita
con la mediación de Pedro J. Ramírez, algo que propició ocho años de
gobierno de la derecha y selló el fin de la carrera política del
cordobés quien, habiendo fracasado en todos sus pretenciosos frentes, se
retiró a seguir pontificando en la antigua capital del califato. Pero
de ahí regresa, como de entre los difuntos, cuando intuye la posibilidad
de que, en contra de sus obsesiones, sus discípulos de Podemos, los
Anguitillas estilo Pablo Iglesias, puedan pactar con el PSOE la
formación de un gobierno de izquierda.
Eso
solo podrá hacerse por encima de su cadáver pues él siempre ha
preferido a la derecha frente a la izquierda en el gobierno, como mandan
los muy novedosos cánones de la IIIª Internacional. Ha bastado que
Íñigon Errejón esté manteniendo contactos con el portavoz del PSOE,
Hernando, sobre la posibilidad de un gobierno de alianza PSOE-Podemos
y que reconozca que se trata de algo deseable para que el
ex-coordinador de IU haya ido a esa televisión que tiene Podemos a su
servicio a avisar del grave error de Errejón y tirarle de las orejas por
apartarse de la línea del mando.
Anguita
que, hoy más que nunca, está en posesión de la verdad y conoce las
leyes que mueven las estrellas y el corazón de los hombres, ha afirmado
que no hay ninguna posibilidad de un gobierno de izquierdas porque de
muy buena tinta sabe él que el PSOE acabará yendo a una gran coalición con el PP.
Obsérvese bien, el viejo comunista, que lleva toda su vida tratando de
que la gente lo vote pero ocultando su verdadera militancia, no dice que
Sánchez deba propiciar un gobierno de Rajoy, como hacen los peperos,
los patronos, los curas, los periodistas y los carcamales del PSOE.
Antes bien, como muestra el Materialismo Histórico, cuyo sacerdocio le
está encomendado, el PSOE acabará pactando con el PP, quiera o no y sean
cuales sean sus preferencias. Porque, como dice el marxismo, los
hombres hacen la historia, pero no saben la historia que hacen.
Por
supuesto esto es un disparate, pero disimulado, esquinado, artero,
propio del jesuitismo de Podemos: no es que ellos quieran que Sánchez
pacte con el PP. Ellos anhelan un acuerdo entre el PSOE -el partido de
la cal viva, aseguran- y UP pero, por desgracia, será imposible porque
el traidor, enemigo del pueblo y neoliberal empedernido Pedro Sanchez
pactará con el PP. Ellos, obsérvese bien, siguen con la mano tendida al
PSOE.
Y, si cuela, cuela.
Y, si cuela, cuela.
En
realidad, esta fábula solo engaña a los fanáticos seguidores de Podemos
en las redes y sus legiones de trolls. Para los demás está claro: lo
que Podemos quiere evitar, en primer lugar, es un gobierno de coalición
en el que la voz cantante la lleve el PSOE y no él, como le
correspondería según mandanto de los dioses y, en segundo lugar, y lo
que verdaderamente da miedo: un resultado muy inferior al obenido en las
elecciones del 26 de junio que equivadría prácticamente a una situación
de subalternidad en el panorama político, cuando no de desaparición,
cosa que achicaría la mitomanía narcisista de estos emergentes.
Y ahí es
donde los más pánfilos o los más sinceros acaban descubriendo su juego
de favorecer un gobierno de la derecha. Lo dice Pilar Zabala, candidata
de Podemos en Euskadi: "las elecciones son lo peor; sería preferible otro gobierno, aunque fuese de Rajoy". Lo dice el diputado de Podemos,Yllanes, de Mallorca: Yo prefiero un mal presidente que terceras elecciones. Rajoy, por supuesto.
¿Lo quieren más claro?
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED