NUEVA YORK.- Los
estadounidenses consumieron cerca de 20 litros de jugo de
fruta per cápita en 2017, según datos publicados por el Departamento de
Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés). No
exactamente “consumieron”: el USDA no sigue a las personas para observar
lo que comen y beben, por lo tanto, lo que mide es la "disponibilidad
de alimentos" que, efectivamente, significa alimentos que se consumen o
bien se desperdician. En cualquier caso, se trata de la cifra más baja
de consumo de jugo de fruta desde que el USDA comenzó a monitorearlo, en
1970.
El
auge y caída del jugo de naranja es el núcleo de esta historia. El
consumo se disparó en EE.UU. a fines de la década de 1940, luego de que
científicos del USDA descubrieron la manera de elaborar concentrado de
jugo de naranja congelado que pudiera reconstituirse en una bebida
sabrosa.
Después de eso, avances en la pasteurización rápida permitieron
la creación de jugo no concentrado que sabía aún más fresco, aunque
generalmente no lo era. Durante décadas, el jugo de naranja se publicitó
con éxito como la forma saludable y rica en vitaminas para comenzar el
día.
Luego, cerca de principios del nuevo milenio, se vio atrapado en un
vuelco contra el azúcar que se extendió por la medicina y el discurso
popular. La culpa por el aumento de las tasas de obesidad y enfermedades
cardíacas pasó de las grasas y las carnes a los azúcares y los
carbohidratos.
Este
vuelco anti-azúcar despojó al jugo de naranja de su reputación como
alimento saludable.
Ahora, a este y otros jugos de frutas a menudo se
les califica burlescamente como mecanismos de entrega de azúcar
concentrada, y la antiguamente poderosa industria del jugo de naranja de
Florida se ha visto demasiado afectada por huracanes y una enfermedad
llamada Huanglongbing, o enverdecimiento de los cítricos, como para
defenderse de manera eficiente.
Sin embargo, las naranjas enteras y
otras frutas todavía se consideran saludables, y el consumo de fruta
fresca ha aumentado.
Frutas
que alguna vez fueron raras, como los aguacates (sí, una fruta) y las
piñas ahora ofrecen una amplia disponibilidad, mientras que los
productores de California descubrieron cómo ofrecer bayas durante todo
el año. Los aguacates, las uvas, las piñas y las fresas ahora compiten
con las naranjas en la disponibilidad per cápita.
El consumo de naranjas
frescas, que en su mayoría provienen de California, ha disminuido, pero
no tanto como el jugo de naranja, y otros cítricos avanzan a toda
máquina: limones, limas, mandarinas y tangelos. ¡Sin embargo, las
toronjas no!
La
espectacular disminución en el consumo de toronja -de un máximo de 9
libras (unos 4 kilos) per cápita en 1976 a solo 1,9 libras (menos de 1
kilo) en 2017- parece haber sido causada principalmente por un choque
entre las preferencias de los estadounidenses mayores a la hora del
desayuno y sus recetas.
La toronja y el jugo de toronja (cuyo consumo
per cápita ha caído 89% desde su pico en 1978) pueden interactuar de
manera peligrosa con medicamentos para el colesterol alto, la presión
arterial elevada y una serie de otras dolencias que pueden afectar a los
adultos mayores.
Entonces, si bien he hecho lo que he podido en los
últimos años para aumentar la demanda del pomelo (creo que yo consumí
alrededor de 25 libras, o unos 11 kilos, el invierno pasado), todo
terminará cuando tenga que comenzar a tomar Lipitor.
También ha disminuido el consumo de lo que el USDA denomina edulcorantes calóricos: azúcares, en términos generales.
Un
edulcorante en particular ha caído en desgracia. El consumo de jarabe
de maíz con alto contenido de fructosa, que fue publicitado por el
gobierno de EEUU en la década de 1970 como una forma de apuntalar la
demanda de maíz y (2) proporcionar una forma más barata de endulzar
bebidas gaseosas y otros productos, ha bajado 38% desde su apogeo en
1999.
Ha adquirido -es probable que injustamente- la reputación del
edulcorante más dañino, lo que ayuda a explicar el ligero repunte desde
principios de la década de 2000 en el consumo de azúcar propiamente tal.
El consumo general de edulcorantes calóricos ha bajado 16%, que es
mucho menor que la disminución de 45% en el consumo de jugo, pero aún
representa un gran cambio.
En
2013, por primera vez desde al menos 1970, los estadounidenses
consumieron más fruta fresca que edulcorantes calóricos. En 2017,
consumieron 8,3 libras (unos 3,7 kilos) por persona más de fruta fresca.
Estamos hablando de edulcorantes concentrados, en su mayoría refinados,
versus frutas con cáscaras, cuescos y similares, por lo que no son
exactamente equivalentes.
La disminución en el consumo de edulcorantes
calóricos también se ha desacelerado en la última década, mientras que
los edulcorantes artificiales que en muchos casos los han reemplazado –y
que el USDA no monitorea, pero muestran grandes alzas en las encuestas-
no son necesariamente siempre mejores.
Sin embargo, esto sí parece un
notable triunfo de la ciencia y la comunicación científica. Un consenso
cada vez mayor respecto de que consumir muchos azúcares (y, por
extensión, mucho jugo de frutas) no era saludable ha tenido como
consecuencia... un menor consumo de azúcares y jugos de frutas.
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