viernes, 10 de mayo de 2024

Carta abierta de Miguel del Toro a José María Albarracín


Estimado presidente de CROEM, apreciado José María: Me decido a enviarte esta carta abierta, de acceso público para todos los murcianos y, especialmente, para el empresariado de nuestra Región porque me veo en la obligación de sacarte de tu craso error, a la vista de tus recientes declaraciones en el marco previo a la próxima asamblea general. No, apreciado José María, CROEM no empezó a caminar cuando tú llegaste a la presidencia. CROEM ya existía, como existía la unidad empresarial, la vocación de servicio a la sociedad y sobre todo la independencia institucional. No es difícil de entender. Quizás tan sólo te hubiese bastado repasar nuestra historia.

Comprenderás de inmediato las razones por las que me negué a tu reciente invitación para celebrar un almuerzo con los expresidentes. Me hubiese gustado asistir a ese encuentro en otras circunstancias, pero en las actuales prefiero que mi negativa la enmarques en las desafortunadas e injustas críticas que vienes realizando a mi período presidencial en una especie de afán por acaparar un protagonismo exacerbado, que muchos empresarios de CROEM no llegan a entender.

Existen otras formas y maneras de contar la verdadera, extensa e importante historia de CROEM a lo largo de sus cuarenta y seis años de historia, lejos de limitarse a la promoción, fuera de un balance ajustado, de la última década, coincidente con el periodo de tu presidencia.

Nuestra confederación empresarial, estimado presidente, se ha forjado a través de décadas de esfuerzo común a base del trabajo, dedicación, lealtad y , sobre todo, humildad de muchísimas personas, algunas de las cuales ya no están entre nosotros. Te recuerdo que fueron más de una veintena de asociaciones las que pusieron en marcha este magnífico proyecto allá por el año 1978. 

Hoy CROEM es lo que es gracias a hombres como José Luis Villar Sigismondi, nuestro primer presidente que tuvo que sortear los momentos difíciles, propios de todo comienzo a base de honestidad, integridad personal y entrega generosa alejada de cualquier protagonismo o promoción añadida. Impulsores como Francisco José Vicente Ortega que recogió el relevo en 1984 para protagonizar una década de gran expansión y consolidación del asociacionismo empresarial.  

Defensores del diálogo social como Tomás Zamora Ros, quien le sucedió en 1994 fortaleciendo enormemente una organización de la que él siempre dijo que no existían familias, sino una gran familia. Lideró una CROEM abierta y participativa. El perfil humano de Tomás, reforzado por su sincera humildad y méritos propios le hizo ganar el afecto y el respeto de todos como puede comprobar en su día a día. 

En cuanto a mi período presidencial desde 2002 hasta 2013, momento en el me sucediste en la presidencia, prefiero no analizarlo en primera persona; pero sí considero preciso aclararte algunas precisiones fundamentales que no pueden ser obviadas en la historia de nuestra confederación. CROEM nunca estuvo en 'quiebra económica'.

Sí es cierto que tuvo que afrontar años difíciles con una crisis económica galopante y devastadora con tensiones que toda la sociedad sufrió y que lógicamente sufrimos los empresarios. Tú y tu equipo más cercano sabéis perfectamente que cuando Miguel Del Toro dejó la presidencia de CROEM, la Comunidad Autónoma nos adeudaba cerca de dos millones de euros correspondientes a diversos convenios ya ejecutados y pendientes de cobro. Este es el legado y no otro. Y ese es mi 'pecado' y no otro.

Te voy a significar algo más, estimado presidente: si durante mi presidencia hubiese conseguido el mérito ( que sí te reconozco) de convencer al gobierno de turno para poner en marcha la Ley de Participación Institucional, la situación apenas hubiese diferido de la actual. Pero a mí me tocó el gobierno sólido, y en ese aspecto negacionista, de Valcárcel y a ti el gobierno débil y complaciente de un Pedro Antonio Sánchez quizá obligado a compensar ciertas intervenciones en campaña electoral, todo sea dicho. Este es un factor clave para sacar una conclusión fiable de la última década de gestión. Y quien quiera entender, que entienda.

Vivimos tiempos en los que términos como 'máquina del fango', bulos o 'fake news' están a la orden del día. Y lo peor es que se conviertan en nocivos mantras para la sociedad. Mal está que tales perversiones sucedan en la vida política, pero peor está que se trasladen a nuestro movimiento asociativo empresarial. De ahí el motivo sustancial de esta carta abierta ante una institución a la que siempre estaré agradecido y llevaré en mi corazón de forma imperecedera como dije públicamente el día que se me concedió la medalla de oro con más generosidad que merecimiento propio para tan altísimo honor.

No deseo terminar esta misiva, preciado presidente, sin expresarte públicamente mi gratitud por tus diez años de gobierno, por los desvelos y reivindicaciones que llevan aparejados y por tu dedicación. Estoy seguro que recordarás que el día que te cedí la presidencia lo hice convencido de que no fallarías en esos aspectos.

Y, finalizando por donde comencé, porque CROEM ya existía y era pujante antes de que llegaras a la presidencia, me veo en la obligación de traer a nuestra memoria a algunos de los muchos impulsores de esta organización como Clemente García, Arsenio Sánchez Navarro, Salvador Huertas, Tomás Fuertes, Francisco Pellicer, Fulgencio Belando, Pedro García Balibrea, Ángel Martínez, Pedro Hernández Filardi, Pedro Díaz, Manuel Pérez Carro, Antonio Castillo, Manuel Pérez de Lema, Ginés Huertas, Juan Francisco García Alcaraz, Pedro Cazorla, Antonio García Díaz, José Dasí, Alfonso Gálvez, José García Gómez, José Pardo Cano, Miguel Durán, José Hernández Navarro, Antonio Martínez Barba, Ángeles Ruiz y muchos otros que no alcanzo a recoger por falta de espacio. 

También reconocimiento al entonces presidente de la CEOE, José María Cuevas. Unos se fueron y desde el cielo nos contemplan. Otros seguimos aquí ilusionados con esta gran realidad, nuestra CROEM, convertida en un órgano esencial de servicio a la sociedad y sustentada en las urnas abiertas, con la libertad por bandera, la vocación democrática y el desempeño leal, ayuno de todo protagonismo vacuo.

 

Muchas gracias.

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