viernes, 27 de septiembre de 2019

Encuestas para sembrar la confusión / Fernando G. Urbaneja *

El objetivo es pronosticar, anticipar, iluminar pero el resultado se aleja de esos pronósticos para sembrar la confusión o, al menos, la preocupación. Las encuestas, más o menos solventes, más o menos significativas, más o menos cocinadas, pintaban hace pocas semanas un cuadro bastante claro en cuanto a la intención de voto de los españoles (más de lo mismo), pero una vez fracasada la legislatura y convocadas las elecciones esa intención de voto muestra vaivenes y cambios que alborotan al personal.

Hace dos semanas el PSOE aparecía como rotundo ganador en esa foto fija que son las encuestas, cercano a una mayoría abrumadora (nunca absoluta), rondando o superando el 33% de los votos. De hecho el último trabajo del CIS, con cuestionarios de principios de mes, atribuye al PSOE el 34%, cinco puntos más que en abril. Pero otras encuestas realizadas esta semana y la anterior, con fecha electoral conocida, dejan a los socialistas como están o algo peor. Ganadores pero con menos ventaja y más necesitados de alianzas.

Hace dos semanas el PP de Casado aparecía en su suelo de abril, por debajo del 17% que se traduce en menos de 70 escaños. Ese es el pronóstico de la última del CIS, desfasada en el tiempo pero con el marchamo de la casa. Mientras que los últimos sondeos colocan la intención de voto de los populares por encima del 20%, que se traduciría en un centenar de escaños; insuficientes, pero crecientes y estimulantes.

Hace dos semanas Ciudadanos aparecía a la baja, dos o tres puntos menos que en abril y con 25 o 30 escaños perdidos. Un pronóstico que se mantiene y que colocaría a Rivera en una situación comprometida, desairado en su partido y a la defensiva, fracasado.

Hace dos semanas Unidas-Podemos parecía perder algo, pero poco; con algún escaño perdido y con las confluencias debilitadas, críticas con el poder centralizado de Iglesias. Y ahora todo esto se ha agudizado por la emergencia de su fundador-disidente Errejón que ya se llevó dos tercios de los electores madrileños en mayo y que ahora engorda cada día con nuevos disidentes.

El caso de Errejón-MasPaís, que llega bendecido por los hados, bienvenido por los medios y los comentaristas, altera las previsiones y arruina todas las encuestas. Las últimas que recogen la llegada de la “plataforma” (todavía no es partido) les atribuyen más del 5% de los votos y hasta 9 diputados que pueden (improbable) permitir formar grupo parlamentario con todo lo que significa de exposición y de oportunidades para el futuro.

Para el mapa global en términos derecha izquierda apenas hay cambios, pero la arquitectura de los pactos y los posibles repartos de influencia pueden cambiar. Lo más probable es que Sánchez gobierne en solitario aunque con pactos exigentes que complicarían (acortarían) la legislatura.

A la fecha las encuestan confunden más que aclaran, el panorama es líquido, mudable, sensible a los errores y a los imponderables. Faltan seis semanas y el guion está por cerrar, hay varios desenlaces posibles. Es aburrido, pero tiene emoción.


(*) Periodista y politólogo


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