martes, 6 de agosto de 2019

Cómo hemos llegado en España a esta lamentable situación / Pablo Sebastián *

En estos tiempos de zozobra institucional y bloqueo político conviene echar la vista un tiempo atrás para entender la temeraria deriva del PSOE en el ámbito democrático y constitucional. Y ahí incluidos el final del régimen felipista de Felipe González y los graves errores de José María Aznar.

Mucho se ha escrito a propósito de la muerte del abogado Matías Cortes, al que el Grupo Prisa ha presentado como excelente abogado y amante de la música, como si fuera un mecenas o un personaje angelical cuando lo cierto fue que Matías era uno de los mayores intrigantes del Reino, y pieza crucial del ‘Régimen felipista’ de poder político, económico y mediático (1982-1996) que lideró Felipe González y acabó con la llegada de José María Aznar a La Moncloa en 1996.

A Matías Cortes lo ha descrito muy bien Consuelo Font en el suplemento LOC del diario El Mundo donde lo calificó como ‘más temido que querido’. Mientras El País, desde la añoranza de esos tiempos ‘social liberales’ del felipismo lo presentaban, con el propio Felipe González a la cabeza, como una hermanita de la Caridad.

Pero el felipismo, como todo, se acabó y González que previamente había expulsado a Alfonso Guerra de su Gobierno -con una maquiavélica carta que se ha conocido hace poco- no logró que su modelo social liberal del PSOE de entonces se prolongara en su partido.

Mientras Aznar imponía su rumbo en 1996 hacia el flanco ultra conservador que le llevó a su victoria por mayoría absoluta en el año 2000, con una gran corrupción sin control (en su mandato nació Gürtel y la doble contabilidad) en el PP y con el estrambote, durante su despedida, de las grandes mentiras de la guerra de Irak y de los atentados del terrorismo islámico del 11-M en Madrid.

Fue precisamente en el año 2000 cuando (tras el paréntesis de la victoria de Josep Borrell en la primarias del PSOE de 1998, destrozada por el felipismo de Prisa y González) se produjo la quiebra definitiva de la estela felipista social liberal del PSOE con la sorprendente llegada de Jose Luis Rodríguez Zapatero a la secretaría general socialista.

Esa fue la venganza de Alfonso Guerra contra Felipe González cuando, 9 años después de su salida del Gobierno en 1991, utilizó a sus afines en el 35º Congreso del PSOE para favorecer la victoria del joven José Luis Rodríguez Zapatero por solo 9 votos de diferencia, frente a José Bono. El que era el candidato felipista y del ‘establisment’.

De ese régimen social liberal del felipismo que Zapatero destruyó, entre otras muchas cosas como la reconciliación de la Transición, la economía en la crisis de 2008 que negó, o con el renovado e inconstitucional estatuto catalán (que acabó impulsando el golpe de Estado de 2017 en Cataluña), lo que sumado el deterioro social y a la corrupción del PP, puso fin al modelo bipartidista de la transición con la irrupción de Podemos y Ciudadanos en el Parlamento nacional.

Y cuando los destrozos de J. L. Rodríguez Zapatero devolvieron el poder al PP bajo el liderazgo de Mariano Rajoy en 2011, el felipismo volvió a la carga para recuperar el poder del PSOE. Primero con Rubalcaba al que derrotó Sánchez y luego, y tras la caída de Sánchez en el Comité Federal del día 1 de octubre de 2016 (provocada por el felipismo), con Susana Díaz, que cayó en las primarias socialistas de la primavera de 2017 en el renacer de Pedro Sánchez, ‘el rojo’.

El que se prolongó y llegó al Gobierno con la moción de censura contra Rajoy el 1 de junio de 2018 y con el apoyo de Iglesias, Otegui, Junqueras, Puigdemont y Ortuzar, en lo que Rubalcaba había llamado el ‘gobierno Frankenstein’. La misma oscura alianza que Sánchez pretende renovar ahora en un intento reiterado de investidura antes del 23 de septiembre para evitar la repetición electoral.

Y en estas estamos y aquí hemos llegado cuando esté país sin Gobierno y sin Presupuestos de 2019, que se prepara para abordar los desafíos del Brexit y la revuelta catalana que seguirá a la publicación de la sentencia sobre el golpe de Estado catalán de 27 de octubre de 2017, unas semanas después de que el Rey Felipe VI le exigiera a un displicente y débil Mariano Rajoy que repusiera en Cataluña el orden constitucional.

Ahora ha sido de nuevo el Rey Felipe VI quien reclama a las fuerzas políticas pactos de entendimiento, estabilidad y gobernabilidad antes que repetir las elecciones generales el 10 de noviembre. Lo que no parece nada fácil salvo que Pedro Sánchez pacte con Pablo Iglesias o decida regresar a la senda del marco constitucional para buscar un acuerdo con Cs o con el PP como cabría esperar.


(*) Periodista


No hay comentarios: