‘Dicen en su último comunicado los representantes del PSOE y ERC,
tras su tercera ronda de conversaciones para la investidura de Pedro
Sánchez, que ‘las negociaciones avanzan para encauzar el conflicto
político’ catalán.
Lo que traducido al lenguaje soberanista prejuzga que se está a punto
de lograr un pacto para una Mesa negociadora entre la Generalitat y el
Estado, como si Cataluña no formara parte de España. Y que en esa Mesa,
que al parecer podría instalarse en una Comisión del Congreso de los
Diputados, se abriría un debate sobre la autodeterminación.
A la vez, y como otra concesión, el Gobierno de Pedro Sánchez
paralizará las acciones judiciales en curso contra procesados del
soberanismo y se buscarían fórmulas para facilitar ventajas
penitenciarias para los presos golpistas condenados en el Tribunal
Supremo. Y todo ello sin descartar los indultos y a la espera de lo que
diga la Corte Europea de Justicia sobre la presunta inmunidad de los
eurodiputados ‘electos’ Oriol Junqueras y Carles Puigdemont.
Naturalmente, a ello habría que añadir el capítulo de mejoras
financieras, de infraestructuras y autogobierno para Cataluña. Y ese
parece ser el marco en el que en este mismo momento se ‘encauza y
avanza’ la negociación para la investidura de Sánchez con apoyo de
Podemos y la ‘abstención’ de ERC.
El dilema de fondo y ‘hamletiano’ que subyace en todo ello se dirime
entre los vocablos ‘encauzar’ las concesiones de Sánchez y su renuncia a
volver a ‘encausar’ a quienes desde el soberanismo catalán han violado
la legalidad y están pendientes de la acción judicial. La que desde ERC
se considera un problema para la solución del ‘conflicto político’.
El que Sánchez asume como tal cuando la realidad es bien distinta,
dado que el único conflicto que persiste en Cataluña es el de la clara
ausencia de legalidad, el desorden público, la violencia y la
desobediencia a los jueces y al Tribunal Constitucional, como la
reciente del Parlament, que el Gobierno de Sánchez no se ha dignado a
recurrir, para ‘no encausar’.
Y todo ello discurre sin que el PP haya presentado alternativas al
proyecto de gobierno tripartito de PSOE, UP y ERC, porque su líder Pablo
Casado sigue esperando una llamada de teléfono de Sánchez (se lamenta
como Torra). Y no considera Casado necesario que el PP presente una
alternativa -si la tiene- a los pactos del PSOE con UP y ERC ante la
opinión pública y los medios de comunicación, como lo sería un gobierno
de ‘gran coalición’.
Los comunicados de los negociadores ocultan premeditadamente lo que
Pedro Sánchez (por temor a serias divergencias en el PSOE) está pactando
y cediendo ante ERC, empujado por Pablo Iglesias quien a buen seguro
está implicado en la negociación en el rol de ‘el abogado del diablo’ de
ERC.
Pero todavía faltan más reuniones y puede que ambas partes busquen un
poco más de tiempo para que los ciudadanos se vayan acostumbrando a
estas renuncias del Gobierno de España frente al soberanismo catalán
como un mal menor a cambio de la gobernabilidad.
Además, ahora tenemos en pista y como debate estelar ‘el clásico’
partido de fútbol del próximo día 18 entre el Barcelona y el Real Madrid
en el Nou Camp. El que los nacionalistas radicales quieren convertir en
trampolín de su propaganda internacional. Y de este partido se hablará
tanto que ello va a facilitar las negociaciones secretas que parece que
se acaban de encauzar.
(*) Periodista
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