jueves, 28 de febrero de 2019

Los jabalíes, el principal enemigo de las granjas de cerdos en Europa


MADRID.- Invisible a los ojos, pero mortal. Cada día se acerca un poco más y, a pesar de las medidas preventivas que han ido adoptando los diferentes países, suele encontrar una vía de escape (a veces incluso en forma de bocata) para continuar matando a cerdos y jabalíes. Se trata de la peste porcina africana, un virus que avanza en Europa y en el gigante asiático y que está acabando con la vida de miles de marranos, domésticos y salvajes, según una información de 20Minutos.

"Es un virus muy muy complejo y muy grande. Este toma la célula al asalto y se hace con todos sus mecanismos. La mayoría de los virus hacen eso, pero este es un ejemplo muy sofisticado. Por ejemplo, tiene una serie de mecanismos para evitar que la célula pueda activar el suicidio [cuando una célula nota que está infectada intenta suicidarse para que el organismo que la está infectando no siga adelante]. Es como si este virus hubiera estudiado varias carreras, porque sabe perfectamente dónde, cuándo y cómo atacar a la célula". 
Así lo define Yolanda Revilla, una investigadora científica que lleva dedicando toda su carrera profesional a estudiar a este virus "cabrito" para desarrollar una vacuna que lo aplaque.
Los únicos seres vivos susceptibles de contagiarse con la peste porcina africana (PPA) son los cerdos domésticos, los jabalíes, los cerdos salvajes africanos y las garrapatas. Mientras a las dos primeras especies las aniquila en cuestión de días, al africano le infecta pero de una menera no tan agresiva, por lo que no llega a matar al animal. 
Por eso, África ha sido el reservorio del virus de la PPA, "porque se infectaban y portaban el virus durante su vida, pasándolo a otros seres vivos", matiza la experta. La garrapata, por su parte, no muere cuando la PPA se introduce en ella, pero sí se convierte en un peligroso transmisor de la enfermedad.
Aunque los humanos no podamos infectarnos con el virus, nuestras acciones son determinantes a la hora de expandirlo o no. Esto quiere decir que, además de la transmisión que se produce de manera natural entre los distintos animales (cuando, por ejemplo, los cerdos ibéricos "hacen pandi" con los jabalíes o entran en contacto con un cadáver infectado en el campo), los humanos podemos participar en el proceso sin querer al transportar productos contaminados de un punto a otro y ponerlos a merced de los cerdos o jabalíes sin darnos cuenta. 
Aquí entra en juego lo que la investigadora Revilla denomina la 'teoría del bocadillo': "Cuando alguien lleva mortadela o jamón en un bocata, el virus persiste en los embutidos durante un tiempo. Si tú te comes el bocata, a ti no te va a pasar nada, pero si ese bocata termina en la papelera y acaba convirtiéndose en comida para cerdos, terminarán infectándose".
Algo parecido ocurrió en 2007, cuando un barco procedente de África Oriental trajo consigo productos contaminados que fueron a parar a Georgia. A partir de ahí todo fue mucho más sencillo para el virus, que empezó a expandirse por varios países europeos, tanto de forma natural como por culpa de la mano del hombre. 
Actualmente está activo en tres continentes: África, Asia y Europa, siendo el caso asiático el más grave de todos, hasta el punto de haber cerdos muertos por las calles en algunas zonas de China. En el caso europeo, el último informe de la Organización Mundial de Sanidad Animal especificó que los países que están infectados actualmente son Bélgica, Hungría, Bulgaria, Letonia, Moldavia, Polonia, Rumanía y Ucrania.
Que nadie peque de inocente: para los territorios infectados el mayor problema no radica en la pérdida biológica que, inevitablemente, supone tanta muerte. La peste porcina africana es, ante todo, una enfermedad económica. 
Joaquín Vicente Baños, profesor titular en el Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC), lo explica: "En España no solo producimos mucho porcino, sino que sobre todo somos un país exportador. Si la peste porcina africana llega a España, ese mercado del porcino intensivo -que es el más importante de nuestro país- se hundiría". 
Aquí es donde saltan todas las alarmas tanto a nivel nacional como a nivel europeo, pues en el momento en que un país se declara infectado, se ve obligado a interrumpir sus exportaciones (en este caso de cerdos y jabalíes) sin excepción alguna.
Para España, el país del jamón ibérico de bellota, un solo caso de peste porcina africana supondría una catástrofe económica. Con conocer estos datos quedan claros los porqués: somos la cuarta potencia productora a nivel mundial de carne de porcino, solo por detrás de China, EE UU y Alemania; además, dentro de nuestro sector ganadero, el de porcino es el que más dinero mueve (unos 15.000 millones de euros); por último, señalar que en 2017 se sacrificaron más cerdos (49,6 millones) que personas habitan en España (46,5 millones).
Sin embargo, España es un territorio curtido en esta materia. En 1995 ya tuvimos que erradicar una epidemia de PPA que consiguió colarse en nuestras granjas, un problema para cuya solución tuvimos que desembolsar 30 millones de euros. 
Ahora al Gobierno y a los ganaderos el avance por Europa de la enfermedad ya no les pilla desprevenidos: "Todos sabemos que nos estamos jugando las lentejas, y con la comida no se juega. No tenemos un miedo escénico, si no un miedo razonado. Tenemos día a día información en tiempo real del desarrollo de los focos, pero esto es como cuando te tienes que enfrentar a un examen. Un poco de miedo tienes, pero si vas bien preparado y lo llevas todo estudiado vas más tranquilo, ¿no?", explica el veterinario y ganadero Antonio Palomo Yagüe, también director de la división de porcino en Setna Nutrición SAU-ADM.
Algunos de los países infectados han entrado en pánico y, en consecuencia, han optado por medidas drásticas para erradicar la PPA. Es el caso de Polonia, donde incluso han barajado exterminar por completo a sus jabalíes, sin si quiera evaluar las posibles consecuencias medioambientales que esta actuación conllevaría. 
En junio del año pasado, ya aprobaron la construcción de una valla para acordonar parte de la frontera que comparten con Ucrania, Rusia y Bielorrusia. Del mismo modo, empezaron a recompensar económicamente a aquellos que informasen de la presencia de un jabalí muerto en el bosque con 22,80 € y, si encima lo localizaban en una zona concretamente infectada, con 45 €. El pasado enero, con el visto bueno de la Comisión Europea, llegaron a poner en marcha el sacrificio de 200.000 jabalíes para intentar controlar el problema.
Por poner otro ejemplo: Francia -que no está infectada pero que colinda con Bélgica, que sí lo está- ha procedido a crear una 'zona blanca' sin jabalíes, es decir, una franja en la frontera con la zona belga contaminada en la que están matado a todos estos ungulados para prevenir riesgos, creando una especie de cortafuegos para impedir que la enfermedad avance. Igualmente, desde el pasado enero decidieron recompensar con 100 € a los cazadores que acabasen con jabalíes en la dicha zona blanca.
Mientras tanto, España ya se ha puesto manos a la obra para proteger sus explotaciones porcinas. "En España, el tamaño medio nuestras granjas es el más grande de toda Europa, con 1.170 cerdas de media por granja. Mientras, en Francia son 157, y en Holanda o Alemania [tercer productor mundial] no llegan a 500", expone Antonio Palomo. 
Por este motivo, las condiciones de higiene y el control de las macrogranjas españolas se ha convertido en un asunto de primer orden. Estas medidas preventivas, conocidas como 'medidas de bioseguridad', son fundamentales para evitar que los cerdos entren en contacto con cualquier producto o animal contaminado, hasta el punto de que "la granja se considera la zona limpia y la zona sucia es la calle", según Palomo.
En este contexto, en enero entró en vigor un real decreto por el que se establecen las normas básicas de ordenación de las granjas porcinas intensivas. La principal novedad, según indica Palomo, es que algunas cuestiones de bioseguridad que antes eran "voluntarias" ahora son "de obligatorio cumplimiento". 
Algunos ejemplos que cita el veterinario son los siguientes: "La gente no puede entrar con su ropa a la granja; tiene que hacerlo con ropa del propio establecimiento después de haberse duchado allí. La normativa también exige un vallado y un aislamiento perimetral de la granja. Asimismo, es obligatorio que las granjas dispongan de un vado sanitario y de arcos de desinfección para los camiones que van a por el pienso, a por los animales, etc...".
Además, según informa el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación a 20minutos, se "va a formar durante las próximas semanas a un grupo de 200 cazadores en materia de bioseguridad, vigilancia y de actuaciones en caso de foco, con quienes se contaría para reducir las poblaciones de jabalíes en las zonas afectadas o en riesgo. En todo caso, resulta necesario adoptar medidas para controlar y reducir las poblaciones de jabalíes silvestres antes incluso de que la enfermedad pueda acercarse a nuestro territorio", algo en lo que la institución ya está trabajando en colaboración con las comunidades autónomas.
Los jabalíes, que no entienden de fronteras, son la principal preocupación de los gobiernos. En las últimas décadas ha habido un crecimiento exponencial de estos animales en toda Europa. ¿Por qué? 
"Porque, entre otros motivos, se ha producido una recuperación del medio silvestre: el humano ha abandonado el campo para ir a la ciudad y las zonas más marginales, donde antes se cultivaba, han recuperado monte; también hay menos persecución directa sobre la fauna, a lo que se suma que, en algunos casos, se ha dado alimentación suplementaria a la fauna cinegética [de caza] para que creciese; otro factor es que los regadíos como el de maíz, que son un paraíso para los jabalíes, han aumentado, y esto también está contribuyendo a que sus poblaciones crezcan", explica Joaquín Vicente Baños, que además de ser profesor titular en el IREC es el coordinador del proyecto europeo Enetwild.
El problema es que los jabalíes son el principal transmisor de la peste porcina africana, y que campen a sus anchas por los montes se ha convertido en un problema para la Unión Europea
El proyecto Enetwild surge después de que la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) se diese cuenta de lo necesario que era tener una base de datos que recogiese la población y distribución de, en este caso, los jabalíes, pues sin saber dónde están ni cuántos hay no se pueden tomar medidas concretas. 
"Nosotros [el IREC] contactamos con todos nuestros colegas de Europa y nos erigimos líderes del proyecto. Le presentamos la propuesta a EFSA y ganamos la convocatoria". 
Y así fue cómo Vicente Baños comenzó a coordinar un consorcio de 14 socios que se esfuerzan por ponerse de acuerdo en cómo tienen que recoger los datos sobre las poblaciones de jabalíes. 
De las 14 instituciones, "hay cuatro que se han repartido Europa en cuatro trozos y van recopilando datos de cada una de sus áreas. Lo ideal sería tener mucha más financiación y muchos más grupos involucrados, incluso tener un nodo nacional en cada país, como mínimo... pero no llegamos. Además, debido al brexit, la EFSA ha visto sus fondos reducidos brutalmente, y eso lo estamos sufriendo".

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