viernes, 27 de septiembre de 2019

Cataluña puede ser la tumba política de Sánchez / Pablo Sebastián *

A medida que se acerca la publicación de la sentencia del Tribunal Supremo sobre el golpe de Estado catalán del 27-O de 2017 y el segundo aniversario del referéndum ilegal y fraudulento del 1-O del mismo año, crece en todo el territorio catalán la tensión política que jalean los soberanistas y se proyecta sobre las elecciones generales del 10-N y sobre el presente y futuro político de Pedro Sánchez.

Tensión catalana que agita de especial manera el presidente Quim Torra, el protector de los violentos CDR cuyo comando terrorista acaba de entrar en prisión, y el representante y marioneta de Carles Puigdemont, el prófugo y cobarde (como le acusan en ERC) primer dirigente del PDeCAT -en vías de ruptura o de extinción- que por ahora se libra de la condena judicial pero al que pronto le llegará su turno judicial.

El enésimo espectáculo de rebeldía institucional del Parlament catalán nos confirma el desvarío soberanista hacia ninguna parte y reabre la vía de la desobediencia y la violación del Estatuto y la Constitución con acuerdos y decisiones ilegales que el Gobierno de Pedro Sánchez recurrirá.

En Cataluña no va a pasar nada contra España porque el soberanismo está derrotado, sin liderazgo ni proyecto en Cataluña, España y la UE, pero sus últimos coletazos crearán problemas de orden público y de legalidad. Y no de ‘convivencia’, como dice el Gobierno de Sánchez, para justificar la que ha sido su temeraria relación con Puigdemont, Junqueras, Otegui y Torra en la moción de censura del 1 de junio de 2018.

Y en sus fallidos intentos de investidura en 2019, después de haber paseado con Torra por los jardines de La Moncloa, o pactado con él, mientras este más que demencial personaje despreciaba a España y al Rey Felipe VI. Y a no olvidar el encuentro de Torra y Sánchez en Pedralbes donde la inefable Carmen Calvo le regaló a Elsa Artadi un ‘relator’ para mediar entre el Estado español y la Generalitat (sic).

Una infamia ilegal la del ‘relator’ que ocultan en un PSOE desesperado por salvar al soldado Sánchez de todos sus desafueros y desprecios a España con los que ha intentado renovar el poder.

El que, ahora, ante la cita electoral del 10-N tiene en el alero de La Moncloa y todo apunta que a expensas de una gran coalición con el PP, lo que le va a obligar a renunciar a sus pompas y obras pro soberanistas en Cataluña, País Vasco y Navarra sí quiere volver a gobernar.

Porque la opción de Albert Rivera y Cs se desmorona en las encuestas y con la llegada de Íñigo Errejón se complica más si cabe el pacto con Podemos al tiempo que la esperada abstención de ERC en la investidura será convertirá en imposible si no hay indultos para los golpistas que resulten condenados en el Tribunal Supremo.

Pedro Sánchez sabe todo esto y sigue hablando de ‘convivencia’ para no mencionar la palabra ‘legalidad’ en Cataluña. O ilegalidad que es lo que de verdad impera ahora en en el territorio catalán y lo que de seguir así obligará en un plazo no lejano a la aplicación del artículo 155 de la Constitución.

Lo que Sánchez es capaz de hacer con tal de seguir en el poder. Aunque parece que ahora ya no tiene aliados suficientes por lo que podría darse el caso de que los partidos de la Oposición le pidan al PSOE otro candidato a a la investidura porque a Sánchez lo consideran inapropiado para pactar y para negociar tras sus antecedentes ‘soberanistas’.

Un Sánchez que llegó al poder en la moción de censura contra Rajoy gracias a Junqueras, Puigdemont, Otegui e Iglesias (al que maltrató) y ahora puede que sean Iglesias y Junqueras quienes echen a Sánchez del primer plano de la política nacional.

El lugar donde Sánchez maltrató a todos sus adversarios sin excepción y no tiene amigos. Pero si, tras el 10-N, el PSOE no despunta como pretendía con la repetición electoral el bloqueo de la investidura quedará como está o peor. Sobre todo si Errejón aumenta la fragmentación de la izquierda y del Congreso de los Diputados con una sexta fuerza nacional como hoy cabe esperar.

O sea, Cataluña puede ser la tumba política de Pedro Sánchez a la que le empujarán, como a Cesar apuñalaron en el Senado de Roma, todos sus adversarios a los que pretendió engañar, despreció y maltrató. Y si llega el caso en el PSOE nadie le llorará. Entre otras cosas porque entre Julio Cesar y Pedro Sánchez hay años luz de distancia que nunca se recortarán.


(*) Periodista


No hay comentarios: