viernes, 27 de septiembre de 2019

Consumidores de EEUU prefieren la fruta fresca al jugo

NUEVA YORK.- Los estadounidenses consumieron cerca de 20 litros de jugo de fruta per cápita en 2017, según datos publicados por el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés). No exactamente “consumieron”: el USDA no sigue a las personas para observar lo que comen y beben, por lo tanto, lo que mide es la "disponibilidad de alimentos" que, efectivamente, significa alimentos que se consumen o bien se desperdician. En cualquier caso, se trata de la cifra más baja de consumo de jugo de fruta desde que el USDA comenzó a monitorearlo, en 1970.

El auge y caída del jugo de naranja es el núcleo de esta historia. El consumo se disparó en EE.UU. a fines de la década de 1940, luego de que científicos del USDA descubrieron la manera de elaborar concentrado de jugo de naranja congelado que pudiera reconstituirse en una bebida sabrosa. 
Después de eso, avances en la pasteurización rápida permitieron la creación de jugo no concentrado que sabía aún más fresco, aunque generalmente no lo era. Durante décadas, el jugo de naranja se publicitó con éxito como la forma saludable y rica en vitaminas para comenzar el día.
 Luego, cerca de principios del nuevo milenio, se vio atrapado en un vuelco contra el azúcar que se extendió por la medicina y el discurso popular. La culpa por el aumento de las tasas de obesidad y enfermedades cardíacas pasó de las grasas y las carnes a los azúcares y los carbohidratos.
Este vuelco anti-azúcar despojó al jugo de naranja de su reputación como alimento saludable. 
Ahora, a este y otros jugos de frutas a menudo se les califica burlescamente como mecanismos de entrega de azúcar concentrada, y la antiguamente poderosa industria del jugo de naranja de Florida se ha visto demasiado afectada por huracanes y una enfermedad llamada Huanglongbing, o enverdecimiento de los cítricos, como para defenderse de manera eficiente. 
Sin embargo, las naranjas enteras y otras frutas todavía se consideran saludables, y el consumo de fruta fresca ha aumentado.
Frutas que alguna vez fueron raras, como los aguacates (sí, una fruta) y las piñas ahora ofrecen una amplia disponibilidad, mientras que los productores de California descubrieron cómo ofrecer bayas durante todo el año. Los aguacates, las uvas, las piñas y las fresas ahora compiten con las naranjas en la disponibilidad per cápita. 
El consumo de naranjas frescas, que en su mayoría provienen de California, ha disminuido, pero no tanto como el jugo de naranja, y otros cítricos avanzan a toda máquina: limones, limas, mandarinas y tangelos. ¡Sin embargo, las toronjas no!
La espectacular disminución en el consumo de toronja -de un máximo de 9 libras (unos 4 kilos) per cápita en 1976 a solo 1,9 libras (menos de 1 kilo) en 2017- parece haber sido causada principalmente por un choque entre las preferencias de los estadounidenses mayores a la hora del desayuno y sus recetas. 
La toronja y el jugo de toronja (cuyo consumo per cápita ha caído 89% desde su pico en 1978) pueden interactuar de manera peligrosa con medicamentos para el colesterol alto, la presión arterial elevada y una serie de otras dolencias que pueden afectar a los adultos mayores. 
Entonces, si bien he hecho lo que he podido en los últimos años para aumentar la demanda del pomelo (creo que yo consumí alrededor de 25 libras, o unos 11 kilos, el invierno pasado), todo terminará cuando tenga que comenzar a tomar Lipitor.
También ha disminuido el consumo de lo que el USDA denomina edulcorantes calóricos: azúcares, en términos generales.
Un edulcorante en particular ha caído en desgracia. El consumo de jarabe de maíz con alto contenido de fructosa, que fue publicitado por el gobierno de EEUU en la década de 1970 como una forma de apuntalar la demanda de maíz y (2) proporcionar una forma más barata de endulzar bebidas gaseosas y otros productos, ha bajado 38% desde su apogeo en 1999. 
Ha adquirido -es probable que injustamente- la reputación del edulcorante más dañino, lo que ayuda a explicar el ligero repunte desde principios de la década de 2000 en el consumo de azúcar propiamente tal. El consumo general de edulcorantes calóricos ha bajado 16%, que es mucho menor que la disminución de 45% en el consumo de jugo, pero aún representa un gran cambio.
En 2013, por primera vez desde al menos 1970, los estadounidenses consumieron más fruta fresca que edulcorantes calóricos. En 2017, consumieron 8,3 libras (unos 3,7 kilos) por persona más de fruta fresca. Estamos hablando de edulcorantes concentrados, en su mayoría refinados, versus frutas con cáscaras, cuescos y similares, por lo que no son exactamente equivalentes. 
La disminución en el consumo de edulcorantes calóricos también se ha desacelerado en la última década, mientras que los edulcorantes artificiales que en muchos casos los han reemplazado –y que el USDA no monitorea, pero muestran grandes alzas en las encuestas- no son necesariamente siempre mejores. 
Sin embargo, esto sí parece un notable triunfo de la ciencia y la comunicación científica. Un consenso cada vez mayor respecto de que consumir muchos azúcares (y, por extensión, mucho jugo de frutas) no era saludable ha tenido como consecuencia... un menor consumo de azúcares y jugos de frutas.

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