El Govern, a través de la Conselleria d'Exteriors que pilota desde hace unas semanas Alfred Bosch, ha ofrecido los puertos catalanes para
recibir a las 49 personas rescatadas en el Mediterráneo hace más de dos
semanas y que hasta la fecha no han sido aceptadas por ningún país
europeo.
La situación es tan preocupante que el papa Francisco hizo un
llamamiento en su alocución del día de Reyes a los líderes europeos para
que permitieran el desembarco. No es la primera vez que el Govern Torra
realiza una invitación similar y, sin ir más lejos, el pasado mes de
agosto 60 de los 141 migrantes a bordo del Aquarius
acabaron en los puertos catalanes después de que el gobierno español
aceptara el ofrecimiento de las autoridades catalanas, una condición
indispensable ya que la Generalitat no tiene formalmente competencias.
Demasiadas veces, el debate pequeño de las discrepancias entre
gobierno y oposición esconde noticias como esta. Catalunya es tierra de
acogida; la vitalidad de su sociedad se ha labrado en una combinación de
personas de aquí y de allí. Más allá de la demagogia que tan fácilmente
se exporta, la convivencia en Catalunya de lenguas, culturas y
etnias es ejemplar.
Ni la hostilidad permanente de amplios sectores de
la sociedad española para acabar con este marco trabajado desde mucho
tiempo atrás ha conseguido su objetivo. Catalunya es más rica y más
plural en identidades y todos los gobiernos han contribuido a preservar
este clima. Habrá otros discursos, pero no hay otra realidad.
No deja de chocar esta iniciativa del Govern de acoger migrantes con la propuesta de Vox, que exige en un documento a sus futuros socios en la Junta de Andalucía, el Partido Popular y Ciudadanos, la expulsión de 52.000 inmigrantes que
considera en condiciones ilegales. PP y C's se han hecho los ofendidos
ante el documento del franquista Vox con sus puntos innegociables. Son
un cúmulo de barbaridades a cual mayor.
Pero de eso también se alimenta
Vox. Estamos en la fase del teatro entre los partidos de la derecha,
juguetones como son desde que los andaluces les ofrecieron la
posibilidad de desbancar a la socialista Susana Díaz.
Veremos cuánto dura el teatrillo porque no se ve otro presidente en la
Junta de Andalucía que el candidato del PP. Si no, al tiempo.
Pero claro, elogiar la iniciativa catalana debe ser incómodo y no
casa con ningún discurso oficial. Y, en cambio, lo de Vox es tan
fácil...
(*) Periodista y ex director de La Vanguardia
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