miércoles, 18 de septiembre de 2019

¿Otras elecciones para el mismo mapa? Quizá NO / Fernando G. Urbaneja *

Es sabido que meterse a profeta en política (y en economía) suele conducir al error, aunque no son pocos los que viven de esas equivocaciones. La realidad discurre por lo inesperado, suele ocurrir lo imprevisto. Ayer se cruzó una línea de fracaso que tendrá consecuencias. Los ciudadanos, de una u otra manera, han tomado nota de los hechos y sacarán conclusiones que afectarán a su intención de voto.

Dos hipótesis centran los pronósticos: la primera podríamos definir “modelo israelí”, propone que repetir elecciones conduce a un mapa muy parecido al anterior, con gobernación muy complicada, salvo cambios de fondo en las alianzas. La segunda, que podríamos llamar “modelo May”, apunta que los pronósticos saldrán malparados como le ocurrió a la primera ministra británica, que esperaba una mayoría y obtuvo una minoría que la llevó al fracaso a los pocos meses.

En nuestro caso el convocante es Pedro Sánchez que apostó, disimulando, por volver a votar con la aspiración de mejorar su minoría, sobre todo por la debilidad de los demás. Sánchez confía en que desde la Moncloa con un perfil de gobernante, de única alternativa, atraiga a los indecisos, a los decepcionados del centro izquierda y de la izquierda. Sánchez aspira a recuperar abstencionistas y votantes coyunturales de Podemos y de Ciudadanos. Pero eso es tan probable como improbable.

Solo Sánchez dispone de expectativas favorables en las encuestas y eso explica su estrategia desde abril, reforzada por los resultados de mayo. Para los demás esas expectativas son negativas, incluido el PP que suscita demasiado rechazo como para encabezar una mayoría.

Esta semana los electores han recibido una rociada de incentivos que pueden alterar el reparto. 

El aspecto más preocupante para los candidatos es la abstención: entre 1,5 y dos millones de los votantes de abril (75% de participación) están más cerca de quedarse en casa que de concurrir a las urnas. Y no está claro qué partidos pueden verse más o menos afectados por esa decepción.

De hoy al 10 de noviembre (siete semanas) los candidatos tratarán de movilizar y ensanchar sus bases con un instrumento clave: televisiones y redes sociales. No será en mítines, ni en entrevistas en los medios tradicionales donde ganarán votantes, ahora las herramientas de captación son otras que requieren nuevas habilidades. 

Todos los candidatos son jóvenes, de los años setenta, insuficientemente digitales y, además, cortos de experiencia, mediocres aunque muy instalados en el sillón.

Son muchos los que dice que el 11 de noviembre el mapa será muy parecido al actual, pero no está escrito que así sea; es más que probable que a lo largo de estas semanas se acumulen los errores (más que los aciertos) que pueden alterar el mapa.


(*) Periodista y politólogo


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